Hasta ahora, han cerrado 13,500 restaurantes en la capital del país debido al impacto y a las subsecuentes restricciones que tuvo el COVID-19.
Frente al semáforo rojo y a la desesperación que nace debido a la Fata de apoyo del gobierno ante el colapso de la industria restaurantera, miles de PyMEs y sus trabajadores lanzaron la petición #AbrirOMorir en la cual pedían a la Jefa de Gobierno Claudia Sheinbaum que considerara a los restaurantes como -esenciales- y así poder abrir sus puertas este lunes 11 de enero.
La respuesta, contrario a lo que se esperaba, fue una negativa rotunda por parte del Gobierno de la Ciudad de México, comunicando que “estamos en el pico de hospitalizaciones más alto desde que inició la pandemia y sigue aumentando. No se trata de dramatizar, sino de actuar: seguimos aumentando la capacidad hospitalaria y hacemos un llamado de alerta para cumplir las medidas del semáforo rojo”.
A esto, en una conferencia de prensa, Sheinbaum declaró que “el mayor riesgo de contagio es en lugares cerrados y es por eso que se decidió que los restaurantes solo pueden vender comida para llevar”.
Ante esto, más de 500 restaurantes del área decidieron hacer caso omiso al llamado gubernamental, abriendo sus puertas pese al semáforo rojo. Ignorando de esta forma al gobierno y a sus decisiones con respecto a la seguridad de la ciudadanía frente a la pandemia. Es por ello que la Jefa de Gobierno declaró que Invea está preparado para sancionar y multar a los establecimientos que abran sus puertas.
“No vamos a llegar a confrontaciones, eso es lo que están esperando… quieren una fotografía así y no se las vamos a dar, tenemos muchos instrumentos jurídicos”, señaló, sin decir una sola palabra con respecto a un posible apoyo a los trabajadores y empresarios de la ciudad.
Los restaurantes que se nieguen a respetar el cierre, se harán acreedores a sanciones “y si continúa el comportamiento habrá suspensión de actividades y en todo caso multas” expuso Sheinbaum.
“Ya no podemos más” es la manifestación que hace el sector restaurantero frente a la precaria situación que el semáforo rojo implica, ya que el hecho de que solo servicios esenciales se mantengan abiertos y los restaurantes no sean considerados, ha orillado al desempleo masivo y el cierre permanente de diversos negocios.
Asimismo, especifican que se está castigando la economía formal a costa de que otras actividades no han sido controladas, como eventos privados, fiestas e incluso el comercio informal, mismos que son grandes puntos de contagio. Ante el escaso apoyo o prórrogas para el pago de impuestos y servicios, las condiciones de los restaurantes se ven cada día más complicadas para su subsistencia con puertas cerradas.