En 1979 los agentes de relaciones públicas del sello inglés conocido como Beggars Banquet, Ivo Watts-Rusell y Peter Kent, decidieron fundar su propia disquera, una compañía independiente que funcionara como una prueba para los artistas que estuvieran interesados en entrar a la multinacional.
Resulta ridículo, pero el primer sencillo que salió a la venta a través de este pequeño sello terminó por convertirse en el punto de partida para la gestión de una nueva subcultura. Un hit dentro del underground de Inglaterra que marcó tendencia gracias a su sello indistinguible, el sello gótico.
Con ‘Bela Lugosi’s Dead’, Bauhaus logró una calca de la estética del expresionismo alemán en el cine gracias a su larga dinámica instrumental, su lírica influida en historias de terror y el arte del sencillo. Aunque varias agrupaciones como Wire y Joy Division ya habían logrado imprimir mundos desolados y grises dentro de sus canciones, normalmente se le conoce a este punto como el inicio de lo que se conoce como el rock-gótico.
Lanzada el seis de agosto de 1979, esta canción de más de nueve minutos de largo surgió como un requiem al actor que interpretó a Dracula en su versión cinematográfica de 1931. Peter Murphy, Daniel Ash, David J y Kevin Haskins se armaron de una influencia dub para desfigurarla dejando el bajeo constante y el ritmo repetitivo, pero integrando a la ecuación un espectral trabajo de guitarras, unas susurrantes vocales y por supuesto, el imaginario lleno de escenas aterradoras.
Sin embargo, probablemente lo más impactante de Bauhaus fue su acto en vivo que más que un concierto parecía un happening con Peter Murphy vestido como un vampiro, colgándose del techo de cualquier escenario como tal y escurriendo sangre falsa mientras cantaba -“Bela’s undead, Bela’s undead“-.
Pocos meses después, bandas como The Cure, Sisters of Mercy, Christian Death y Echo and The Bunnymen retomarían varios elementos del imaginario creado por Peter Murphy para sus propias obras, fue con el Seventeen Seconds (1980) de The Cure con el cual se dio el golpe definitivo a la subcultura que se dejó llenar de historias románticas llenas de sufrimiento y pérdida paranormal con su música, los libros de Anne Rice y películas como The Hunger (1983).