Guava Island (2019), la película secreta de 54 minutos de Hiro Murai en donde Donald Glover y Rihanna co-protagonizan, al fin llega al público. Después de un interesante roll-out comercial enfocado en las actividades y presentaciones alrededor de Coachella, además de estar en streaming por tiempo limitado, el interés mediático es inevitable.
La corta película ofrece el estilo cinematográfico, que ya es de reconocer, a mano de Hiro Murai haciendo valer la ambientación de esta película en convertir la Habana en la ficticia Guava Island. La trama es la que resulta problemática dentro de la recepción crítica y de fanáticos, al ser una inesperadamente caricaturesca y desorientada. Por momentos Guava Island parece un pequeño cuento de Disney, una tierna viñeta al inicio de una película de Pixar, y en otros se siente como un alargado video musical.
Los personajes de Donald Glover y Rihanna (Deni y Kofi respectivamente), que serían foco de atención, sorprendentemente no tiene muchas escenas juntos. Es especialmente notoria esta ausencia actoral en el caso de Rihanna que no luce de tantas escenas y en las que aparece su actuación parece reducida.
Para muchos la mejor sorpresa, llegó con la corta animación que inicia la película y pretende hacernos parte de este cuento. Con este tono y manera de fantasía y moraleja, Rihanna narra una historia de cómo el capitalismo invadió el paraíso de Guava, personificado por Red, este tomó control de la industria de la preciosa seda de la isla. Así, la nación se volvió una donde el espíritu de los individuos desapareció bajo un régimen totalitarista.
La historia sigue a Deni, un músico y leyenda local, con la misión de crear y presentarse en un festival. Una fiesta para toda la comunidad. El problema llega con Red (Nonso Anozie), que preocupado de las consecuencias de este festival en relación a sus trabajadores, busca forzar a Deni a cancelar el festival.
Recorremos esta trama por medio del observante y detallado ojo de Murai, dando gran inmersión al paraíso de Guava, su gente y sobre todo la energía musical que carga todo el filme. A pesar de esto, rara vez se siente como un “thriller” en el sentido que la película se autodenomina.
Sin más, la rápida conclusión de esta película resulta clara pero poco concreta. Por más que pretende resaltar el valor de la libertad, el amor y el sacrificio, además del rol de la cultura en una sociedad, no resuelve este tema de una manera contundente y mucho menos reflexiva. Simplemente celebra su conclusión como una universal, sin un verdadero tiraje emocional.
Para los que nos sujetamos a la música como punto focal, Rihanna es desperdiciada, la cantante nunca canta, nunca baila, ni desempeña un papel confrontativo en relación a donde la trama la conduce. No obstante, es claro que lo mejor de la película es su sensibilidad a los elementos musicales, como ejemplificado en el corto animado y las breves presentaciones de Donald Glover.
Además de las presentaciones ya mencionadas, hay interludios interesantes que presentan pequeñas viñetas como las baterías improvisadas a bases de sartenes y demás artefactos metálicos, que nos recuerdan a los interludios de Seu Jorge en The Life Aquatic with Steve Zissou (2004) de Wes Anderson. La música original que presenta Donald Glover como Childish Gambino, viene a presentar reorientaciones para ‘This Is America’, ‘Summertime Magic’, ‘Feels Like Summer’ y ‘Saturday’.
Mientras esto pasa, es doloroso esperar por una colaboración obvia, que nunca llega entre ambos músicos. Aunque los colores, el humor y el estilo es presente en el paraíso tropical de Guava, mientras Glover energiza a una comunidad entera con el poder de la música, a veces esta ambición y pasión es malgastada.