¿Qué es lo que define a una película de Pixar? Con el paso de los años, hemos crecido junto con la casa de animación que establecería muchos de los parámetros actuales de la industria. Nos acostumbramos a un cine destinado a todas las edades, con gran corazón, historias profundas y enriquecedoras, y personajes inolvidables.
Como todo en esta vida, los cambios son esenciales. Pixar comenzó a diversificarse hace ya varios años, para ofrecer todo tipo de historias, unas más grandes en escala que otras. La “secuelitis” afectó a su casa de ideas y hemos pasado de tener clásicos memorables como Ratatouille, a algunas entregas carentes de emoción, como lo son Cars 2 o Buscando a Dory que, si bien retoma muchos de los aspectos que hicieron a su contraparte original, un parteaguas en la industria, mucho de su encanto se pierde en el camino.
Entre estos dos puntos casi opuestos, queda Luca, la nueva apuesta del estudio, la cual queda en manos de Enrico Casarosa, quien en 2011 nos diera La Luna, uno de los cortos más recordados de Pixar.
Lo primero que me llega a la mente al ver este nuevo filme animado, es que definitivamente el alcance no es el mismo que en otras producciones. Mientras que en cintas como Coco de Lee Unkrich, teníamos un vasto universo creado a base de las tradiciones mexicanas, junto con una rica historia y un gigantesco presupuesto que se nota en cada cuadro de la cinta, en Luca tenemos una historia contenida de poca duración que sirve más como una aventura enfocada en sus personajes, que en una mitología construida para abarcar muchos aspectos diferentes.
Cabe aclarar que esto no es para nada malo, solo es el ejemplo claro de esa ya mencionada diversificación que está tratando de mostrar Pixar en cuanto a sus productos originales.
En este filme vemos la historia de dos mundos que convergen. En la costa de un pequeño pueblo italiano llamado Portorosso, vive una civilización de criaturas marinas que cuentan con la capacidad de convertirse en humanos comunes al estar fuera de contacto con agua.
Luca nos muestra por encima, cómo es la vida de estas fascinantes criaturas que cuentan con aspectos que vienen de diferentes mitologías, cuentos de marineros e incluso del clásico El Monstruo de la Laguna Negra, al cual se hace referencia en el filme, además de otras tantas cintas italianas que van desde easter eggs hasta claras inspiraciones detrás de esta producción.
La curiosidad de Luca lo hace conocer a Alberto, otro joven amigo de su especie, mucho más experimentado fuera de la tierra que él; para así forjar una amistad que los lleva a adentrarse a este pequeño pueblo italiano, para conseguir una Vespa, un sueño idealizado de forma material que sirve como un objeto que ambos desean poseer para conocer el mundo entero.
En este pueblo pesquero que tiene como tradición, enfrentarse a estos extraños “monstruos marinos” que parecen ser una leyenda para sus habitantes, es donde conocen a Giulia, quien además de convertirse en una nueva amiga, se transforma en un personaje que podría poner en riesgo su amistad. La curiosa niña los convence en entrenar para una especie de triatlón italiano, el cual les podría dar el dinero necesario para comprar esa ansiada Vespa.
A diferencia de otras cintas de Pixar, Luca nunca despega más de lo que su premisa original ofrece, si bien nos muestra un ansía de descubrimiento de los personajes principales, no se desarrolla a un nivel emocional como lo hemos visto en la saga de Toy Story o Monsters Inc., en donde puedes terminar sentimentalmente destrozado por el rumbo que toman sus historias.
La película tampoco intenta presentar cuestionamientos como los que acostumbra Pete Docter, quien dirigió Inside Out y Soul, hablando de conceptos casi metafísicos, mostrándonos cómo funciona la mente humana o hablándole al espectador acerca del motivo y el eje de la vida.
En este punto podría parecer un filme más de Dreamworks o Illumination Entertainment que no apuntan más que a dar un rato de diversión y distracción para toda la familia, pero el encanto inigualable de los personajes y el mundo que los rodea, definitivamente muestra el sello de Pixar como un diferenciador.
La relación de Luca, Alberto y Giulia es enternecedora y nos hace recordar esa inocencia infantil que se convierte en una añoranza. El pueblo de Portorosso por otro lado, está repleto de vida y se siente genuinamente como una pequeña comunidad italiana, llena de olores, sabores, texturas y colores que vivimos a través de la pantalla.
La música que contiene fragmentos de temas originarios del país europeo y una mezcla de dos idiomas que se presenta a lo largo del filme, inglés e italiano (o español e italiano si decidieron ver la película con doblaje), son un gran toque estilístico que añade Casarosa, para convertir a Luca en un producto único. Los reto a que no digan “Silenzio, Bruno” a lo largo de la hora y media de duración del largometraje. No lo lograrán.
Todos estos puntos son los que mantienen a Luca con la línea de calidad de Pixar y definitivamente la salvan de convertirse en un producto más del montón. Pero aún así, esa falta de gran escala como la que vemos en otras cintas del estudio hace que la película nunca deje de sentirse como una alternativa creada para lanzarse directo a video, lo cual es el caso, aunque esto se deba a otras circunstancias.
Desconozco si la producción fue afectada por la actual pandemia, pero no lo dudaría ni un segundo. Al llegar a la segunda mitad del filme, el desarrollo general va disminuyendo, y más que intentar tocar el corazón del espectador, la cinta parece correr a una conclusión que, aunque no es anticlimática, definitivamente se siente plana y gris.
Una de las grandes cosas que nos podría ofrecer Luca, es el dilema que llega a la relación de Luca y Alberto, que por momentos es hermosa y por momentos se siente a medio cocer. Aún así, personalmente quedé enamorado de los tres protagonistas, por su inocencia infantil, su sed de conocimiento y su sueño por descubrir todo lo que los rodea. Casarosa incluso canaliza muchos aspectos de La Luna en una grandiosa secuencia que homenajea a la cultura italiana y los avances tecnológicos.
En general, Luca es una gran aventura veraniega en Italia que si bien no ofrece el impacto que tienen otras películas del estudio, y su desarrollo final no está del todo bien manejado; el encanto y el corazón tanto de sus personajes, como su relación, y su pequeño pueblo italiano, hacen que sea una gran experiencia que logra llegar al alma, como lo han hecho, otras tantas producciones de Pixar.