#DécadaWARP: Los mejores álbumes de la década y su resonancia cultural

// Por: Diego Galán

mar 24 diciembre, 2019

Acaba la década y solo es justo pensar en su vigencia. Alrededor de las diferentes expresiones culturales, vemos en retrospectiva a esos ejercicios cuya relevancia y eco permanece trascendente al día de hoy, todos con una perspectiva que los hace especial.

Aquí nuestra compilación de los mejores álbumes de la década.

Joy as an Act of Resistance – IDLES (2018)

Tras poco menos de una década de perfeccionar su sonido y discurso, IDLES lanzó Joy As An Act Of Resistance (2018) como uno de los materiales más aclamados de la década. Enfocados en cuestionar sus propios privilegios, el quinteto de Brixtol entregó en su segundo álbum a un material repleto de himnos dirigidos a resolver las mayores complejidades políticas que atraviesa Inglaterra y el mundo en el presente. Todo con líneas directas, sobre un noise-punk violento que golpea tan fuerte como su mensaje a favor del amor y la aceptación con los otros y con uno mismo. 

Del amor que se le tiene que dar a los migrantes en ‘Danny Nedelko’ a la aceptación de la vulnerabilidad en el clásico instantáneo contra la masculinidad tóxica ‘Samaritans’, la agrupación se distingue del resto por cargar una bandera que busca favorecer a las luchas sociales, a favor de la evolución del pensamiento retrógrada que nos ha arrastrado a los gobiernos de ultra-derecha que gobiernan ahora mismo en los principales países del mundo. Hasta ahora, su mensaje ha funcionado, pues sus dos materiales de estudio siguen siendo punto de referencia para los estudios alrededor de feminismo.

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Puberty 2 – Mitski (2016)

Para el 2016, al menos ya había un pulso sobre la década. Uno que para bien o mal, en la rapidez de sus micro-géneros había creado un entendimiento de la vigencia y lo expirado. Uno que puso en tela de juicio los sonidos observados en el ramo de  lo alternativo, convertido en un refrito de formato de rock, la manera en que nos relacionamos con la producción de música electrónica y claro el alza de hip-hop como vehículo para el pop.

La cantautora japonesa-americana bajo el nombre de Mitski, llegó con Lush (2012) y posteriormente con Retired from Sad, New Career in Business (2013), como una propuesta de indie rock, que si bien exhibió una mayor sensibilidad para líricas de carácter contemporáneo y gran destreza composicional, no distinguió en el panorama general de nombres con mayor seguridad frente a la novedad.

No fue hasta que lanzó Puberty 2 (2016), un álbum bien esperado, pero de ninguna manera prometiendo el éxito logrado que posicionó a Mitski como un verdadero exponente dentro de un género sumamente gastado. La pregunta obvia se torna al ¿Cómo?

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This Is Happening – LCD Soundsystem 

(2010)

Una de las agrupaciones más emblemáticas de la escena dance-punk neoyorquina de los últimos 15 años, decidió tomarse un descanso en 2011 tras casi una década de carrera y la publicación de tres fantásticos trabajos: el grandioso debut que significó su álbum homónimo LCD Soundsystem (2004), un disco que supo refrescar la escena dance de la década pasada, combinando de gran manera la música electrónica con elementos punk, tres años más tarde publicaron su álbum de confirmación y el que los marcaría como uno de los actos musicales más emocionantes, el magistral Sound of Silver (2007), el cual fue considerado un trabajo más mesurado respecto a su debut, donde se podía percibir una rebaja a la efervescencia punk, y donde se encontraban elementos más funk y groove bajo un formato más estilizado. 

Con estos antecedentes, la expectativa por el tercer trabajo de los oriundos de Brooklyn, New York, era de esperarse, y fue así como This Is Happening (2010) llegó para convertirse en la obra maestra del grupo liderado por el mítico productor, DJ y cofundador del sello independiente DFA Records, James Murphy, quien anunció la separación de LCD Soundsystem tras ese disco, volviendo a los escenarios cinco años después, en uno de los regresos más esperados de la presente década a pesar del corto periodo de ausencia de la banda.

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Shaking the Habitual – The Knife 

(2013)

Después del rotundo éxito de Silent Shout (2006), The Knife tuvo la tarea de lanzar un álbum que estuviera a su altura conceptual y comercial. El tercer álbum del dúo significó un parteaguas en su carrera, posicionándolos como una fuerza creativa capaz de competir con actos mucho más longevos. El mismo escurre elementos tenebrosos a pesar de no alejar a los hermanos Dreijer de sus raíces en el electro-pop bailable. En conjunto, los temas encajan a la perfección en el recorrido casi conceptual del álbum. Una inesperada gira por algunas ciudades europeas incrementó su reputación de aves raras, presentándose con una experiencia audiovisual sencilla pero bastante efectiva y cuyo final marcaría un descanso en la carrera de The Knife.

Karin Dreijer no desperdició el tiempo y en 2009 lanzó su primer álbum en solitario como Fever Ray. Un producto independiente pero bastante similar a lo hecho durante la etapa de Silent Shout, recurriendo nuevamente a elementos visuales siniestros, bizarros y llenos de mensajes ocultos. En vivo, la producción era mayor: una banda completa encargada de manipular diversos instrumentos durante una extensa gira de conciertos agotados que sólo acrecentaban la ansiedad por noticias sobre The Knife.

Tomorrow, in a Year se lanzó en 2010 a manera de soundtrack, tratándose de un disco casi imposible de escuchar por sus seguidores,  comisionado por una ópera danesa que inmediatamente los obligó a alejarse del electro-pop que invade la mayoría de sus composiciones, y acercándolos a resultados vanguardistas, experimentales y macabros pero mucho más sofisticados en su producción.

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Atrocity Exhibition – Danny Brown 

(2016)

¿Imaginaste alguna vez cómo sonaría Joy Division si tocara hip-hop? ¿O si los Radiohead rapearan? Solo una mente retorcida como la del versátil (y camaleónico) Danny Brown podría soñarlo, llevarlo a cabo y lograrlo a la perfección: Atrocity Exhibition (2016), su obra cumbre. Sí, Atrocity Exhibition, como el hipnótico tema inicial de Closer, segundo álbum de Joy Division, banda a la que el rapero de Detroit suele citar como influencia musical, junto a los de Tom Yorke y a Nine Inch Nails. Y eso se nota a la perfección en lo dramático, opresivo y gótico del álbum. 

Por aquellos años, cuando levantabas una piedra, aparecían cuatro o cinco álbumes de hip-hop. Ante esa situación, sobresalir era muy difícil, pero Danny Brown lo logró con un trabajo que tiene todas las características de un clásico de culto. No es tarea sencilla escapar de los temas que conforman Atrocity Exhibition. Desde el momento cero, hasta la última rima de ‘Hell for It’, el intérprete y un equipo de productores, músicos y compositores trabajaron a destajo para la construcción de un material dinámico, intenso, casi tan brillante, como peligroso y valiente, marcado por el peso de las rimas y un uso cuidado de los samples.

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Ravedeath, 1972 – Tim Hecker 

(2011)

El 2011, recién marcando la pauta para la década, llegó inesperadamente con una serie de lanzamientos de artistas veteranos y muchos de ellos en su late career. Artistas como Tom Waits con Bad As Me y Kate Bush con 50 Words for Snow, conviviendo con las figuras que serían las predominantes para la década como Gazelle Twin, St. Vincent, Bon Iver, Danny Brown y Nicolas Jaar. Curiosamente, en esta marea de nuevos álbumes, las figuras como Jaar, resultan interesantes, considerando la nueva distribución de la música electrónica en el ramo del alternativo, pop y más. 

Por años, la música electrónica ha luchado contra reducciones como la del dance music que amenazan con aislar la visibilidad de su abanico de expresión. Mientras que su uso en géneros tan específicos como el experimental es más que histórico, esencialmente estos, aún más de nicho, habían estado en seria necesidad de actualización y reivindicación para un nuevo milenio. 

Hoy Tim Hecker es reconocido como fundamental para la música electrónica experimental. En su trayectoria fuera de Jetone, ha creado un cuerpo de trabajo alrededor del ambient, drone y experimental registrado en aledaño y colaborador de figuras como Ben Frost y Daniel Lopatin. Su discografía en la década de los dos mil, marcó un camino claro a la exploración armónica, tímbrica y el diseño de audio con imprescindibles cómo Haunt Me, Haunt Me Do It Again ( )Harmony in Ultraviolet ( ). Sin embargo, para el nuevo milenio, Hecker mostró su ambición completa y qué mejor definición de la misma que Ravedeath, 1972 (2011).

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Blackstar – David Bowie 

(2016)

Son varias las razones por las cuales Blackstar (2016) será recordado como uno de los álbumes que marcaron esta década, alcanzando incluso un estatus de culto de manera inmediata. El material cargará con el estigma de haber sido el último trabajo en la vida de David Bowie, uno de los personajes seminales de la historia de la música contemporánea y la cultura pop en general, una figura que influyó a muchas generaciones de artistas a lo largo de cinco décadas, no solo a nivel sonoro, sino también a nivel estético. 

Su carrera será recordada por su innovación y constante evolución de obra, donde podía moverse entre los terrenos del glam rock, punk, art rock, new wave, pop rock, rock industrial, rock pop, e incluso el soul y el folk, dotando de una profundidad intelectual a cada uno de los estilos que iba adoptando. Su último trabajo no estuvo exento de estos preceptos.

Blackstar fue lanzado dos días antes del fallecimiento de David Bowie con la producción de Tony Visconti, productor de varios trabajos destacados del músico. Respecto a la muerte del británico el productor comentó: “Siempre hacía lo que le daba la gana. Y quiso hacerlo a su manera y de la mejor manera posible. Su muerte no fue muy distinta a su vida: una obra de arte. Hizo Blackstar para todos nosotros, su regalo de despedida”.

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X 100PRE – Bad Bunny 

(2018)

«A un año del huracán, todavía hay gente sin electricidad en sus casas, más de 3,000 personas murieron y Trump sigue negándolo», declaró Benito Martinez Ocasio, mejor conocido como Bad Bunny, previo a interpretar la canción ‘Estamos Bien’ sobre el escenario del programa de Jimmy Fallon en su debut en la televisión estadounidense. Una imagen que impactó en los televidentes del mundo al retratar un cambio importante dentro de la actitud y mensaje de las principales estrellas populares latinoamericanas.

La pieza fue escrita poco después de vivir los terrores del huracán más catastrófico en la historia de Puerto Rico. Una canción que funge como un tema motivador dirigido a su gente que resalta las cosas favoritas de Benito con respecto a su país en el video promocional, una isla por la cual ha obtenido una gran cantidad de credibilidad como artista y luchador social, resaltando la serie de protestas que lideró junto a Residente a mediados de este mismo año. Fuera del contexto del desastre natural, también funge a la perfección como el cierre de uno de los álbumes más densos, en cuanto a materia emocional, de esta década. 

No ha pasado un año desde el lanzamiento de X100PRE (2018) y el debut de Bad Bunny ya puede ser considerado como todo un hito para la industria de la música hispanohablante. A nivel comercial, no ha salido del top tres del Billboard Latino desde entonces; a nivel crítico, fue reconocido hace unos días por Pitchfork como el quinto mejor álbum del año. Pero lo más importante es su impacto social, puesto que inició lo que el intérprete considera como «La Nueva Religión», con millones de seguidores alrededor del mundo que se ha dejado seducir por su mensaje de justicia social y que ha quedado aferrado a sus letras, que presumen de un enfoque único en relación al desamor. 

Al igual que en su discurso e impacto político, en su música Benito genera un aura de poder y positivismo en relación a todas las dificultades por las cuales atraviesa un joven cualquiera. Contrario a la mayoría de las estrellas pop internacionales, cuando Bad Bunny le habla a su ex-pareja, no lo hace desde una posición rebajada, no llora, no implora, lo que hace es tomar su lugar con dignidad y relatar lo vivido, melancólicamente, pero también con bastante fuerza en sus momentos más frágiles… con un despecho impactante.

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High Violet – The National 

(2010)

Haciendo memoria, nos trasladamos hacia la primera parte de la década, allá por mayo de 2010. The National se enfrentaba a su momento: High Violet (2010), nuevo álbum de estudio, estaba próximo a editarse y los ojos de los fans, la prensa y los críticos especializados se situaban sobre la banda. La clave era saber si este trabajo mantenía o subía su nivel y si, de ese modo, los de Ohio ascenderían en la consideración y se volverían aún más populares. 

Casi 10 años más tarde, sabemos que el material fue un éxito total, un disco perfecto por donde se lo mire. Una obra rutilante dentro de la carrera de The National. La confirmación de que eran la mejor banda indie de aquel momento, perdón Arcade Fire. Pero como siempre, las cosas buenas también tienen sus detractores. Muchos criticaron que del excelente y magistral Boxer (2007) a este nuevo trabajo, no hubo ningún cambio sonoro ni de estilo. ¿Para qué cambiar? Si el estilo y el sonido “The National” ya está completamente consolidado, tatuado a fuego y es como la marca registrada de la banda. Sí reconocemos que los de Matt Berninger dotaron a sus composiciones con un toque de grandilocuencia épica que emociona. Sus texturas sónicas nos envuelven a cada escucha y podemos apreciar su talento a nivel compositivo y sonoro.

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To Pimp a Butterfly – Kendrick Lamar 

(2015)

En determinados momentos de nuestras vidas hemos escuchado la importancia de trascender, lo difícil de ello y la tenacidad y pasión que se necesita para llegar a lograrlo. Kendrick Lamar logró captar la atención dentro de la escena del Hip-Hop/Rap con su álbum debut Section 8.0 (2011), se hizo de un nombre dentro de ella con good kid, m.A.A.d city (2012) y trascendió fronteras con To Pimp a Butterfly (2015).

The New King! Lamar ha conquistado la industria del Hip-Hop tras una larga espera dentro del género. Parte de ello se debe a  su originalidad para componer en cada una de sus rimas, en las que aborda la muerte, el racismo y situaciones políticas poco agradables, en especial dentro de los Estados Unidos, para ser más específicos situaciones que son reales en su natal Compton.

El rapero esta consiente del reconocimiento que le trajo el material, con múltiples premios en diferentes categorías musicales, colaboraciones con sus influencias musicales, un buen puñado de fans alrededor del mundo, encabezar las principales listas de canciones y la huella que dejará para futuras generaciones. Pero, no todo es fama para él, debido a que se ha mostrado agradecido por el éxito que ha logrado con ello. Desde un principio Lamar no busco la fama ni el reconocimiento, él solo quería alejarse de la difícil situación de sus calles, expresarse de alguna manera e imprimir en música todo aquello que no podía expresar en ese momento.

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channel ORANGE – Frank Ocean 

(2012)

A principio de esta década las nuevas y pasadas generaciones pudieron ser testigos del surgimiento de un nuevo talento: Frank Ocean, originario de Long Beach, California quién fue considerado como uno de los mejores artistas del 2010, por parte de los medios y  crítica especializada.

El cantante se posicionó dentro de la industria musical con Channel ORANGE (2012) como uno de los principales talentos de aquel año, sin imaginar que esta carta de presentación le llevaría al reconocimiento mundial no solo de sus fans si no de múltiples personalidades musicales. Dentro del álbum, Ocean utiliza cierta sutileza musical para plasmar lo que hay en el interior de su mente, con notables cambios de ritmo y colaboraciones que incluyen a Earl Sweatshirt, John Mayer y el emblemático André 300 de Outkast.

Para ganar el lugar como uno de los mejores discos de la década, hace falta un poco más que buena voz, estilo, ritmo o composición musical. La pasión por el trabajo fue la clave que ha llevado al californiano a llegar más allá de los Estados Unidos. A tan solo un año de haber publicado dicho material, el cantante se hizo acreedor de dos premios Grammy, el primero como Mejor Álbum Urbano Contemporáneo y el segundo como Mejor Colaboración de Rap gracias a su intervención en Watch the Throne (2011) de Jay-Z y Kanye West.

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The Money Store – Death Grips 

(2012)

Los primeros años de cualquier fenómeno cultural son dificil para usar como diagnóstico generalizado. El 2012 se vió laxo dentro de su oferta musical, esto hablando de su variedad y cantidad de oferta, además de ser de alguna manera un año donde los grandes referentes eran pertenecientes a un pasado ya arraigado.

El R&B reindivicado en Channel ORANGE de Frank Ocean, Kendrick Lamar posicionándose como la voz más vigente en good kid, m.A.A.d. City y el punto cumbre de la trilogía de un nuevo outfit de Swans con The Seer.

En este contexto y solo un año después del debut de Death Grips con Exmilitary (2011), llegó The Money Store. El proyecto experimental de Sacramento, cuya única información desprendida al momento era la referencia de Zach Hill. 

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Carrie & Lowell – Sufjan Stevens 

(2015)

El álbum que Sufjan Stevens le dedicó a dos de las personas que más lo influenciaron en su vida: su madre Carrie, fallecida en 2012, y Lowell, su padrastro. El séptimo álbum del artista de Michigan intentó llenar el inmenso vacío dejado por el luto. Fue un trabajo para disfrutar en silencio y descubrir esos aspectos personales de Stevens menos conocidos; cuarenta y dos minutos a lo largo de once canciones, en donde el cantautor explora lo más profundo y triste de la vida. 

Musicalmente hablando, Stevens coqueteó, a lo largo de su discografía, con varios géneros y estilos. En BQE (2009), combinó la electrónica y la instrumentación sinfónica. En The Age of Adz (2010), la electrónica no desaparece, aunque le cedió terreno a ritmos de otros estilos de música que se fusionaron y crearon una mezcla mucho más ecléctica. Con Carrie & Lowell, mostró una especie de regresión hacia los inicios de su carrera, donde predominaba el folk. Su último trabajo es una joya íntima, cristalina, emocionante y sincera.

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Halcyon Digest – Deerhunter 

(2010)

Deerhunter es uno de esos extraños casos de una banda que álbum tras álbum demuestra su innegable genio sonoro, si bien es cierto que cuentan con una fuerte base de seguidores devotos a su música y gran parte de la crítica especializada los posiciona como una de las grandes bandas de las últimas dos décadas, por alguna razón no han recibido la atención a gran escala que una banda de su calidad merece.

Adicional a esto, cuentan entre sus filas con uno de los frontman más fascinantes de los últimos tiempos, esto en la enigmática y talentosa figura de Bradford Cox, quien padece de una extraña enfermedad conocida como Síndrome de Marfan, lo que explica su apariencia, altura y delgadez. El genio de Cox lo ha hecho responsable de liderar dos de los proyectos definitivos del art rock y el noise pop de los últimos años: Deerhunter y Atlas Sound.

Con un estilo sonoro que puede ir del noise pop, art rock, shoegaze, krautrock, dream pop, psychedelic pop, Deerhunter ha construido una carrera bastante interesante y un poco turbulenta a la vez. Con varios cambios de alineación, los oriundos de Atlanta, Georgia, Estados Unidos, han sufrido varias bajas debido a la muerte de Justin Bosworth y Josh Fauver.

Bradford Cox y Moses Archuleta, los fundadores de la banda, son quienes se han mantenido en firme desde 2001. Además, ellos son responsables de entregar tres de los mejores álbumes de la década pasada en la figura de los grandiosos Cryptograms (2007), Microcastle (2008) y Weird Era Cont. (2008), el grupo liderado por Cox logro captar la atención de los medios especializados por su constante reinvención y evolución sonora en cada trabajo que presentaban.

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Sunbather – Deafheaven (2013)

Poco antes del lanzamiento de Sunbather (2013), las mentes detrás de Deafheaven vivían en una camioneta compartida a la cual estacionaban en las calles de San Francisco, California. El vocalista George Clarke y el guitarrista Kerry McCoy se habían conocido poco antes, mientras estudiaban la preparatoria, uniéndose por un amor a la música de todos los géneros y a las drogas. Durante meses ahorraron todo el dinero que no gastaban en dealers para rentar un estudio cercano y grabar su segundo álbum de estudio, el cual terminó por definir a la década en el metal, dejando una huella en el género que nunca va a ser borrada. 

Ellos llegaron con una mezcla de sonoridades extravagante con los guturales opresivos del black-metal, siempre en su centro, pero lleno de adornos que derivan de guitarras repletas de feedback, con influencias evidentes del shoegaze más atmosférico; paisajes instrumentales limpios, largos y a constante up-tempo que derivan del post-rock más sofisticado; melodías a piano que presentan los tintes melancólicos de la música romance; y además, detalles a modo de coros góspel, arpegios del rock alternativo y hasta sintetizadores synth-pop.

Una mezcla cercana a lo que ya habían experimentado agrupaciones de principios del siglo, como Alcest o Wolves in the Throne Room, pero con un ajuste que fue muy importante para otorgar de un nuevo sentimiento y de un nuevo público a la mezcla: Un discurso basado en el romance y alejado de los convencionalismos masculinos del público metalero. Una postura que se ve mejor representada en la carátula de Sunbather (2013) con sus letras minimalistas color hueso sobre un rosado brillante. 

Es un material lleno de ambivalencias, de momentos obscuros regidos por gritos guturales, densas guitarras y baterías que no se quedan quietas con un fondo en donde siempre está presente un fino arpegio de guitarra, una secuencia preciosa de notas en piano o unos coros angelicales que cuando salen a la luz entregan momentos melódicos llenos de paz. Es la luz contenida dentro del completo desastre, es llegar a tu casa tras tener que introducirte en un túnel lleno de obscuridad y suciedad, es buscar lo más hermoso de la vida dentro de la imperfección del mundo. 

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