No ha pasado mucho desde la última vez que vimos a Interpol en México, hace menos de ocho meses, el trio de Nueva York interpretó de principio a fin su debut Turn on The Bright Lights (2002) frente a 7,700 personas que, en minutos, agotaron las entradas del Pepsi Center.
Fue sorpresivo el anuncio de que un lugar (que no llega ni a las 1,000 localidades) como el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris, albergaría el regreso de la banda. Un teatro estilo neo-clásico cuya arquitectura resultó ideal para escuchar de cerca a este grupo que se distingue por su elegancia.
Este fue un evento para fans, sólo lograron entrar aquellos que se dieron a la tarea de hacer fila durante horas antes de la liberación de los boletos, y aquellos que sufrieron de verdad en la reventa. Desde hace meses sabemos que no quedaban localidades y el público adentro las aprovechó, llegando algunos hasta con dos horas de anticipación.
La banda salió a las 21:00 hrs en punto, entre sonidos disonantes y una luz roja que jugó todo el tiempo a imitar la estética de sus primeros dos discos con los contrastes negros de la sombra de los integrantes. “Nuestra segunda casa”, ya había dicho Paul Banks “siempre es un placer volver a México, son nuestro mejor público del mundo”.
Los cientos de seguidores de la banda no dejaron de corear el nombre de la agrupación y de ondear banderas con el rostro de sus integrantes, entonces Daniel Kessler inició con la interpretación de ‘Public Pervert’, el séptimo track de Antics (2005) seguida por ‘All The Rage Back Home’, el único tema de El Pintor (2014) que inundó el teatro de sonido.
Procedieron a tocar una canción completamente nueva, ‘If You Really Love Nothing’ no había sido interpretada previamente y tampoco había sido lanzada en forma de sencillo. Es una canción con una base rítmica repetitiva y un trabajo de guitarras mucho menos brillante del que estamos acostumbrados con Interpol, en su lugar presenta barridos krautrockeros. Es un tema interesante y atmosférico, pero resultó en un pequeño let-down para un público que acrecentaba su intensidad.
‘C’mere’ hizo que todos se levantaran de sus asientos a lo que les siguió ‘Leif Erikson’, ‘the Rover’ y ‘Roland’. Nadie volvió a tomar su asiento, aunque todos decidieron mantener su compostura, aplaudiendo o moviendo su cabeza sin llegar a los gritos, brincos y empujones que reinaron en su presentación del año pasado.
‘Success’ fue una sorpresa muy bien recibida, el tema con que abre su infravalorado disco homónimo no había sido interpretada en años y tener ese trabajo de guitarras resonando a sólo unos metros fue una experiencia explosiva. “No sabíamos cómo ponerle a esta canción, se llama Number 10, pero nos costó trabajo. No sabíamos si ponerle ‘Number 9 o ‘Number 8’”, introdujo Banks con su excelente español.
Como dato curioso, él estudió la secundaria en la Ciudad de México previo a mudarse a Londres para estudiar Letras Inglesas, por lo que su relación con México va mucho más allá del intenso seguimiento que ha logrado en el país gracias a su banda.
‘Evil’ fue, como era de esperarse, uno de los mejores momentos de la noche. ‘Light’, ‘Anywhere’, ‘Now You’ve Seen Me At Work’ y ‘Slow Hands’ precedieron a un encore con la exquisita ‘Pioneer To The Falls’ cuya interpretación fue muy emotiva. Rodeados de los reflejos de tres bolas disco, la banda creo una atmósfera celestial para que la gente cantara los coros en soledad, “You Fly Straight Into My Heart, But Here Comes the Fall”.
La velada dio por terminada con ‘Mammoth’ y la infaltable ‘Obstacle 1’. Fueron 18 canciones coreadas y bailadas por todos los presentes, pero que de alguna manera no fueron suficiente, la gente se quedó esperando por varios minutos pidiendo el regreso de la banda, viendo fijamente hacia el escenario. La banda no volvió, pero hoy darán su segundo concierto en el Teatro, una experiencia mucho más íntima y relajada de la que nos tienen acostumbrados los neoyorquinos.