Charles Sobhraj es un asesino serial poco conocido. En la década de los 70 se dedicó a matar hippies en el sudeste asiático, en el llamado Hippie Trail, entre Tailandia, India y Nepal, pasando por el Medio Oriente. Estos hippies solían provenir de familias de clase media o clase alta y podían vivir de pedir aventones, andar a pie, o como fuera, de todos modos el dinero de sus padres estaba disponible si eso salía mal. Sus pasaportes de primer mundo los amparaban.
Tahar Rahim como Charles Sobhraj
Y ahí es donde comienza La Serpiente, la extraordinaria serie de la BBC que puede verse en Netflix que sigue las andanzas de Sobhraj. Conocido como “La Serpiente” por su astucia, Sobhraj mató por lo menos a 12 personas en la década de los 70. ¿Por qué mataba? Para conseguir dinero y pasaportes que le permitieran seguir con su vida glamurosa. Su modus operandi: hacía grandes fiestas a todo lujo y desenfreno en alguna de sus mansiones, atraía a los ilusos con su supuesto negocio de comercio de joyas y finalmente, ya cuando estaban en su red, los asesinaba sin ningún miramiento. ¿Querían la buena vida? ¿Qué tal la vida eterna?
La Serpiente no es perfecta (las actuaciones dejan insatisfecho a cualquier espectador, en especial la de Tahar Rahim, el protagonista, que no lleva al personaje más allá de una payasada melodramática), pero es emocionante. La cosa se pone buena cuando entra en escena un diplomático holandés, Herman Knippenberg (interpretado por Billy Howle), quien se obsesiona con la desaparición de dos jóvenes compatriotas suyos. Pronto Knippenberg va cercando a Sobhraj, ¿lo atrapará? Ese es el drama de la serie.
Los errores de La Serpiente: de pronto es demasiado melodramática, se excede en la relación amorosa entre el asesino y su novia/cómplice/acólita Marie-Andrée Leclerc (Jenna Coleman) y en realidad el asunto no es tan interesante. Nos deja deseando más crimen real, más investigación policial, más muertes. Mata, Charles, mata.
A Sobhraj le sobró la suerte. Aunque lo apresaron en Asia, pronto salió liberado para vivir una vida de lujos en París, donde incluso coqueteó con la idea de hacer una película sobre su vida. Así de cínico e insolente. No se sabe exactamente si Sobhraj era un psicópata del tipo al que Hollywood nos ha acostumbrado, alguien que mata por el placer de ver a sus víctimas sucumbir. Más bien parece, y la serie parece seguir esa teoría, un hombre de negocios que decidió que era más fácil defraudar ingenuos que tener un negocio legítimo. Su inteligencia y audacia lo convirtieron en un verdadero reptil que evadió a la justicia por décadas. Y eso es lo angustiante de La Serpiente: los sociópatas andan entre nosotros.