Proponen tipificar como delito al “asalto psicológico”

// Por: Diego Galán

lun 28 enero, 2019

La iniciativa que será presentada en el Congreso de la CDMX por el diputado Víctor Hugo Lobo, vice-coordinador del PRD, pretende reformar el Código Nacional de Procedimientos Penales a fin de poder tener procesos legales en contra del llamado “asalto psicológico”.

Este fenómeno es común para cualquier usuario del transporte público en la CDMX, especialmente en microbuses y el metro, donde los usuarios se encuentran ante constantes extorsiones en forma de personas que suben al transporte demandando dinero bajo un discurso de amenaza o “cooperación voluntaria”, el famoso “no les quiero robar pero…”.

Según el legislador Lobo, en los últimos seis meses han sido liberados alrededor de 5 mil prisioneros, 35 mil en los últimos años, salidos de diferentes reclusorios alrededor de la CDMX. Esto como un antecedente que puede ser razón compuesta del incremento en índices delictivos. Es común escuchar a los asaltantes psicológicos decir que vienen saliendo de un reclusorio y que prefieren pedirles unas monedas, en lugar de portar un arma y hurtarles sus carteras, celulares, relojes y demás prendas”, señaló.

El peligro del asalto psicológico

El perfil, se ajusta al de ex-presidiarios buscando maneras de evadir la ley, pero al final operando dentro de un mismo esquema delictivo. De esta manera, la propuesta no es respuesta a la generalidad de los delitos que suceden en la ciudad considerando que estos solo son una manera de operación y una de las pocas que pueden desarrollarse sin violencia.

De cualquier manera, al menos sí aborda una queja general de los citadinos a este tipo de incidentes. El llamado “asalto psicológico” es uno que se ha denominado recientemente, pero ha sido documentado por un largo tiempo. Lo reciente, ha sido una serie de crónicas de parte de usuarios de transporte público que han resaltado que los asaltantes ahora incorporan en su discurso decir que son ex presos, aunado a una invasión creciente a vagones exclusivos de mujeres e incluso subir armados.

El problema yace, no en la novedad del tema, pero de ser una herramienta cada vez más usada para extorsionar. Existe en un espacio gris, donde incluso cuando los incidentes se desarrollan sin violencia resultan igual de preocupantes y no hay un proceso legal formal en contra de estos delictivos. Solo considerando los casos donde son denunciados o aprendidos por autoridades sin manera de empezar un proceso legal. Por esto, es una propuesta que parece atinada en cuestión de este particular formato de incidente delictivo.