De Jorge Luis Borges se ha dicho mucho, que si es un genio, que su obra trasciende cualquier tiempo y espacio, que si “es muy complicado”, que si “no me gusta la poesía” o que si cualquier cosa porque es argentino. Nacido en 1899, Jorge Luis Borges comenzó a llenar los zapatos de su extraordinario destino desde que tenía 6 años, cuando escribió su primer relato, La Visera Fatal, inspirado en páginas del Quijote. Con 9 años tradujo El Príncipe Feliz de Oscar Wilde y tal fue su éxito que el periódico El País de Argentina lo publicó y así comenzó lo que sería una vida de textos, versos y poemas que lo convertirían eventualmente en “el escritor que no existía”, apodo adjudicado porque era casi imposible creer que un solo hombre pudiera tener tanto conocimiento sobre tantos temas culturales; y en uno de los personajes fundamentales de la lengua española y la literatura universal.
Su obra es fundamental para entender el pensamiento humano, trasciende cualquier clasificación, sin embargo fue su singular estilo literario, basado en la interpretación de conceptos como los de tiempo, espacio, destino o realidad lo que lo posicionaron en la cima del universo literario. No por nada, a 123 años de su nacimiento, sigue despertando deseos de imitarlo, de leerlo, de coleccionarlo, de incluso, aprender de memoria su obra completa.
La simbología en su obra se inspira en los libros que llenaban su librería, un edén de conocimiento basto y remite a los autores que más lo influenciaron: William Shakespeare, Thomas de Quincey, Rudyard Kipling y Joseph Conrad, así como la Biblia, la Cábala, las primigenias literaturas europeas, la literatura clásica y también la filosofía.
Muchas son sus obras famosas, sin embargo para empezar a leer Borges uno no debe empezar por lo más obvio: Ficciones, comenzaría en su lugar por El Libro de Arena, El Aleph o incluso El Informa de Brodie para así descubrir el infinito placer que provoca leerlo, entenderlo, degustarlo y llevarlo fuertemente en los adentros del placer literario. Por medio de sus creaciones intentó explicar conceptos universales como el tiempo, los laberintos y los nombres de las cosas. A través de una fantasía curiosa y de un uso inexplicable y elevado del lenguaje creó en torno a todos esos temas espacios mágicos y fantásticos con los cuales explicaba su forma de entenderlos, siempre enlazada, a su vez, con sus lecturas de referencia. Pero el Borges preferido por la mayor parte de los lectores suele ser el autor de cuentos y relatos fantásticos, mientras que yo admiro al poeta, al ensayista y al narrador.
Desde adolescente comenzó a padecer la misma enfermedad que su padre, sufriendo una pérdida casi completa la vista en 1955. Sin embargo esto no frenó su espíritu y siguió adelante dictando palabras, primero a su madre y luego a su alumna y finalmente esposa, María Kodama. Y así, siguió publicando libros bajo esta modalidad sin perder nunca su magia. Aunque recibió importantes distinciones de las más prestigiosas universidades y de varios gobiernos extranjeros, el premio Nobel nunca se le fue otorgado, según dicen por sus posturas políticas.
Borges es reconocido sobretodo por su rica producción de cuentos y poemas, pero además escribió ensayos y otros textos teóricos como prólogos, antologías, traducciones, cursos y conferencias. Publicó además, más de 30 libros en colaboración con varios autores y aunque no fue adepto a escribir novelas, su obra fue traducida a más de 35 idiomas e incluso fue llevada al cine y la televisión.