Esta mañana, el aclamado exponente de rap-experimental Danny Brown rompió con un silencio creativo de tres años con el estreno de su sencillo ‘Winter’, el cual estrenó durante un episodio en vivo de su podcast Your Mom’s House.
Tras finalizar, subió “Winter” a SoundCloud sin ninguna explicación, excepto una nota en Twitter que decía que la canción “también fue producida por mí”. El ritmo malhumorado gesta una tensión única entre los tambores y los instrumentos de viento de madera en clave menor, sonando como una actualización moderna de la fórmula Wu-Tang Klan.
No hay gancho, pero Brown brilla en la interpretación de sus barras, mezclando su flow de forma constante, lanza frases clave y mezcla reflexiones personales con su ficción ya clásica.
Daniel Dewan Sewell nació el 16 de marzo de 1981 dentro de un hogar establecido en El Centro del crimen pandillero de Detroit, Estados Unidos. Sin embargo, su familia siempre estuvo bien relacionada con la sensibilidad música. Su padre es un DJ de música house que le enseñó a temprana edad los álbumes de intérpretes clásicos del hip-hop, como Roy Ayers, LL Cool J, Esham y A Tribe Called Quest. A la edad de siete años ya empezó a crear sus propias rimas, influenciado en esos discos y en los libros del Dr. Seuss.
Con una adolescencia tormentosa, basada en sus pasos como distribuidor de drogas, Danny Brown logró encontrar un escape de aquella carrera en la música, fundando el grupo Rese’vor Dogs en el 2003, el cual fue posteriormente disuelto para iniciar una larga y prolífica carrera como solista, la cual inició con la publicación de the Hybrid (2010), un álbum conceptual en el cual relata segmentos de su vida como delincuente diluidos como relatos de una ficción sci-fi.
Con XXX (2011) y Ols (2013), recibió aclamación crítica debido a su directa confrontación con su público, creando canciones que sirven como una meta-narrativa en la cual se critica a sí mismo como rapero, como músico y a aquellos que lo escuchan. Son dos materiales densos con influencias en el grime británico que muestran una bipolaridad latente y muy estimulante.
Sin embargo, fue hasta la publicación de Atrocity Exhibition (2017) que Brown encontró el reconocimiento comercial. Su álbum que sirve como una oda al consumo del dolor ajeno, representado en su auto-explotación artística con fines de entretenimiento, ha sido reconocido como uno de los mejores trabajos de la década por publicaciones como Complex, Stereogum y Pitchfork.