El pasado diez de abril, Rosalía dio una conferencia de prensa previo a su participación como headliner del festival Lollapalooza Argentina. Dentro de la plática con varios de los medios más distinguidos del país, un reportero la interrogó sobre la validez artística que tiene su tema ‘Con Altura’, una colaboración con J Balvin que sirve como un homenaje al reggaetón clásico. Ella contestó, “no sé si te das cuenta del momento en el que estamos: hoy en día el reggaetón y el sonido latino son el nuevo pop, y a nivel mundial”.
Tres días después, Rosalía se encontró sobre el escenario principal del Festival de Música y Arte de Coachella en el Empire Polo Club de Indio, California, como invitada especial de J Balvin, considerado como el evento musical más importante del año en todo América. Ambos tocaron ‘Con Altura’ sobre una producción alucinante, integrada por varias figuras gigantes y coloridas de personajes fantásticos, unas escaleras enormes, bloques, botargas e incontables bailarines. El día siguiente, el puertorriqueño Bad Bunny se presentó sobre el mismo escenario, un poco más temprano, pero con la mismo reacción y tamaño de producción.
“Nos demoramos quince años para que llegara el reggaetón a Coachella, es una gran oportunidad estar hoy representando a los latinos con mi música“, declaró el autor de Vibras (2018), álbum que llegó a lo más alto en las listas de los mejores materiales del año pasado por publicaciones como la Revista TIME y Rolling Stone, previo a iniciar una de las fiestas más intensas y críticamente aclamadas de la fecha, la cual aprovechó para mandar mensajes de lucha y perseverancia para todos sus “hermanos latinos”.
Pese a que el Festival de Coachella se ha establecido como uno de los eventos internacionales que mayor apoyo ha otorgado a la música latina, la historia que tiene con el reggaetón es bastante pobre.
A lo largo de los últimos 20 años ha presentado conciertos de agrupaciones de rock-pop como Kinky, Zoé, Babasónicos, Bomba Estéreo, Porter y Hello Seahorse! Además de presentaciones de leyendas como Café Tacvba, Los Amigos Invisibles, Molotov, Los Ángeles Azules y Caifanes. Sin embargo, poco había hecho Coachella hasta ahora para la música urbana latina, salvo por una presentación de Calle 13 en 2010 y otra de 3Ball MTY en 2013, ambas en horarios matutinos y en los escenarios de menor capacidad de público.
Sin embargo, el año pasado el cantante colombiano de 33 años de edad, llegó al escenario principal de Coachella como parte de una colaboración que tuvo con Beyoncé. Ambos tocaron ‘Mi Gente’ en la presentación más esperada de la noche. J Balvin se ha hecho un nombre internacional debido a su larga lista de colaboraciones, picando piedra poco a poco con artistas que evolucionaron de leyendas del reggaetón clásico como Don Omar y Daddy Yankee, a estrellas pop del tamaño de Justin Bieber, Maroon 5, Cardi B y Ariana Grande, sin mencionar aquella canción con la autora de temas como ‘Single Ladies’ y ‘Sorry’.
J Balvin y Bad Bunny lograron un momento cumbre para la historia del reggaetón. Fuera de sus comunidades latinas, en un espacio tan reconocido por ser anglo como el festival de música más visible del mundo. Cantando en español sobre su principal escenario, presentándose ante la mayor masa que ha tenido cualquier artista latinoamericano en la cita. “Me da gusto que haya espacio para el español en este evento”, le declaró Balvin a la robot Lil Miquela, cazadora cibernética de tendencias, en una entrevista en exclusiva.
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Tras quince años ininterrumpidos de éxitos internacionales, el género urbano no necesita de la legitimación de un festival como lo es Coachella, pero ver a tres de sus mayores exponentes sobre los principales escenarios de la cita nos hace ver que los prejuicios en contra de su sonido están empezando a desaparecer, por lo menos dentro del público anglosajón.
Tal vez sea porque ni J. Balvin, ni Bad Bunny, ni Rosalía, hacen reggaetón típico. Los álbumes que lanzaron a lo largo del año pasado fueron recibidos con aclamación crítica y comercial debido a la evolución que presenta para el sonido del género.
En Vibras (2018), J Balvin se centra en los ritmos de trap electrónicos, armonizados por voces de flamenco, instrumentaciones típicas del bolero, dembow y bases dancehall. Es un álbum diverso en sonidos e influencias que encuentra sus mejores momentos gracias a sus brillantes trucos de producción. Por otro lado X 100pre (2018) de Bad Bunny tiene puentes instrumentales psicodélicos, un uso intenso de la guitarra eléctrica, sintetizadores new wave y por momentos parece más un álbum de pop dosmilero que reggaetón per-se. Finalmente, tenemos El Mal Querer (2018) de Rosalía, del cual se ha desparramado tinta sobre su combinación de trap con flamenco.
Por el momento, parece ser que las bases del reggaetón están derivando en un sin fin mayor de sub-estilos. Contrario a los sub-géneros del rock que proliferaban hace diez años sobre los principales escenarios del festival, este sonido está en constante evolución y se presenta con muy buenas miras para seguir entregando artistas de relevancia, trabajos imprescindibles y sonidos innovadores para iniciar la próxima década.
Eso no quiere decir que sus exponentes olviden sus raíces. Además de entregar mensajes de amor directos a su natal de Colombia y el resto de Latinoamérica, J Balvin entregó un meedley en el cual enlazó clásicos como ‘Oye Mi Canto’ de N.O.R.E. y ‘Gasolina’ de Daddy Yankee previo a la presentación de la viral ‘I Like It’, su colaboración con Cardi B que se alzó el año pasado como la canción más escuchada del año en sistemas de streaming, alcanzado la clasificación seis veces platino a finales del 2018.
Para finalizar, queda clara la importancia de su presentación tras leer el mensaje que entregó a través de sus redes sociales. “Hoy es un día muy especial, siempre dije que el día que fuera a Coachella sería en una tarima y así fue. El año pasado estuve con Beyonce, hoy nos toca a nosotros los latinos y soñadores, a los que como yo no les da miedo seguir sus sueños y a que los llaman diferentes, pues necesitamos que sigan llamándonos locos cuando somos soñadores“.