En éste 2018 se llevó a cabo la edición número diecinueve del Festival Iberoamericano de Cultura Musical Vive Latino, concepto nacido en 1998 que a lo largo de dos décadas se ha efectuado anualmente, a excepción de 1999 y 2002 en los cuales, por razones ajenas al festival, no pudo realizarse.
Desde su origen, éste encuentro de músicos y creadores con el gran público tenía como principal objetivo programar a las bandas ya posicionadas junto a las emergentes, en un line up que representara a los mejores y más originales exponentes de lo que en aquellos años se abanderaba como “Rock en tu idioma”, una postura cultural que desde la primera mitad de los ochenta se había venido consolidando a todos los niveles.
Salidos de España, Argentina, Colombia, Chile y México principalmente, se proyectaban grupos, artistas, compositores e intérpretes que, a través de grandes discos y memorables sencillos, fueron creando una escena que trascendía las fronteras del rock como un género nacido en el territorio de lo anglo, para darle una personalidad y un nuevo lenguaje, más que un nuevo idioma.
Bandas clásicas y cantantes como El Tri, Miguel Ríos, Danza Invisible, La Castañeda, Los Tres de Chile o Santa Sabina, se vincularon a grupos considerados de vanguardia por aquellos días como Café Tacuba, Control Machete, Molotov, Todos tus Muertos o Resorte para ofrecer, en la primera edición del Vive Latino, un cartel sumamente ecléctico que, además de rock, ofrecía también ciertos coqueteos con el Hip Hop, el Ska, el Pop y las fusiones electrónicas.
Teniendo desde siempre al Foro Sol de la CDMX como venue y con el esfuerzo operativo y logístico de OCESA, el Vive ha tenido diferentes formatos a lo largo de su historia, ha durado desde 1 y 2 hasta 4 días, ha tenido en ocasiones tan solo un par de escenarios y en otras más de seis, en 2004 incluso se llevó a cabo simultáneamente en una sede alterna en la ciudad de Guadalajara y en 2007 se hizo el intento por llevarlo a otras latitudes, con una floja edición del Vive Latino en Chile.
Sin embargo, las mutaciones más evidentes de este festival se han dado en los criterios de selección de los grupos y artistas, así como de los conceptos y contenidos que se presentan año con año.
Para las ediciones del 2005, 2006 y 2007 el reggae jamaiquino se hace presente con proyectos como The Wailers, Desmond Dekker y The Skatalites, en los años siguientes bandas mexicoamericanas como Ozomatli o Brujería y algunos grupos británicos como Steel Pulse o Magic Numbers, también pisan el escenario, lo que denota una clara tendencia de los organizadores del festival a ampliar las fronteras de un evento Iberoamericano y Latino, para proyectarlo como un encuentro con la música mundial.
Luego del 2010 la música electrónica comienza a cobrar fuerza dentro del Vive, dejando claro que el rock y sus géneros afines ya no son el único criterio aplicable en la planeación del festival. The Chemical Brothers, 2 Many DJ´s, Nortec Collective, Sussie 4, Dapuntobeat y una buena dosis de DJ´s y Live Acts nacionales e internacionales han podido circular por los escenarios del festival en diversas ocasiones, capturando de inmediato la atención y el gusto de la audiencia.
Al igual que los grandes eventos musicales a nivel masivo, el Vive Latino ha tenido que capitalizarse a través de la inclusión de muchas marcas, llegando a personalizar los escenarios para cada una de ellas. INDIO, Telcel, Doritos y AT&T, entre otras compañías, han tenido los recursos para apropiarse de cada uno de los stage, ofreciendo experiencias brandeadas al público asistente.
Eso ha logrado también convertir el festival en un mercado importante para los más diversos productos que sigue siendo criticado por los altos precios que la comida y la bebida que se ofrecen dentro del festival, haciendo que la asistencia al Vive por parte del espectador promedio implique la inversión de una significativa cantidad de dinero, entre los boletos, la cerveza, los snacks y los souvenires que se venden por todo el lugar en cada nueva edición.
Pero todo valdría la pena, las largas caminatas de un escenario a otro para ver la mayor cantidad de actos posible, el calor y la intemperie, el hacinamiento entre el enorme público que cada año es más nutrido, la chela tibia luego de horas bajo el sol, los problemas y costos del estacionamiento y el transporte, todo sería poco si el line up valiera la pena.
Y es que ciertos desplantes y situaciones impredecibles en diferentes ediciones del Vive hicieron sentir a la gente que algo se estaba deteriorando: la intempestiva cancelación de Morrissey en el 2012, la presencia de conceptos fuera de contexto como Los Tigres del Norte o Los Ángeles Azules, la extrañísima colaboración entre Silverio y la Tesorito, fueron algunos de los eventos que, junto con la expansión del cartel a géneros cada vez más eclécticos, fueron desencantando a la audiencia, repercutiendo en la asistencia al festival y en los comentarios subsecuentes en redes sociales que se llenaron de hate y menciones mordaces.
Tratando de solventar esta situación y conscientes de que además de la audiencia cautiva, el Vive estaba atrayendo también a nuevos públicos, los organizadores decidieron crear otros conceptos dentro del festival, como Casa Comedy, espacio dedicado a la presencia de importantes comediantes y standuperos, Carpa Ambulante, zona dedicada al cine y la música alrededor del noveno arte, y la Carpa Intolerante, lugar único dentro del Vive Latino enfocado a impulsar a los sellos independientes y artistas en desarrollo.
Para éste 2018 el Vive trascendió todas las fronteras y de muchas maneras se recuperó de sí mismo, a su esencia, a su naturaleza, pero al mismo tiempo mostró su capacidad de adaptación y su gran disponibilidad para evolucionar a la mejor versión posible.
Latinoamérica sigue siendo representada en todos su frentes de batalla: de Gondwana a Fito Páez, del IMS a Los Amigos Invisibles, desde el Cartel de Santa a la Mala Rodríguez, de Molotov a Panteón Rococó pasando por el Rock en tu Idioma Sinfónico o la revolución de Residente, el Vive sigue levantando su poder latino al mundo, a través de la música emocionante y combativa que nos caracteriza.
Pero al mismo tiempo, ha sido escenario de varios de los más importantes shows a nivel mundial: la fuerza imparable de Noel Gallagher y sus High Flying Birds, la intolerancia a la dictadura de las Pussy Riot, el poder oscuro de Morrissey y la energía imparable de Queens of the Stone Age hicieron de esta edición del Vive Latino un evento pleno de todo lo que un gran melómano quiere disfrutar.
Fue la increíble presentación en vivo de Gorillaz, un concepto lleno de misterios y leyendas urbanas y completamente desafiante en lo musical, el que cerró el Vive, dándonos la noción clara de que estábamos atestiguando un parte-aguas en la evolución de los conciertos con un show que se esperaba completamente virtual y que terminó siendo una aventura sensitiva y sonora indescriptible, con voces de góspel y soul, beats imparables y un ensamble instrumental en el que Damon Albarn y sus geniales músicos navegaban a voluntad.
Ese es el poder de un gran festival, congregar a los mejores exponentes de la música en vivo que solo a través de su arte y talento logran actuar como chamanes que captan la energía latente en el público, la transforman y la devuelven enriquecida, haciéndonos sentir que algo cambia dentro de nosotros… es el poder del Vive Latino que desde México y para el mundo sigue siendo el festival que nos da identidad a todos los que nos gusta asumir la música como un estilo de vida.
Veremos qué sorpresas nos depara el Vive para el 2019, ya estamos ahí.