Es imposible no pensar en la obra maestra de Interpol y en su impacto como un producto de su tiempo. Tras un año de los atentados de las torres gemelas, uno de los sucesos que mayor impacto han tenido sobre la sociedad norteamericana, en especial sobre los neoyorquinos, llega una agrupación que rompe con récords críticos y de ventas con descripciones emocionales, bellos pero depresivos paisajes sonoros y una impactante estética.
Paul Banks describe amoríos destructivos, chicas depresivas, un pasado más brillante y largas noches esperando dentro de la obscuridad del subterráneo por la llegada de la luz del metro. Todas las canciones llevan a una cosa: Prender las luces brillantes, alejarte de la obscuridad, tomar un camino distinto, dejar la enajenación a un lado en una batalla interna por la cual todos los neoyorquinos, como los cuatro miembros de Interpol, pasaron tras la caída.
El disco se volvió universal y logró romper la barrera del tiempo gracias a que sus temas y sentires son universales. La elegancia melódica de las guitarras de Daniel Kessler se volvió una marca inconfundible dentro de la industria, así como el puntual bajeo de Carlos Dengler, la facilidad para crear fuertes secciones rítmicas de Sam Fogarino y la distinguida voz de Banks. La banda poseía una fuerza envidiable que perdió un poco de su brillo gracias a una comparación desafortunada.
‘Interpol suena a Joy Division’ empezaron a afirmar los críticos de todo el mundo, iniciando de esta manera la moda del reseñar discos comparándolos con obras del pasado y no con el sonido que el mismo carga. Los ‘revival’, movimientos y géneros que se empezaron a gestar durante la pasada década gracias a esta tensión de querer siempre ver en el presente algo del pasado.
Interpol sí sonaba a Joy Division, pero sus integrantes ni siquiera habían hecho esa conexión al lanzar sus primeros Ep’s, cuatro materiales que fueron fuertemente aclamados, que les consiguieron un puesto importante dentro de la industria under de Nueva York y que finalmente, tras cuatro años de organizar tocadas clandestinas con bandas hermanas como The Walkmen o Yeah Yeah Yeah’s, les consiguió un contrato discográfico con Matador Records.
Impresionado por la forma en como la banda se manejaba a sí misma, la gente de Matador los contrató más por la estética y la forma de vestir del cuarteto que por su música. Daniel Kessler en el pasado había sido manager y R.P. de disqueras independientes y sabía cómo hacer para que una banda sobresaliera. Así que, cuando conoció a Paul Banks y observó que ambos tenían intereses y una visión parecida respecto a cómo una agrupación debía de ser, no dudó ni un momento en integrarlo a su grupo que ya tenía al fashionista Carlos Dengler en sus filas.
Los Ep’s son un documento importante para entender la forma en como este disco fue gestado. El primero de ellos muestra a una banda con grandes ideas, nula idea de producción y un poco falta de química, con elementos a destiempo y otros que se sienten fuera de lugar. PDA fue una de las canciones que nacieron de este material, una canción que fue, en su mayoría, construída por Carlos Dengler. Él y Paul tuvieron diferencias dentro de qué camino instrumental la banda debía de llevar. Carlos quería sintetizadores y más elementos derivados de la música ambiental, Paul estaba seguro de que esas sensaciones se podían alcanzar con las guitarras de Daniel y las líneas del mismo Dengler.
Al final el camino que tomó el disco fue el que Paul Banks eligió y todos se lo agradecemos, no se necesita más de que la agrupación propone para crear himnos inmersivos. No hay más que escuchar el primer track del mismo para darnos cuenta de ellos ‘Untitled’ son tres minutos en los que tres capas de pellizcos a las cuerdas de guitarra nos guían por uno de los subterráneos que nos muestran las fotografías del disco. Una pieza a la ‘Disintegration’ de The Cure que destaca por su belleza y su incremento de tempo en la segunda parte de su duración.
‘Obstacle 1’ es seguramente la canción más reconocida del material. Una línea de guitarra inconfundible abre a la sección rítmica construida por Sam y por Carlos con inteligencia, un bajo que baila (literalmente) en compañía del ya clásico audiovisual que acompañó a su lanzamiento. La emotividad de Paul al cantar sobre la chavita que lo ha decepcionado es sin lugar a dudas uno de las interpretaciones más enérgicas y memorables que ha otorgado.
Posteriormente la banda rinde homenaje a la ciudad que les abrió las puertas años antes con ‘NYC’, una oda al amor que le tenían a Nueva York, en donde se describe la enajenación y tristeza que se vivió en la ciudad durante el año que la banda se tardó en grabar el disco. El mismo año que pasó entre el 9/11 y el lanzamiento del material.
‘PDA’ sufrió cambios en su lírica debido a esto. Una canción pegajosa que trata sobre la enajenación y la depresión representadas dentro del sueño, en donde la mancuerna entre las guitarras de Kessler y el bajo de Dengler luce mejor que en cualquier otro corte del disco. Mientras que ‘Say Hello To The Angels’ da un momento mucho más rápido, bailable y lleno de tensiones.
‘Stella Was a Diver and She Was Always Down’ es la línea que marca el inicio de la canción con el mismo nombre. Una bella pieza que inicia con la instrumentación atmosférica que caracteriza a la banda y que ve incrementos en su tempo conforme los coros y los versos llegan y van.
El resto de las canciones hablan sobre culparse a sí mismo tras el fracaso (The New), sobre la gente de Nueva York (Roland) y sobre el primer hombre que llegó a América (Leif Erikson) sin haber ganado el reconocimiento histórico que se merece.
Las líneas dentro del disco y su material gráfico habla tanto de cómo Interpol opera en sí mismo, como de la ciudad en la cual la agrupación creció y se gestó. Es interesante que una banda de ‘extranjeros’, tomando en cuenta que la mayoría de sus integrantes son ingleses, hayan lanzado el disco más importante para Nueva York durante una de sus etapas más complicadas. El documento que lograron ejercer con las descripciones en sus líricas, las fotografías y sobretodo, la carga emocional de su instrumentación, convirtieron a ‘Turn On The Bright Lights’ en un documento histórico, uno de los mejores discos de la historia y un material que será analizado por los años.