“La electrónica es libertad”, fue un pensamiento intermitente que se convirtió en conciso luego de la plática con Ela Minus, un alma rebelde, contestataria e inquieta, motivada por construir un camino veraz y auto-satisfactorio de sí misma, donde solo ella pueda decidir sobre quién es y qué quiere hacer.
Todo esto a través de un discurso que no se limita a lo verbal, pues éste se balancea entre los sonidos más puros de la electrónica altamente influenciada por la síntesis análoga, pero con un propósito que la colombiana jamás ha dejado de lado ni un segundo en su carrera: Ser auténtica, crear, y que estas mismas creaciones signifiquen algo, tengan un sentido de existir, ya sea para un cambio personal o colectivo.
En 2020 Ela Minus estrenó su álbum debut, acts of rebellion (2020), un álbum que aborda directamente lo anterior, en sus palabras “una invitación a cuestionar”, cuestionarse por todo lo vivido, lo visto y lo impuesto más que nada; el buscar ser un espíritu libertario para el correcto -en consideración propia- desarrollo de la persona. El disco fue bien recibido por la crítica especializada, y creó un nicho importante alrededor de todos sus fans por el mensaje tan socialmente activo que presentaba.
Recientemente la colombiana firmó con la disquera Domino para el lanzamiento de su disco, disquera que ha llevado al estrellato a artistas como The Kills y Arctic Monkeys. Además, reversionó la canción ‘Hold On’ de Little Dragon y se le ha visto colaborando con artistas que van desde Buscabulla, Helado Negro y CLUBZ.
Ela Minus tuvo una aparición en la pasarela Fall-Winter 2021/22 Haute Couture de Chanel, donde dio un show mostrando todo su potencial, además de su ecléctico catálogo musical donde transmite emociones a través de su constante auto-descubrir del mundo.
Me gustaría que me platicaras tus inicios. ¿Cómo empiezas tú en la música? ¿De dónde surge tu inquietud? ¿Dónde te das cuenta que quieres dedicarte a la música?
Empecé en la música desde muy joven, nunca tuve un momento definido como muchas personas, con cualquiera que sea su profesión, de decir ‘ok, esto es lo que voy a hacer el resto de mi vida’, simplemente empecé tocando piano y después hice una banda con mis mejores amigos de la escuela, a los 9 o 10 años. Finalmente cuando llegó el momento de decidir qué iba a hacer de mi vida, tenía 18 años, ya tenía 8 año tocando con la banda. Me pareció suficiente razón para dedicarme de lleno a esto. Nunca he tenido una razón para cuestionar lo que estoy haciendo. Siempre me ha atraído la música.
Estudié música en Berklee College of Music. Cuando me gradué en Bogotá, realmente quería hacer esto, apenas sabía tocar la batería, y en Colombia solo había conservatorios. Entonces solicité allá en Boston y me aceptaron; hice dos carreras: Una fue batería de jazz y la otra síntesis de audio.
Lo de la síntesis de audio me parece interesante. Muy pocas personas actualmente lo toman en cuenta, más que nada por los avances de la tecnología. Normalmente esto era algo muy usual en todos los músicos y más con estas bandas con estos sintes análogos que terminaban por construir sus sintetizadores.
“Sí, yo trabajé construyendo mis propios sintes, justamente por lo que dices, no crecí tanto con ese mundo de música electrónica. En mi concepto de esa música es que eran computadoras. Paulatinamente me fue interesando cada vez más, me fui enamorando y conocí de todo este mundo que había antes de sintes análogos. Me parece fascinante, ver a todos estos inventores que me parecen científicos con alma de artistas, que decidieron usar sus conocimientos para convertir electricidad en audio y después diseñar eso para que un música lo pudiera usar para crear música”.
Y ya tocando este tema, ¿qué músicos llegaron a influenciarte? No necesariamente que tengan influencia en tu música, sino también influenciarte a ti a ver el aspecto artístico de otra manera.
Cuando me preguntan esto siempre pienso primero en Fugazi. Yo sé, era una banda que no usaba sintes ni nada electrónico, eran punks. MI hermana me regaló un CD cuando yo era chiquita y tiene dos cosas que me cambiaron mucho la vida: Es súper melódica, por más de que fuera punky tenían melodías y letras que te tocaban el corazón. Y lo otro es que abordaban ciertos statements, ciertos requisitos viéndolo de alguna manera.
Por ejemplo, tocaban en conciertos únicamente si el dinero del boletaje sería donado a caridad. Pagabas un dólar por entrar a un concierto suyo y cinco por un CD. No tenían nada de merch. Todo era a su manera, y no jugaban con las reglas de nadie más. Ese concepto me influenció muchísimo.
La segunda es Radiohead, ya mucho más musicalmente. Fue cuando empecé a escuchar sintes y familiarizarme con ellos. Me sirvió como puente; de escuchar bandas de rock y punk a adentrarme al universo de la electrónica.
¿Actualmente escuchas algunas otras bandas?
Claro, muchísimas. Escuchar música es lo que más hago en mi día a día. Me encanta Caribou, me encanta Four Tet, todavía escucho bastante a Radiohead. Me gusta mucho toda esta onda del hardware de Holanda.
¿En qué momento te surge la inquietud o necesidad por irte a vivir en Brooklyn?
Cuando me gradué de Berklee, ya estaba aburrida de la escuela por muchas razones, y estaba frustrada con ambas carreras. El último año busqué trabajo como pasante de alguna empresa que hiciera hardware. Hace tiempo alguien me regaló un sinte chiquito precioso, era nuevo.
Como que no conocía muchas empresas que hicieran hardware nuevas, ¿me entiendes? Era una compañía muy pequeña en Brooklyn y les escribí, no buscando trabajo. ‘No me paguen, yo solo quiero ir a aprender’. Los planes me salieron bien y me ofrecieron directamente un trabajo en Nueva York. Tenía también una banda que residía allá en ese momento, entonces había motivos suficientes.
¿Y ya estando Nueva York es cuándo empiezas a trabajar en tu álbum, el acts of rebellion (2020)?
Sí, no inmediatamente, me demoré un poco. Es que realmente no tenía este proyecto. Solamente trabajaba en las sintes y tocaba la batería para otras personas en estudio y de gira. Pasaron dos años de ya estar en Nueva York y me aburrió el estilo de vida que llevaba, y surgió la iniciativa de hacer un proyecto sola. Allí comenzó este proyecto solista, Ela Minus, hice un EP y lo subí a YouTube, instantáneamente comencé a tocar en vivo. A todo concierto que me ofrecían decía que sí, no importa dónde fuese, lo aceptaba. Me mantuve tocando en vivo por dos años, hice un par de EPs más y de allí salió el disco, igualmente en Nueva York, todo hecho desde mi casa.
¿Qué es lo que te influencia de forma personal a crear el disco?
Los conciertos que yo estaba dando. Yo me consideraba baterista, ya me generaba dinero, ya me daba de comer, tenía una vida que funcionaba. Y el proyecto solista era más como un hobby, algo que no me tomaba tan en serio, pero después de un par de años fue esa misma libertad de no tomármelo en serio la que me llevaba a improvisar en los conciertos, porque no tenía tantas canciones. Tenía las máquinas y tenía un público. Sentía que lo que me estaba haciendo feliz era esa necesidad de estar presente en el show, leer un poco a las personas y traducir eso en música para darles lo que yo creía que ellos querían en ese momento.
Años después pensé que lo que estaba haciendo era precioso, ya sean dos o cien personas viéndome sobre el escenario, pero la conexión era única. Me estaba cambiando la vida. Nada de lo que había hecho antes me había hecho sentir eso, el mirar a los ojos a otro ser humano y, con la música, teníamos un momento único. Fue esta la razón para hacer el álbum, crear algo más contundente y formalizado que un EP.
¿Cuáles son los mensajes que acts of rebellion (2020) busca transmitir al escucha?
“El mensaje que yo quisiera transmitir es más como una invitación, una invitación a que hagan lo que quieran con su vida, que sean libres y que veamos que hay otra manera de hacer las cosas. Creo que siempre tendemos a callar esa voz en la cabeza que nos cuestionar nuestros deseos o sueños. Lo que hice antes del disco fue cuestionar absolutamente todo y encontrar mis propias respuestas a la vida, a la forma de hacer música, de existir, de encajar en una familia. Y de estas mismas cuestiones, logré encontrar maneras que me hagan ser mejor miembro de una comunidad. Honestamente creo que esto me ayuda a relacionarme mejor. Eso: Una invitación a cuestionar”.
Una vez tuve una plática que tuve con un músico de electrónica donde él decía que “la música electrónica se había creado con un discurso político, social, etcétera”. Eventualmente la música electrónica dejó de necesitar este argumento como tal, es meramente música para bailar. Hay tanto distractor de por medio que la música dejó de ser lo importante, dejando de tener un mensaje directo qué abordar. Y creo que viene muy bien que artistas como tú estén haciendo llevando un discurso con base en esta música electrónica. Ahora quiero que tú me digas cuál es tu postura acerca de la música electrónica y sobre toda este tema, y que va mucho sobre la cuestión.
Es un tema que me ronda bastante la cabeza como fan y como música, me parece interesante reducirlo a la música electrónica porque es un género con una historia increíble porque para mí fue súper liberador saber que existía este género por la frustración que sentía en aquellos años. Personalmente me sentía ofendida con la música popular porque parecía que me estaban tratando como idiota, como si yo no pudiera escuchar música compleja o igualmente hacerla. Encontrar la electrónica significó encontrar este espíritu de rebelión, de libertad, de fuerza. Es como el argumento que tiene el punk: Conocemos lo que está mal pero no nos sentamos a ponernos juiciosos, no, gritamos con rabia y convertimos esta frustración en música contestataria. Va muy de la mano con la libertad que dan los sintes.
Desde el principio me puse varias normas, como no usar computadora. Porque veía que toda la música, pop comercial o hasta la independiente sonaba igual, esto porque todos estaban usando el mismo instrumento: Una computadora. Eso nunca en la historia había pasado. Imagina que tú le dieras la misma guitarra con las mismas cuerdas y misma marca a todos los guitarristas del mundo, ¿cómo sonarían? Esa fue mi regla, además de cantar, porque en este género es muy fácil esconderse detrás de la estética, estás produciendo algo hermoso, sí, pero no estás transmitiendo ningún mensaje. No soy suficientemente madura para traducir sentimientos a música pero la voz es el sonido más honesto que tenemos.
¿Esperabas esta respuesta tan abrumadora y satisfactoria del público hacia tu disco?
Honestamente me voló la cabeza ver la respuesta del público y la conexión que tenían con él. Este disco me cambió la vida de muchísimas maneras, y realmente no esperaba nada de nadie. El álbum lo tenía que hacer por mí. Lo que más me fascina de esto es la conexión de la que te hablaba, y creo que ésta se debe a que la gente se da cuenta que soy una persona igual que ellos y lo único que hice fue ser honesta con lo que sentía. No espero nada a cambio. Lo hago porque quiero hacerlo.
¿Te gustaría hacer colaboraciones más adelante?
Sí, por supuesto, me gustaría mucho. En este disco hay solo una colaboración con Helado Negro, ‘close‘, que se dio de manera muy natural y orgánica. Lo puse como último track porque la gestación de este proyecto fue algo muy insular, muy personal, pero además funge como el inicio de un nuevo viaje, colaborativo, una apertura a nuevas canciones y proyectos con conjunto.
¿Qué sigue para Ela Minus?
Otro disco. Y seguir. Hay mucho qué decir todavía, tengo unas ganas enormes de solo crear más, y pues tocar en vivo. Este disco lo escribí exclusivamente para tocarlo en clubs chiquitos, conscientemente y ha sido surreal haber tenido que lanzarlo en un momento donde no hubiera shows. Pero resultó bonito, porque yo creía que hacer shows era lo que mejor se me daba, pero donde más he tenido éxito ha sido en un disco de estudio. Esto abrió la percepción de que hago buen arte grabado. Quiero grabar mucho más.