Un brindis por Poe, la historia del Poe Toaster

// Por: Concepción Moreno

mar 19 enero, 2021

Hoy Edgar Allan Poe, el padre de la novela policiaca y autor ineludible cuando se es adolescente y darky (o cuando se es adulto y darky), cumpliría hoy 202 años.

Sería muy divertido que el cadáver de Poe saliera de entre los muertos y resolviera los varios enigmas que rondan su leyenda, por ejemplo: ¿por qué el cuervo repite “Nunca más”? ¿El corazón delator es una historia de la vida real? O más aún, ya entrados lo que es real: ¿por qué murió Poe de ese modo tan extraño?

Si bien nadie sabe exactamente de qué murió Poe–algunas teorías apuntan a un envenenamiento y otras a una maldición sobre su familia–, lo que sí sabemos es que su tumba en Baltimore, ciudad en la que se encuentra un cenotafio (un monumento donde estaba la tumba original del escritor) en el que cada 19 de enero desde la década de los años 30 del siglo pasado sucede otro misterio: la aparición del Poe Toaster.

El Poe Toaster fue un personaje anónimo que desde la época posterior a la Gran Depresión hasta principios de nuestro siglo dejó un ramo de rosas y una botella de coñac en el monumento a Poe en el Cementerio de Westminster en Baltimore, Maryland.

No se sabe exactamente cuándo comenzaron las visitas de la figura, un hombre de edad madura vestido con un pesado abrigo negro y embozado con una bufanda para cubrir su identidad. Durante 70 años la ofrenda de las flores y la botella de Martell aparecieron indefectiblemente en el monumento.

Con los años la aparición del Poe Toaster se volvió un evento curioso, con fanáticos de Poe visitando en las madrugadas del 19 de enero la tumba para no solo atestiguar el ritual, sino también descifrar quién rayos era, oh Plutón, ese que hacía el homenaje.

Inclusive surgieron imitadores del acto, muchos de modo paródico y otros conmovidos por la fidelidad del brindador. Los cuidadores del cementerio y curadores del Museo Poe en Baltimore aprendieron a reconocer el modo peculiar en que el Poe Toaster acomodaba las rosas y el coñac para dar cuenta de la autenticidad al acto.

En los años 90 la antorcha pasó de padre a hijo. Un nuevo toaster llegó, más joven, pero igual de misterioso. La ceremonia continuó por otra década hasta el año de 2009, cuando el personaje declaró el final de la tradición. A partir de 2016 se hace en el cementerio un acto en conmemoración que emula al Poe Toaster convertido, ahora sí, un acto meramente turístico.

Así que si son ustedes fans de la pluma de Poe y deciden ir a Baltimore a rendirle los honores en su cumpleaños, levántense temprano y asistan al brindis. Nunca es demasiado temprano para un coñaquito.