Hace un par de semanas el club Patrick Miller, mejor conocido como ‘el Patrick Miller’ o simplemente ‘el Patrick’, fue fuente de noticia porque en su domicilio tradicional en la colonia Roma había aparecido un ominoso cartel de -Se Renta-. Miles de fans del club mostraron su tristeza en redes. ¿Se acabaron las fiestas nocturnas de bailar ese género extraño que es el High Energy?
Las buenas noticias se dieron a conocer hace dos días, cuando el propio club informó que el cierre era falso y que en su espacio tradicional, en la calle de Mérida de la Colonia Roma, habrá de nuevo largas noches de sudor, spray para el pelo y vibraciones ochenteras que en realidad no tienen edad, tan pronto las autoridades den semáforo verde. Felicidad generalizada entre la banda fiestera: de regreso las noches de High Energy con música techno-disco a morir.
¿Cuántos de esos fieles bailarines nocturnos conocen la historia completa detrás del Patrick? Porque, por supuesto, no todo nació, murió y renació en la Roma. Todo viene desde los años 80, cuando los espacios populares para ir a bailar no abundaban. En aquella época solo había de dos sopas para la noche chilanga: o ir a carísimas discos como el Magic Circus o el Danzoo, sitios donde se ejercía el clasismo y el racismo pues para poder entrar había que librar “la cadena” o visitar los peligrosos hoyos funkys de la periferia, donde había rock y a veces algo de baile, pero en general se trataba de espacios oscuros y tristes.
Entonces, en 1985, se comenzaron fiestas y tardeadas en las calles con dos movimientos juntos: el advenimiento de los mesías sonideros como La Changa, padres de la cumbia sonidera, y el Polymarch y el Sonido Meteoro, que traían el género europeo del High-Energy (también conocido como Hi-NRG), una mezcla de disco y onda callejera que empezó a atraer al culto del rock y de la cumbia por igual. Con efectos visuales y videos estrambóticos, con el espectáculo de ver las pantallas estaba también el de presenciar los diversos estilos para apropiarse del High-Energy.
En esa escena el rey era un DJ llamado Patrick Miller, quien se presentaba, allá por 1985, en el Club de Periodistas, en la calle Filomeno Mata del Centro Histórico. Pronto, Miller se volvió una estrella solicitada en todo tipo de fiestas, pero él se mantuvo fiel a su público popular.
El maestro detrás del nombre Patrick Miller era Roberto Davesa, fundador del Sonido Meteoro, quien empezó a tener a su alrededor un aura de súperestrella-uno de los primeros experimentadores de la música electrónica en México-que pronto atrajo la atención no solicitada del crimen organizado. El Sonido Meteoro pronto fue víctima del cobro por “derecho de piso”, extorsión a la que suelen estar sometidos los giros negros y otros centros nocturnos de éxito. Como Davesa no pagó, se dice que pronto los malandros le robaron el equipo.
Pero eso no silenció al señor Patrick Miller. En 1995 se abrió el Patrick en la Roma, el primer local fijo para bailar High-Energy en la Ciudad de México. En el Patrick se baila, se bebe cerveza, se liga y se les hace rueda a los mejores bailarines. Los patricios, como se les conoce a los habitués, llevan lo mejor de moda de los clubes ochenteros de Ibiza y Manchester, reinterpretada al estilo chilango arrabalero. Las parejas se trenzan en duelos de baile, donde ganan quien le echa más caché. En el club conviven por igual las parejas heterosexuales que la del mismo sexo; los prietos con los güeros; los callejeros con los que andan de curiosos.
Cuando la colonia Roma se comenzó a convertir en un espacio chic y de avanzada a principio del siglo XXI, el Patrick empezó a ser frecuentado por una nueva clase social: la de bailarines de clase media y clase alta “experimentales”, con ganas de aventura y baños de pueblo. Pero el club no perdió su espíritu de calles cerradas y caguamas banqueteras. Se ve, se siente, el Patrick está presente (en cuanto acabe la pandemia, eso sí).