Kevin (Olliver Dufaker) es un buen muchacho. Una estrella: inteligente, dedicado, el mejor jugador del equipo de hockey de Beartown, un pueblo que vive y muere por el juego. Maya (Miriam Ingrid) acaba de llegar al pueblo. Es hija del nuevo entrenador. Un día, en una fiesta, Kevin y Maya se encuentran. Ambos se gustan y han bebido. Suben a una recámara.
Lo que ahí sucede es el centro de la trama de Beartown, la nueva miniserie de HBO. Es una reflexión en torno al deporte, el machismo, la adolescencia y la cultura de la violación. Todo un pueblo se verá dividido por la denuncia de una adolescente. Muchos le creerán a Kevin, algunos pocos a Maya. Nosotros veremos la lucha interna de ambos personajes.
Beartown está basada en la excelente novela de Fredrik Backman del mismo título. La novela se extiende sobre varios asuntos, pero la serie va directo al tema central: una violación, ni más ni mucho menos, en un universo en el que esos delitos se dejan pasar como “dramas de adolescentes”. Como si saber patinar y tirar a una portería te diera el derecho de hacer lo que quieras.
La miniserie, filmada en Suecia, demuestra que la cultura de la violación ha corrido largo y tendido por todo el mundo. Incluso en ese país, donde hay un ministerio gubernamental de educación sexual, existe: las mujeres tienen que ser las que sufren la violación dos, tres, cuatro veces, revivir el trauma. ¿El muchacho? Será defendido a muerte por todo Beartown.
Kevin y Maya: los caminos que se encuentran en un pueblo que ama el hockey
Como el programa es sueco, los actores no son muy expresivos. Sí, cabe esa pregunta: ¿será que estamos acostumbrados a las actuaciones demasiado engoladas, híperdramatizadas de Hollywood? Después de todo, Kevin y Maya no son perfectos: ¿por qué tendría uno que ser absolutamente malvado y la otra totalmente indefensa, por qué tendría todo que ser gritos y lágrimas? La catarsis debe suceder en el espectador.
El deporte y el machismo se cruzan muchas veces, para desgracia del deporte. Beartown es una reflexión en torno a ello. Como dice Backman en la novela (y tiene eco en la serie): la cultura, como las personas, no solo es resultado de lo que decimos que es: es lo que dejamos que suceda. En Beartown muchas cosas han sido admitidas solo porque el hockey es muy importante para la gente del pueblo. En el vestidor vuelan los chistes homofóbicos, las groseras fantasías sexuales de los jugadores, la sensación de que son dioses y se saldrán siempre con la suya.
Si Beartown, la serie, no es espectacular, sí es algo que debe verse. No solo es entretenida, su mensaje es potente. Si verla servirá siquiera sirve para acercarse a la novela, habrá valido la pena. Cambiemos nuestra cultura deportiva, rompamos todos los fanáticos de los deportes con los pactos machistas. La cultura es lo que dejamos que suceda: creemos una nueva cultura.