De acuerdo a lo publicado ayer por la Revista Forbes, Rihanna se convirtió en la músico más rica del mundo con una fortuna mayor a aquella de las grandes damas del pop, entre las cuales se consideran a Madonna, Céline Dion y Beyoncé. La artista de 31 años de edad tiene una fortuna que rebasa los $600 millones de dólares norteamericanos, superando los $30 millones de Madonna y los $200 millones de Beyoncé.
Aunque ella es reconocida por exitosos sencillos como ‘Umbrella’, ‘Diamonds’ y ‘What’s My Name?’, la cantautora posee otras fuentes que le dan la remuneración que le ha otorgado su actual título. La mayor parte de su riqueza proviene de su inversión en LVMH, un compañía de lujo francesa que es dueña de Christian Dior, Givenchy y Louis Vuitton, entre otras firmas de moda y joyería.
De hecho, hace tan solo un mes Rihanna lanzó su propia marca de moda, Fenty, una boutique que se encuentra ubicada en París, Francia, que la convirtió en la primer mujer negra en desarrollar su propia marca con LVMH.
Estas son buenas noticias para todos, pues aunque la riqueza pertenezca a Rihanna, la cantautora se ha distinguido a lo largo de los últimos años por ser una de las celebridades más política y socialmente activas, dando duros discursos a favor de la liberación de la mujer, contra el racismo y en apoyo a los más necesitados.
En un comunicado de prensa, Rihanna declaró que creó su marca para hablar sobre la feminidad, “las mujeres son una fuerza de esta tierra, somos multifacéticas, complejas, vulnerables y a prueba de balas, Fenty habla sobre ello”.
Recordemos además que el pasado mes de octubre, Rihanna decidió rechazar la invitación de la NFL por presentarse en el Super Bowl LIII, una oportunidad que la cantante de Barbados rechazó debido a que “no está de acuerdo con la posición de la NFL porque apoya a Colin Kaepernick”.
Colin Kaepernick es un jugador de fútbol que se desempeñó durante años como mariscal de campo de los San Francisco 49ers que fue bloqueado de la NFL en el 2016 tras arrodillarse durante el himno nacional como signo de protesta ante el racismo institucional y la brutalidad policiaca que ha infundido inseguridad dentro de la comunidad afroamericana.