Reseña de The Car (2022) de Arctic Monkeys: El pasado murió en un choque automovilístico

// Por: Ernesto Cruz

sáb 29 octubre, 2022

Las crisis de la edad no avisan y pueden llegar en cualquier momento: a los 20, a los 30, a los 40, a los 50 y así hasta avistar la muerte cuando cruza por la calle.

Los hombres, particularmente, solemos afrontar esa clase de duelos de maneras muy variadas según nuestras condiciones económicas y la posición social -y de poder- que ocupemos: desde comprarnos un deportivo descapotable, ir al gimnasio, volver a la ropa ajustada, coleccionar figuras de acción de nuestra infancia, hacernos cortes de pelo alocados y hasta intentar enamorar a alguien veinte años menor.

En 2018, le llegó el turno a los Arctic Monkeys y sus cuatro miembros fueron asediados por el monstruo del tiempo. Para metabolizar la situación, compusieron un disco que puso en entredicho todos los paradigmas que construye su universo: 

 

“The look of love, the rush of blood

The <<She’s with me>>, the Gallic shrug

The shutterbugs, the Camera Plus

The black & white and the color dodge

The good time girls, the cubicles

The house of fun, the number one…” 

 

-Fragmento de No. 1 Party Anthem de AM (2013)

 

Justo después de su éxito comercial más grande y su posicionamiento definitivo dentro de la cultura Pop,  Tranquility Base Hotel & Casino (2018) supone un acto de desnudez de todos los involucrados en los que a través de una ficción extendida sobre un hotel en la luna, se cuestionan si todo el camino recorrido valió la pena y más aún, si tiene sentido alguno el seguir adelante.

 

“I just wanted to be one of The Strokes

Now look at the mess you made me make”

 

-Primer verso de Star Treatment de Tranquility Base Hotel & Casino (2018)

 

Desde dicho escenario, Alex Turner arremete contra uno de sus mitos como liricista: el del adolescente que vive en añoranza eterna porque le rompen el corazón una y otra vez.

En TBH&C se confiesa como un hombre que no ha sido el mejor de los amigos, ni el mejor de los hijos, ni el mejor de los hermanos y por supuesto, tampoco ha sido el mejor de los novios.

 

“I’ve done some things that I shouldn’t have done

But I haven’t stopped loving you once”.

 

La última línea de TBH&C, de la canción “The Ultracheese”.

 

Una declaración tan reveladora que se esconde entre un álbum de sonido elemental, espeso y oscuro, cuya nostalgia no alude a sus propias memorias sino a tiempos que no les tocó vivir: de Stanleys Kubricks y Funkadelics.

Ante la incógnita sobre si las crisis de la edad se superan o solo se aprende a vivir con ellas, llega The Car (2022), el séptimo álbum de estudio de los Arctic Monkeys y, probablemente, su obra más pulida y enigmática hasta la fecha.

 I’m not afraid of death but I am afraid of murder

 

Y sí TBH&C fue 2001: A Space Odissey (1968), The Car  es The Conversation (1974). 

Alex Turner no solo retoma su papel de líder de la banda y letrista principal, sino que ahora se convierte también en una especie de director creativo (muy ad hoc con los tiempos de hoy) para cimentar una trama despersonalizada que a la escucha podría compararse con un Thriller de misterio en el que lo más importante no es cómo nuestro protagonista vence a su enemigo, sino lo que ese enemigo en realidad proyecta de él: miedos, vacíos e inseguridades.

De hecho, bajo la misma analogía de la narrativa aristotélica, tampoco hay un punto claro de inicio ni un final tan contundente que nos indique si el héroe triunfa o fue vencido:

“There’d Better Be a Mirrorball” se escucha como un prólogo que conecta con el disco previo, mientras que “Perfect Sense” apenas se siente como la culminación del primer acto. 

Lo que sí tiene son puntos climáticos que se engrandecen por su base orquestal y por el dramatismo interpretativo de los instrumentos base.

Lo barroco y teatral de “Body Paint” sumado a la elegancia y el misterio de “Big Ideas” nos dan dos serias candidatas a la lista de las mejores canciones en el repertorio de los Arctic Monkeys.

Nuestro detective ha caído en la trampa otra vez y se encuentra atado de manos, con la sensación de que ese némesis del que todavía desconoce su identidad siempre le llevará dos pasos por delante.

Aunque sus tempos dominantes parezcan similares, las diferencias con TBH&C (2018) son evidentes: primero, por el resultado en la grabación, ya que mientras su antecesor buscaba las texturas y filtraciones típicas de la cinta análoga, The Car (2022) es pulcro y detallado hasta el último segundo.

Después, por sus influencias: si en TBH&C (2018) escuchamos a Syl Johnson y a Sly & The Family Stone, en The Car (2022) están Le Orme y Piero Ciampidos pináculos del Pop italiano de los 50 y 60- y nada más y nada menos que los Beatles del Abbey Road (1969).

 

Mira nuestra entrevista con Alex Turner

I’m not following you, I’m looking for you

Originalmente, The Car (2022) estaba pensando para suceder inmediatamente después de TBH&C (2018) dada la dinámica positiva que acarreaba la banda tras aquel ciclo; sin embargo, entre la pandemia y las reconsideraciones de Nick O’ Malley y Jamie Cook, se contuvieron.

En ese lapso intermedio, algunos miembros de la banda se encontraron para revisitar todo su catálogo y reflexionar sobre lo que han construido tras casi 17 años de carrera profesional.

Su primera reacción fue regresar a “sus básicos” para producir un disco basado en Wathever People Say I Am, That’s What I’m Not (2006) y AM (2013). El ejercicio fracasó de inmediato tras lo que Alex Turner y Matt Helders  denominaron cómo un “mal chiste” sobre ellos mismos, luego de intentar sacar riffs íntegros y puros con la guitarra.

“Fue como intentar ponerse una camisa que usabas a los 17 y recuerdas porqué dejaste de vestirla”.

Un sector considerable de sus fans más férreos reclama que la respuesta sea un álbum como The Car y se  “aferran a la esencia de la banda” para argumentar su postura.

¿Qué es -entonces- la esencia de un proyecto musical? ¿Su pasado? ¿Su mayor éxito? ¿O es tu ancla para sentir que tienes quince otra vez aunque ya pagues impuestos y tengas problemas gastrointestinales?

Si los Beatles de 1969 conocieran a los Beatles de 1969, no los reconocerían; si el Miles Davis de Kind Of Blue (1959) se encontrasa con el Miles Davis de Bitches Brew (1970) pensaría que está loco.

Y es que el legado de un artista no debe medirse por su miedo a dejar de ser joven, sino por su astucia para inventar a partir de ese temor.

El detective reaparece en plano medio mientras conduce su Aston Martín DB5 del 64′. No sabemos a dónde va ni de dónde viene. Luce inquieto pero parece tener claro su siguiente acción. Suena un arreglo de violines. Mira por el retrovisor. Alguien lo persigue. Plano abierto del automóvil sobre una carretera recta que da a un océano. Primer  plano de sus ojos. Pantalla a negros. Se escucha un choque. 

 

“Keep reminding me that it ain’t a race

When my invincible streak turns onto the final straight

If that’s what it takes to say, <<good night>>

Then that’s what it takes”