Tame Impala estrena The Slow Rush, un nuevo camino en la explosión del pop sincero

// Por: Oscar Adame

vie 14 febrero, 2020

Esta mañana se estrenó el cuarto álbum de estudio de Tame Impala, proyecto musical del compositor y multinstrumentista australiano Kevin Parker que se ha distinguido a lo largo de poco más de una década de carrera en sus estructuras progresivas repletas de ganchos pop que fungen como elementos definitorios de la neopsicodelia actual.

De acuerdo a lo declarado, Kevin Parker grabó este material en su estudio en Fremantle de Los Ángeles y en su hogar en Australia. Él grabó, produjo, y mezcló los 12 tracks de este álbum. 

Un escape de la neopsicodelia

Hay cosas que se mantienen constantes durante un tiempo, mientras ocurre la siguiente transición, el siguiente cambio. Los cambios suelen estar en función de muchas variables, y en este universo cambiante estamos a merced de cómo se vayan acomodando ciertos eventos que tengan más influencia que otros.

En los últimos años, la fama de Tame Impala se ha extendido gracias a los éxitos de  las canciones del álbum Currents (2015). En un comienzo, Kevin Parker se distinguió por sonidos y progresiones psicodélicas, tanto en guitarras como teclados y secuencias, se ha abierto incluso un nuevo horizonte en lo que se le denomina como neopsicodelia, en el que podemos oír trabajos como los de Spoon, Mercury Rev, Flaming Lips y Temples, por ejemplo; sin embargo, la contundencia de las guitarras de canciones de este corte, como ‘Lucidity’, ‘Elephant’ y ‘Jeremy’s Storm’, se ha ido difuminando en capas de armonías superpuestas y secuencias, como sucedió en el álbum Currents (2015), el cual se considera como su trabajo más digerible, y que además ha dividido las opiniones de los seguidores de la banda.

En el álbum pasado, Kevin Parker experimentó con muchos más filtros en todos los instrumentos, como eliminar las frecuencias agudas y graves del bajo en ‘The Less I Know The Better’; por otro lado, también está el uso recurrente de sintetizadores que crean “camas de armonías” sobre las cuales se desenvuelven las melodías.

Para la concepción de este nuevo material Slow Rush (2020), Tame Impala se enfrentaba a una situación en concreto: La ejecución en vivo. Si bien se ha visto que los shows cuentan con una parca iluminación de la banda en contraste con los envolventes visuales y los juegos de luces que crean todo un espectáculo sensorial.

En lo que respecta al sonido, se sabe que Kevin Parker es una persona sumamente incisiva y observadora de los detalles, un obsesivo auditivo que busca acercarse a la perfección en sus obras, por lo que en este álbum se diluye aún más la presencia de guitarras, siendo más orgánico, como se demostró con el primer sencillo que se dio a conocer ‘Patience’ con el uso de unas congas, misma fórmula que se repite en ‘Breathe Deeper’.

Las canciones sobresalientes

El álbum abre con una increíble carta de presentación en ‘One More Year’, que es donde iniciamos este viaje con una armonía deformada por un efecto de “phaser” que nos hace imaginarnos la realidad vista a través de ondas sinusoidales, un efecto de vaivén. Esta es una de las mejores canciones iniciales de cualquiera de sus materiales, mientras la voz de Parker se disocia en efectos de “delay” que se pierden en el eco. Por otro lado, ‘Borderline’ podría considerarse como un nuevo clásico, sobre todo por ese pegajoso estribillo, aunque la canción mantenga un ritmo totalmente lineal mientras otros instrumentos tienen un protagonismo momentáneo.

‘Posthumous Forgiveness’ es un letargo por sí mismo, tanto por el tempo de la canción como por la duración misma; una canción que bien podría entrar a la mitad del setlist de cualquier concierto con esa atmósfera parsimoniosa. Mientras tanto, ‘Breathe Deeper’ es de nuevo un experimento que repite el sonido de las congas y un MOOG inconfundible que lleva la canción a un primer corte y que posteriormente regresa para terminar de manera abrupta.

La mayoría de las canciones del material comparten una misma fórmula, no obstante que algunas tienen aspectos que las hacen resaltar por sí mismas. Esto está presente dentro de la última parte del álbum rompe un poco más la línea soporífera de las primeras 7 canciones; por ejemplo, ‘Lost In Yesterday’ aparece con una línea melódica en el bajo que hace armonizaciones con el falsete de Parker en donde la batería hace más alternancias entre la tarola y los toms de aire, por más mínimo que sea ese dinamismo.

Una de las más brillantes es ‘It Might Be Time’, la cual resume a la perfección al álbum con sus camas de sintetizadores, la acompasada batería que en tres ocasiones suena con un filtro grabada en mono, de modo que se escucha más comprimida. Por momentos pareciera que está por explotar la canción, pero el cambio deriva en la continuación de la melodía con el teclado. Los cambios han marcado una afirmación en los cimientos que fueron colocados hace cinco años. Tame Impala renueva su camino.