Big Mouth es una serie de animación para adultos que está hecha para niños. No exactamente niños: esos que están en esa extraña etapa de la vida entre los 11 y los 13 años, cuando no se es del todo niño ni del todo adolescente. Es decir, es el momento en el que todavía se juega con juguetes, pero también la pasamos masturbándonos. Malditas hormonas.
La serie, creada por el comediante Nick Kroll y sus compinches Andrew Goldberg, Jennifer Flackett y Mark Levin, cuatro amigos que se entienden como si hubieran crecido juntos. Kroll y Goldberg basaron el show en sus experiencias propias siendo medio-niños-medio-adolescentes en los suburbios de Nueva York.
Big Mouth es una de las series mejor logradas de Netflix. Sabe capturar la indecible incomodidad de crecer. No se guarda nada en le pecho: desde los deseos sexuales constantes hasta los chistes de humor escatológico tan de la secundaria. Con todo y la exageración digna de una parodia, la serie tiene corazón, es compasiva con el dolor de sus personajes y nos entrega momentos de reflexión sincera sobre crecer. No es The Wonder Years, pero tampoco es South Park.
Tiene tantos aciertos: no sé si me gustan más los monstruos hormonales (una visiones que solo pueden ver los adolescentes que sirven como confidentes y guías), el fantasma de Duke Ellington (con la voz del actor y director de la película Get Out), o las historias secundarias de los padres de los personajes principales.
Los monstruos hormonales, interpretados por Maya Rudolph y Nick Kroll
La cuarta temporada se estrenó hace unas semanas y va de una evolución necesaria para los protagonistas. Cumplen 13 años y se enfrentan por primera vez a los años “teen”, esa frontera que convierte a los niños en adolescentes en toda forma.
La temporada encuentra a nuestros héroes en un campamento de verano, esa tradición tan gringa en la que los niños son juzgados por su habilidad para nadar en un lago lodoso y trenzar recuerdos de humillaciones en las regaderas.
De esto último está muy preocupado Nick (con voz de Nick Kroll, uno de los creadores), quien todavía no crece lo suficiente para tener vellos púbicos. Eso de lidiar con esas zonas boscosas del cuerpo todos los vivimos, esa desnudez ajena, así la sentimos: el cuerpo traiciona. Imposible no identificarse con Nick.
Esta temporada examina la ansiedad y la depresión de los nuevos adolescentes. Suena terrible, pero en realidad es muy amable. La honestidad con la que se tocan ambos temas está acompañada por un humor brutal. La ansiedad es representada por un mosquito y la depresión por una gata gorda y remolona.
Otros temas que aborda el show: las identidades trans, la bisexualidad, el abuso infantil, los traumas que propinan los padres y el sexo, el sexo, el sexo. Todo lo hace sin tremendismos, es muy divertido ver cómo los escritores van sorteando los retos de mantenerse honestos y al mismo tiempo cálidos, divertidos sin ser sentenciosos.
Crecer es doloroso, ya lo dice el cliché. No hay manera de que no duela. Tres hurras por los que navegamos por esas aguas y salimos vivos. De esa celebración trata Big Mouth.