Gyphobas es la fusión de los nombres de distintos conceptos que inspiraron a Ollin Vázquez para generar este proyecto. Todos forman parte de la mitología coreana, cultura que utilizó como punto de partida para crear grabaciones al aire libre en su capital Seúl y jugar con ellas con distintas herramientas. Un brote de ideas que evocan al pasar de la vida en general desde el lenguaje objetivo sonoro particular en el álbum Gyhobas (2020).
El álbum cuenta con 8 piezas, cada una es un acto de contemplación al monstruo del sonido. Teniendo landscapes sonoros en donde pueden llevarte directo a un cuarto de hotel en Asia como en ‘Jörgmungandr’ o una playa desolada y fría con ‘Os’. Los sonidos tienen este acompañamiento de sintetizadores oportunos y certeros que dan junto con el uso adecuado de reverberación escenarios sonoros únicos.
El proyecto se define como una expresión artística más allá de un producto, dejando fuera el proceso dado a partir de los estándares de producción. Esto de manera consciente abre las brechas del lenguaje y sus limitaciones en este proyecto.
El álbum es en un collage de sonidos, unos mentados y otros abonados por la sociedad de forma colateral. El artista lo define como los monstruos del sonido, para él, el sonido es un ente que nos usa a nosotros como el eco de lo que pasa a lo largo de la vida, somos reverberaciones y utensilios de estos pulsos que nos definen.
Las piezas están creadas a partir de sonidos grabados y un proceso muy arduo de limpieza sonora muy específica, un desarrollo en donde los sonidos existen y limita al productor a sólo elegir aquellos que logran mezclarse. Dotando de libertad al autor y al escucha, al saber que el sonido se expresa por sí solo, el trabajo del escucha es el distinguir estas disonancias que de una forma plausible, generan un discurso. Un micro-universo sonoro diseñado a partir del proceso de convertir ruido en música.