Recordando a Marsha P. Johnson, la mujer transgénero que inspiró la conmemoración del orgullo LGBT+

// Por: Staff

lun 1 junio, 2020

Por: Sheila Navarro

El próximo 28 de junio se conmemora el día internacional del orgullo LBGT+, esta fecha fue establecida por las revueltas de 1969 que tuvieron presencia en el bar gay Stonewall Inn, ubicado en Greenwich, Nueva York, en las cuales los elementos policiacos irrumpieron el recinto e intentaron detener a los miembros de la comunidad LGBT+ que se encontraban en las instalaciones del lugar, acusándolos de inmoralidad y vulnerando así sus derechos.

Este incidente dio inicio al movimiento social por los derechos de las minorías que eran víctimas de discriminación y violencia por su preferencia sexual. El grupo afroamericano de derechos civiles, el movimiento hippie, las manifestaciones en contra de la guerra de Vietnam y la atmósfera benevolente y liberal de Greenwich fueron aliados a este movimiento que tuvo origen en Stonewell.

Marsha P. Johnson fue una de las activistas más representativas de esta lucha social de la época; su condición de mujer transgénero, afroamericana y trabajadora sexual eran factores suficientes para que se le negara el goce de sus derechos, la libertad de ser y sentirse a sí misma. Por ello, fungió como vocera de un movimiento que revolucionó la rígida y muy nublada moral sexual que permeaba en el contexto social y político.

Identidad y performance

Marsh P. Johnson se identificó como drag queen, aunque investigaciones posteriores enfocadas en la vida de la activista la han catalogado como gender-non-conforming o género no conforme. En la década de los años 60 y 70 el concepto de transgénero no se utilizaba con frecuencia, por lo que Marsha se definía también como gay o travesti. La P que incluyó en su nombre hace alusión a la frase “pay it, no mind” (no le prestes atención, no hagas caso) haciendo referencia a su preferencia sexual y explicando, de esta manera, que ello no tiene relevancia en su valor como persona.

Siendo drag queen, Marsha formó parte de diversos performances con una compañía de teatro de Nueva York, donde se presentaba semanalmente desde 1970 hasta 1990. Su show resultó interesante porque se alejaba del arquetipo de drag queen conocido, ella al contrario de utilizar vestidos costosos y joyería extravagante, usaba flores y frutas en la cabeza; tacones de plástico y pelucas de colores. Caracterizada por una grande sonrisa, Marsha representaba amabilidad y dinamismo.

Estos factores llamaron la atención del artista Andy Warhol quien, en 1975, la hizo partícipe de una colección de polaroids provocativa, cuya premisa era demostrar que las drag queen eran personas profundas y no simples imitadoras, como se les pensaba. La serie llevó por título ‘Ladies and Gentlemen’.

Activismo y resistencia

En 1970 Marsha fue una de las personalidades que formó parte de la primera marcha por la liberación homosexual y la reivindicación de los derechos de la comunidad, de manera que adquirió cierta relevancia dentro del movimiento.

En el mismo año, en conjunto con la activista política Silvia Riviera, fundó la organización ‘STAR’ (Street Transvestite Action Revolutionaries), dedicada a brindar ayuda a mujeres trans, drags y niños en situación de calle y pobreza extrema; se dice que el refugio albergó a los más necesitados y vulnerados de la comunidad LGBT+.

A inicios de los años 80, Marsha se unió de manera activa al movimiento ‘ACT UP’ (Aids Coalition to Unleash Power), grupo que trabajaba visibilizando la pandemia del VIH-SIDA con el fin de obtener legislaciones favorables y ayudar a los portadores del virus; asimismo, pretendían generar un impacto positivo en busca de soluciones e incentivar la investigación en torno a la pandemia.

Su activismo polí­tico también encontró frente en los movimientos en contra de la guerra de Vietnam, los derechos civiles y feministas, y los derechos de los afroamericanos y de los hispánicos con Young Lords y las Panteras Negras.

Tras una vida de activismo, a sus 46 años, Marsha P. Johnson fue encontrada muerta en el río Hudson, cerca del muelle de West Village el 6 de julio de 1992. La policía cerró el caso como suicidio y negó la posibilidad de ver el cuerpo a la familia, quienes, junto a miembros del movimiento LGTB, realizaron numerosas manifestaciones para que se investigara a fondo lo ocurrido. 

A partir de la campaña realizada por la activista Mariah López, en el año 2012 la policía de Nueva York reabrió el caso como un posible homicidio. Hasta el día de hoy no existen responsables.