Nick Cave & The Bad Seeds nos muestra que la paz vendrá con el tiempo en Ghosteen

// Por: Staff

vie 4 octubre, 2019

Por: Mixar Lopez

Hace dos semanas, no sabíamos que íbamos a escuchar un nuevo álbum de Nick Cave & The Bad Seeds, pero ahora tenemos uno, completamente insólito. De hecho, tenemos dos. La semana pasada, Cave y su banda ‘Bad Seeds’, anunciaron que un nuevo álbum doble llamado ‘Ghosteen’ estaba en camino. 

Es su primer disco desde Skeleton Tree (2016), un álbum pesado que representó su primer lanzamiento después de la muerte de su hijo. Desde entonces, se ha centrado principalmente en sus partituras cinematográficas, así como en una extensa serie de conciertos en los que a menudo conversa con el público.  Cave ha descrito a ‘Ghosteen’ como un “espíritu migratorio” en donde ha delineado los dos lados del álbum como tal: Las canciones del primer disco son para los niños. Las canciones del segundo, son de sus padres.

Un álbum de confesiones

A los hijos de Lee Marvin.
No hay cosa más amarga para el hombre que descubrir que ha estado creyendo en un fantasma.

Los versos satánicos (1988), Salman Rushdie

 

“¿He de confesarte, hijo mío, que he portado esta canción en mí desde siempre? ¿Que vivo como si tu existencia no fuera real si no la hubiera afinado, si no la hubiera narrado en mi canción? ¿Qué me obliga y permite existir, qué me empuja a la certeza de los días, a la certeza de que sólo puedes ser realmente si te abstraigo de mí mismo, si emprendo la retirada de mí mismo? Además, ¿hacia dónde? ¿Hacia las melancólicas notas de una canción?

Qué mejor. ¿Estarás en condiciones, hijo, de respetar esa forma de existencia de la música? ¿Aun cuando este álbum nos proyecte hacia un plano abstracto de la realidad? ¿Del amor? O sólo como un bello propósito, o mejor aún: como una promesa que se cumple, porque soy demasiado débil para continuar de este lado ¿Muy poco hombre? ¿O, quizá, demasiado hombre? Lo sé desde ahora, hijo mío, volvámonos fantasmas, espíritus migratorios, reconciliémonos en una canción, una canción de rotación… Estoy esperando por ti”. 

Cualquiera que busque una descripción prosaica del contenido de ‘Ghosteen’ (‘Bad Seed Ltd.’) podría notar que, sónicamente, continúa y extiende el estilo ingrávido… Y a la deriva de sus dos predecesores. No está del todo claro cómo el baterista de Bad Seeds, Thomas Wydler, quien pasó tanto tiempo en el estudio, dado que en esta ocasión, prácticamente no hay ritmos, con el más penitenciario de los Loops y la capacidad electrónica de Warren Ellis, que también funge como el productor del material, reemplazado por un sintetizador analógico cálido que da a los procedimientos armoniosos una sensación de ligereza Proggy, parecida al rock progresivo.

De hecho, Ghosteen se siente en ocasiones como un hermano –infinitamente más cálido y dulce– de Skeleton Tree (2016). Mientras que ese álbum forzó a sus melodías más bellas a abrirse paso con cautela a través de campos minados de ruido explosivo y misteriosos y discordantes paisajes sonoros —o a someterse Cave a cantarlos con una voz alarmantemente reseca y acalambrada—, aquí se escuchan reforzadas por armonías suaves, acolchadas y un piano majestuoso. La voz de Cave, mientras tanto, suena rica a una edad en la que los cantantes tienden a perder algo de su rango, el suyo parece estar ampliándose: es difícil imaginar a los veinteañeros que gruñeron y aullaron con ‘Saint Huck’ de From Her to Eternity (1984) o Your Funeral… My Trial (1986) atreviéndose a alcanzar las notas altas que logra en ‘The Spinning Song’.

Un resultado orgánico

El resultado es quizás el conjunto de canciones más natural y orgánico que ‘Nick Cave & Bad Seeds’ hayan grabado jamás, y que encaja absolutamente con los temas líricos y sentimentales del álbum. Al escuchar ‘Ghosteen’, la descripción niños/padres tiene sentido. Cave ha conversado de cómo la muerte de su hijo alteró por completo su trabajo, de cómo encontró la manera de “escribir más allá del trauma… para propulsarme a mí mismo más allá de lo personal, hacia un estado prodigio”. Y, a pesar de la aparición de los temas regulares de Cave –lo primero que se escucha es que invoca al Elvis de la era de Las Vegas– ‘Ghosteen’ parece representar ese proceso.

A pesar de todo, el atractivo cinematográfico de sus arreglos y de la meditación en la apertura de la canción que da título al disco, sobre la belleza del mundo, las largas canciones del álbum dos parecen más oscuras en su tono, colmadas de noches de insomnio, escapatorias y fantasías exasperadas de fuga: “Estoy esperando que llegue la paz”, repite una línea ambigua en ‘Hollywood’. Las canciones del álbum uno, mientras tanto, suenan como el resultado de re-experimentar y trabajar esas emociones sobre-cogedoras, más ligeras, más tranquilas, preocupadas por la empatía y la fe. 

Más claro se siente el cambio en “Sun Forest”, en donde Cave patenta su sentir apocalíptico –Caballos tristes que ya no pueden correr / los árboles quemándose en el bosque / los cuerpos colgados sobre los árboles quemándose en el bosque y un Jesús loco de dolor– antes de que la lírica se vuelque de repente –Como un espiral donde los niños suben hasta el Sol / Diciéndote adiós a ti y a mí / A medida que el pasado se aleja y el futuro comienza / Me despido de todo eso mientras el futuro llega. / Como una ola, como una ola. / Y el pasado con su salvaje resaca nos deja ir–.

‘Ghosteen’ Bad Seed Ltd (2019) de ‘Nick Cave & The Bad Seeds’, el tercero de la ‘Trilogía del Rey Arturo’, es más bien un álbum que apela a la emancipación más que al apego. En ‘Ghosteen’ Cave ya no está, se ha dejado ir; ha cedido su alma para juntarse con El Soberano. Y nos ha dejado las migajas para seguirlo… 

“Pequeño hombre: Te llamo así porque has nacido con esa maldición, la de ser un niño eterno y que te teman como tal. Aunque quisiera, no podría evitarte ese destino. Y tu destino es el de ser de nuevo un hombre algún día, un Rey, con total independencia de lo que yo te cante. Acta esta fabula”.