Corrían los primeros años del nuevo milenio, una época en la cual el reggaetón se había convertido en una fuerza dominante de la música mainstream de los países del caribe, Centroamérica y algunos estados mexicanos. Aun perseguido por las clases políticas de Puerto Rico, pero más consumido que nunca, la industria estaba tratando de dejar atrás su combinación cruda de rap tipo maggamuffin con beats de hip-hop para expandir su público y disuadir su polémica socio-política.
Lo terminó logrando con la llegada del dúo de productores dominicanos Luney Tunes y de Noriega, quienes tomaron la carrera de Tego Calderón desde sus cimientos y posteriormente convirtieron a Daddy Yankee en una figura de impacto internacional con las bases de su álbum Barrio Fino (2004). Sin embargo, fue durante los años intermedios, 2000-2003, que un sonido bastante especial estaba empezando a formularse, pero que nunca llegó a tener un impacto que lo convirtiera en un referente popular.
Experimentos con beats chillones, frases que se repetían a través de sampleos divertidos que se repiten de forma ciclica a lo largo de la canción y líricas súper sexuales, pero con un tono que rayaba el nivel humorístico de un álbum de comedia. La intención era integrar elementos sonoros propios de las computadoras de la época en los instrumentales del género y el resultado siempre fue bastante mixto, presentando normalmente piezas cutres que bien podrían ser parte de un mundo futurista cyber-punk.
Un sonido desarrollado por productores boricuas como DJ Blass, Harry Digital, Rafy Melendez y DJ Dicky que terminó de cuajar justo en los álbumes previos a aquel de ‘Gasolina’ de El Jefe Yankee, El Cangri.Com (2001) y Los HomerunEs (2003), sin mencionar sus álbumes en colaboración con Nicky Jam titulados Los Cangris. Al sonido se le refería como -sandunguero- debido a los mixtapes del mismo nombre de DJ Blass, pero quedó en el olvido poco después.
Hace un par de años parecía tener un regreso gracias a la integración de estos sonidos en un par de segmentos de ‘Safaera’, el hit de Bad Bunny, pero hoy Rosalía se ha apropiado de ellos y los expone sin ningún tipo de tapujo, a modo de homenaje, en Motomami (2022), su esperado tercer álbum de estudio.
Y aquí estamos, 18 de marzo del 2022, hablando sobre la -transformación- de la cantautora catalana, cuatro años después del hit que fue su combinación de flamenco con trap de El Mal Querer (2018). Desde entonces, su trayectoria ha sido polémica, por decir lo menos, aunque siempre con éxito comercial y bien recibida por la crítica especializada… Del reggaetón clásico con J. Balvin de ‘Con Altura’ a su trap-pop con Travis Scott en ‘TKN’, la artista que se convirtió en sensación gracias a su proyecto universitario con tonos académicos se transformó en una mujer que se codeaba con la crema y nata de la industria pop internacional, profundizando en sus sonidos comerciales.
Fuera de las críticas, la realidad es que sus decisiones la han transformado en una voz importante para la legitimación de los géneros periféricos en muchos círculos y con ello se presenta como una figura libre que conecta bien con la filosofía de la Gen-Z de disfrutar sin pena de cualquier tipo de producto cultural. Libertad. La palabra que define a Motomami (2022). Aunque es importante que no nos confundamos, lo que está presentando en este álbum no es una fuente revolucionaria de música experimental como lo están describiendo los medios anglosajones. Es simplemente un homenaje y una narrativa que se nutre de un sonido olvidado.
“Fuck el estilo, fuck el styling”, declara la catalana en las primeras líneas de ‘SAOKO’, primera canción y el sencillo principal del material. Una canción que ha sido interpretada como una oda a los cambios y alentando a que las mujeres se transformen cuando así lo sientan y encuentren la libertad de romper con las imposiciones sociales que las han oprimido durante su existencia.
El track que lo acompaña es una base de reggaetón de la época descrita arriba y su coro deviene directamente de la canción ‘Zaoko’, en la cual Daddy Yankee y Wisin describían a una muchacha que los volvía locos con su libertad de expresión entorno a su propia sexualidad. De hecho, este tema, el coro de ‘Zaoko’ se repite a lo largo del álbum de Rosalía, en sampleos o interpretados por ella misma siendo más visible en dos momentos específicos: La fortaleza que presenta en ‘SAOKO’ y la fragilidad emocional del tema ‘HENTAI’.
Estas referencias sonoras son igualmente determinantes en piezas como ‘CHICKEN TERIYAKI’, ‘BIZCOCHITO’, ‘LA COMBI VERSAGE’ y ‘DIABLO’, el cual resalta en una primera impresión al usar el mismo bajo que produjo Tainy para ‘F40’ de J. Balvin, productor que también esta presente en este álbum. Sin embargo, existen guiños en todas las canciones a canciones icónicas de esta etapa del reggaetón, sobretodo a piezas que hablan justamente sobre una mujer fuerte.
“Pégala, mi gata gangster sin miedo”, declaró Daddy Yankee junto a Don Omar en el tema ‘Gata Gangster’ del 2002, misma que en algún punto la colega de Rosalía, Cazzu, me describió como su mayor influencia artística: “Era como de -woahhhh, broo, a la mina no le importaba nada, ella se plantaba y hasta lo defendía a él-. Era la mujer que yo quería ser”.
La intención de Rosalía, a lo largo del álbum, parecer ser entregar un mensaje con respecto a esta percepción. Claro, como mujer puedes transformarte, ser hiper-sexual, salir a fiestear y escribir poemas sobre el tamaño del pene de tu novio actual; pero son los intermedios, las canciones más atmosféricas y los puentes de introspección los que llevan a este álbum a ser más que solo un disco que promueve la libertad de expresión femenina.
El resto del tracklist son piezas en las cuales hace uso del gran talento que tiene en su voz para interpretar piezas flamencosas, poemas introspectivos en los cuales combina muchos elementos simbólicos. En el exterior parecen un sin sentido, un collage como lo hace con las docenas de sampleos que utiliza en sus piezas de reggaetón, pero en el fondo su interpretación en la que otorga las pistas necesarias para caer en cuenta de qué trata el álbum en general.
Las piezas son dramáticas y sus escritos parecen describir más un sentimiento, un sufrir, que no se puede expresar salvo con cosas que solo a ella le hacen sentido. La libertad de expresión. La libertad de mostrarte. Como solo tú sabes y confiar en que los demás pueden hacer un sentido de lo que dices. Este álbum es sobre la confusión y la inestabilidad que de las relaciones amorosas.
Lo interesante de que haya utilizado elementos de aquel reggaetón olvidado es que sus letras son una impresión de lo que ella muestra al exterior. Una mujer sensual, empoderada, que habla de sus nalgotas y de sus muchos encuentros sexuales. Pero, al mismo tiempo, esta imagen está presente en su imaginario, rodeándola mientras está en sus momentos más bajos. Incapaz de llenar la expectativa que crea sobre ella, balbucea lo primero que le viene a la mente.
Además de esto, la época de Los Cangris fue un momento de transformación para que aquella industria que nació en lo más bajo de la atención mediática boricua se convirtiera finalmente en la voz de la cultura popular latinoamericana. Es la etapa en el cual el reggaetón no sabía bien qué quería ser y tras la disolución de ese sonido, nació su época definitoria con la llegada de la ‘Gasolina’… Si nos ponemos a pensar, lo primero que hace Rosalía en el video de ‘SAOKO’ es “meterle mambo para mis gatas prendan sus motores”.