Cómo parte de la conmemoración de los 100 años de muerte y 140 de nacimiento, el Museo Palacio de Bellas Artes exhibe Zapata Después de Zapata, una colección de alrededor de 140 piezas inéditas, que exploran la formación y evolución de la imagen de héroe revolucionario.
Precisamente partiendo de la realidad en una imagen tan explotada como la de caudillo de sur, similar a la de figuras como Ernesto “El Che” Guevara, la exposición de Bellas Artes se enfoca en desarrollar las formas en que la imagen Zapatista se formó, las tensiones alrededor en su origen, su consagración icónica, la visión americana y eventual traspolación.
La pregunta es evidente, ¿qué significa Emiliano Zapata como símbolo? Esta exposición se orienta en la revisión crítica de las representaciones históricas de esta figura. Desde su formación hasta su tergiversación para bien y mal.
Luis Vargas Santiago funge como curador de esta exhibición, siendo también historiador de arte e investigación de Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM. De esta manera tomando pinturas, mural, arte objeto, videoarte, documentos, publicaciones, fotografías, indumentaria y más para crear una revisión completa de la imagen zapatista.
La exhibición comienza mostrando la formación de la imagen de Zapata en tiempos de revolución, tanto observando la iconografía gestionada por el movimiento revolucionario, además de las representaciones negativas en publicaciones nacionales. Por un lado el Zapata líder campesino, por otro el “atila del sur”.
En esta se aprecia la predominancia de los conceptos centrales de movimiento revolucionario, como la representación campesina motivada por costumbres como la cultura charra, los guadalupanos y el rol de las mujeres revolucionaria.
El siguiente núcleo se centra la consagración de la imagen de Zapata como héroe revolucionario, además de símbolo político como bien ejemplificado en las obras de artistas como Siqueiros, Covarrubias, Leopoldo Méndez, Revueltas y más, mientras que el contexto internacional de “mercado de arte comunista” y México se formaba en un contexto histórico crucial para estas imágenes.
Vargas Santiago, después hace un esfuerzo por presentar la visión americana de la figura Zapatista, con representaciones tan fuertes como la de Hollywood con su Viva Zapata! (1952) o caricaturas como Speedy González, centrales a entender la creación de un cliché revolucionario y reduccionista. La imagen Zapatista de mexicano viril y tercermundista.
Finalmente, Zapata después de Zapata se centra en Otras Revoluciones, para evidenciar la complejidad y variedad de representaciones a partir de la popularización de la imagen y su transpolación a movimientos sociales y expresiones artísticas.
Esto mostrando a artistas como Arnold Belkin, Mariana Botey, Julio Galán, Felipe Ehrenberg y más, que muestran diferentes puntos de vista, cuestionamientos y nuevas visualizaciones de el caudillo del sur, además de su significado en el contexto revolucionario. ¿La revolución sigue viva? ¿Los valores de zapatismo siguen siendo válidos? ¿En qué contextos son acertados?
Claro también, haciendo observaciones sobre movimientos más recientes como el de Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), que muestran la realidad moderna de los centros poblacionales representados por esta imagen, además de su cambio de representación para aún encontrar valores en ellos.
La eterna visibilidad de la imagen de Emiliano Zapata se explora de manera brutalmente honesta, para desmenuzar el estereotipo y ver su verdadera formación y mutación, como eterno símbolo de una complejidad histórica difícil de dimensionar.
Zapata después de Zapata estará presente en las salas Nacional y Diego Rivera, hasta el 16 de febrero de 2020 en El Museo de Palacio de Bellas Artes.