Pasó muy poco tiempo para que Rosalía Vila Tobella regresara con un disco que impulsara al éxito de su disco debut, Los Ángeles (2017), material con el cual logró romper la barrera del lenguaje, incursionando en varias listas internacionales de los mejores materiales del año gracias a sus re-interpreataciones de clásicos del flamenco, incorporando elementos de producción contemporánea, dulces electrónicos y sampleos cinemáticos.
Aquel material fue un éxito crítico y comercial que llevó a esta chica catalana de 25 años a la atención mediática internacional. Sin embargo, a un mes del lanzamiento de El Mal Querer (2018), el disco ahora parece como un simple calentamiento a la espera del material 100 por ciento original que Rosalía compuso para el presente año. Un disco cuyo propósito original era el darle su título universitario a esta estudiante de música especializada en el flamenco, cuya hipótesis era la posibilidad de disrumpir con un éxito desbordante a un género que parecía intocable con electrónicos derivados del trap y un concepto que rodea al poder femenino de la novela occitana del siglo XIII, Flamenca.
Rosalía tomó a la tradición de su natal España para presentarla a una generación hambrienta de nuevos sonidos, combinándola con ganchos pop irresistibles, una producción de primer nivel y sonidos cinemáticos. Esto ha hecho que el disco sea uno de los más comentados y mejor criticados del año por una gran diferencia. Canciones como ‘Malamente’ y ‘Pienso En Tu Mirá’ han sido escuchados millones de veces en sistemas como Spotify y en redes como YouTube. Su estilo se ha transformado en uno de los trending topics del año, con frases como ‘Trá Trá’ siendo repetidas en forma de homenaje y cientos de famosos mostrándose encantados por su música, incluyendo una Halle Berry que se graba mientras baila sus canciones y un James Corden que la invita personalmente a participar en su programa.
Además, el concepto del disco es asombroso, con ilustraciones y videos que remarcan la religiosidad alrededor de una figura femenina que sufre por un desamor, pero que se alza al final como una figura iluminada, el tipo de figura que empieza a conspirar a tu favor al inicio de una entrevista, con fuertes abrazos y un interés real desde el primer contacto. “Vamos a mejorar tu mal día“, me comentó con una sonrisa, refiriéndose a tener una plática profunda sobre uno de mis discos favoritos del año, tras explicarle algunas incongruencias de seguridad de la Ciudad de México. “Estoy seguro de que lo harás, me encantan las personas abiertas y se nota que lo eres“, le contesté a lo que ella aseguró, “sí lo soy, muy abierta”.
¿Siempre has sido así?
Sí, es mi naturaleza, la gente me dice que soy muy alegre. Me encanta platicar con todos, sin prejuicios y me encanta estar en la calle.
Hace poco un libanés me empezó a hablar en la calle y tuvimos un encuentro muy espiritual, me sorprendió mucho generar un enlace tan poderoso con él porque ni siquiera compartíamos lengua. A veces las pláticas con desconocidos son una caja de sorpresas, puedes aprender demasiado.
Seguro no esperabas a que ocurriera una conexión tan fuerte y te llevaste un regalo. Qué bello, fue algo impensable. Supongo que fue un mundo que podría parecerte lejano, pero se rompió cuando se encontraron.
Leí que este disco, El Mal Querer (2018), derivó de un trabajo de tesis para tu universidad. Sin embargo, no sabemos cual fue tu anteproyecto, tu hipótesis del trabajo. ¿Qué era lo que querías lograr?
Pues mira, les dije que quería desarrollar un concepto de espectáculo que se alejara del tratamiento tradicional de los shows en vivo del flamenco. A partir de ahí decidí no quedarme solamente con lo de los conciertos, si no también en el desarrollo de la música, el concepto visual, la historia detrás del disco y de sus títulos. El trabajo final terminó siendo el disco, porque grabé en el estudio mientras realizaba la investigación. Estudié los sonidos, la producción, las composiciones y todo lo empecé a trabajar, fue algo muy paralelo. Desarrollaba la parte musical mientras realizaba la parte teórica. Lo único que al final no hice en mi práctica fue la puesta en escena, irónicamente.
¿Cómo es que elegiste el concepto del disco, en qué se relaciona con el flamenco?
Creo que todo está conectado. Para mí es interesante tocarlo todo y aprender de todo, estar encima todo el tiempo. Para mí el centro está en la música, mi centro a nivel creativo son los sonidos, pero a partir de ahí hay muchas otras cosas que gravitan a mí alrededor. La parte visual es un elemento más que refuerza a la propuesta musical y he dedicado un año y medio en el estudio, desarrollando la música, investigando la producción, composición y la escritura para desarrollar un disco como El Mal Querer (2018). Pero, al mismo tiempo no he dejado de estar involucrada en la parte del arte del disco, los videos y la puesta en escena. Creo que es importante.
Algo interesante de tus canciones es que son muy cinemáticas, incuso hay elementos que parecen sonidos diegéticos de una película. ¿Esa era la intención?
Claro, son sampleos y elementos que normalmente no escucharías en una canción. Hay canciones de todo tipo, hay temas que tienen motores y a lo mejor eso para mí es un elemento súper musical y percusivo, pero a la vez también puede tener una cabida súper experimental y puede reforzar esa idea agresiva de la canción del cuarto capítulo. Creo que es un disco que tiene capítulos, que cuenta una historia y un arco narrativo entero detrás y que a la hora de sugerir la narración, porque está sugerida, no quiero que esté implícita, creo que tanto por las letras y las decisiones en producción se sugieren mayores sensaciones y escenas de importancia para la historia.
Dicen que la historia está basa en una novela occitana del siglo XIII llamado Flamenca.
Es una novela de un autor anónimo que me sirvió para trabajar la dramaturgia, inspirándome en su núcleo narrativo que trata sobre una mujer que se enamora de un hombre con quien se casa y luego por celos la aprisiona. Con esa sinopsis pude saber qué historia quería contar y sus capítulos, aunque tienen muchas diferencias, pues no tienen e mismo final. El libro tiene un final inconcluso, cuenta con un triangulo amoroso y eso no tiene nada que ver con mi disco, mi material trata sobre una relación entre un hombre y una mujer.
¿Qué sentiste cuando leíste esa novela?
Me hizo cuestionarme respecto a si ha cambiado la forma en cómo queremos hoy en día, si hemos madurado en este sentido de amar y si el sentimiento sigue estando lleno de obscuridad, de celos y posesión. No creo que hemos trascendido, pero me sigo cuestionando.
¿Has leído ‘El Amor Líquido’ de un sociólogo llamado Zygmunt Bauman?
Claro, creo que hay mucha verdad ahí. Creo que la inmediatez nos condiciona, crecí en una generación rodeada de la inmediatez y la forma en como nos relacionamos se ha visto cambiada gracias a estas facilidades.
¿Y a ti cómo te gustaría amar?
Siempre intento hacer las cosas con amor, intento ponerlo todo el amor a todo lo que hago y para mí el sentimiento está relacionado con la pureza, puede ser inocente. Creo que cuando el amor es de verdad, es algo fácil, así que creo que siempre intento hacer todo con ello. Cada que hago música, entro al estudio, platico con alguien, cada paso que doy, cuando subo al escenario o estoy con mi familia o quien sea.
Me encanta la portada de tu disco. Es una figura muy religiosa, como si se tratara de una virgen y estas imágenes muestran elementos del código moral que fundó a occidente, basado en el sacrificio.
Recuerdo que de pequeña mi mamá me llevaba a misa y es verdad que las imágenes te hacen ser consciente del peso de la moral en la cultura, eso está ahí presente y creo el sacrificio es una forma de entender la vida y de entender al amor de una forma muy concreta. Yo siento el peso de la moralidad de una forma muy fuerte debido a mi conexión con mi espiritualidad y mis raíces religiosas, pero no creo que todo deba ser visto desde un puesto de sufrimiento y sacrificio. Creo que es una condicionante, pero me niego a pensar que todo se relaciona de ahí, no estoy segura de que el bien mayor venga del sacrificio.
¿A ti qué te dice tu propia imagen, la portada del disco?
Creo que es la imagen de una mujer fuerte y poderosa que se muestra al final del disco. Es el personaje femenino de El Mal Querer (2018), una feminidad fuerte, abierta, nada sexualizada. Es la imagen de mi protagonista al final de su camino, ya evolucionada, un reflejo del momento de iluminación.