Murió Jen-Claude Carrière, uno de los guionista más importantes de la historia del cine. Carriere murió en su casa de París de causas naturales.
Sin Carrière no se podría entender el cine de Luis Buñuel. Trabajaron juntos en películas como El discreto encanto de la burguesía, Bella de día y Ese obscuro objeto del deseo. Es decir, una trilogía de películas (solo por mencionar tres, se podrían agregar a ese grupo virtuoso La vía láctea y El diario de un camarera) que son definitivas del siglo XX. Cualquiera que quiera estudiar la historia del cine, no solo del europeo sino la historia completa del cine, tiene que verlas.
Carrière era un hombre generoso que siempre se quitaba mérito en sus obras. Siempre decía que los autores eran los actores y el director, el guionista era un simple “apuntador”. Sus guiones son perfectos, con una progresión extraña pero no del todo desbocados, lo bastante inteligentes para seguirlos y lo suficientemente valientes para atreverse a incomodar al público. El guionista exploraba a través de sus historia la oscuridad de la experiencia humana. Sin la dupla Carrière/Buñuel no se podría entender a David Lynch o los hermanos Coen.
Así, todos sus personajes tenían los claroscuros de las personas reales, por eso sus obras parecen tan cercanas a pesar de que son surrealistas y apelan al inconsciente. Pensemos, por ejemplo, en Bella de día, una cinta difícil de digerir. En la escena inicial Catherine Denueve es latigueada. La belleza de la mujer se junta con la vileza del acto. Y es también una escena exuberante, sexual: el placer del dolor, el sueño sadomasoquista por excelencia.
O la escena en la que el Denueve es reclutada como prostituta: la elegancia del burdel contrasta con lo sórdido del oficio. La madame le da la bienvenida con un casto beso en los labios:
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Carrière no solo trabajó con Buñuel, por supuesto. Su pluma era poderosa, podía trabajar en grandes producciones como Birth, dirigida por Jonathan Glazer y protagonizada por Nicole Kidman o el Cyrano de Bergerac de Jean-Paul Rappeneau, una de las producciones francesas más exitosas de ese cine.
A pesar de su brillante carrera, la Academia de Hollywood tardó en hacerle los honores que se merecía. En 2014 recibió un Oscar honorario. Fue nominado tres veces a mejor guión con El discreto encanto de la burguesía, Ese obscuro objeto del deseo (ambas con Buñuel) y La insoportable levedad del ser, dirigida por Philip Kauffman.
El tambor de hojalata, de Volker Schlöndorff, con guion del maestro francés, se llevó el Oscar a mejor película internacional y la Palma de Oro de Cannes en 1979.
Jean-Claude Carrière también escribía ficción, ensayos, y fundó una escuela de cine, Le Fémis, donde daba clases magistrales sobre guionismo. Deja tras de sí una larga cauda de historia fílmica. Dios lo bendiga.