El pasado domingo 23 de marzo dio inicio a una de las etapas más fuertes que la industria de la música mexicana ha vivido a lo largo de las últimas décadas. El resurgimiento del Movimiento MeToo en el país trajo consigo una larga lista de cuentas de Twitter dedicadas a difundir acusaciones anónimas que relatan historias de acoso y abuso por parte de los principales actores creativos del país.
Tras una polémica cuenta dedicada a la industria literaria, se originaron cuentas exclusivas para denunciar a los músicos, periodistas y cineastas que han abusado de su poder, siendo el primero el que mayor impacto ha tenido dentro de la agenda noticiosa del país tras el señalamiento a varias de las figuras públicas mexicanas más importantes.
Junto a las cuentas MeTooEscritoresMexicanos, MeTooPeriodistasMexicanos y MeTooTeatroMéxico, la cuenta MeTooMúsicosMexicanos fue el punto de enfoque para la industria a la cual representó durante los últimos días. Bajo una política de denuncia a partir del anonimato, la cuenta permitió un escape a cientos de mujeres afectadas por el abuso y machismo implícito en este país.
“Espacio abierto para denunciar agresiones en la industria de la música. Manda un DM con tu denuncia anónima y publicamos el nombre del agresor”, se leía en la biografía de la cuenta mencionada, la cual terminó con un total de poco más de 10,000 followers.
A través de la cuenta, ellas lograron redactar y compartir sus experiencias con músicos, managers, maestros y promotores de la industria, logrando la atención social. El apoyo a las víctimas no ha faltado, así como las consecuencias para los señalados.
De entre los músicos denunciados sobresalen personajes muy bien establecidos como Alex Lora de El Tri, León Larregui de Zoé, Frank Gnosis, Rodolfo Guerrero Vega de Odisseo, Jimmy Viste de Los Negretes, Yayo González de Paté de Fuá, Ivan Alianza de Apolo, Efrén Barón de División Minúscula y Luis Para de Quiero Club.
Algunos de ellos, como Exael Salcedo de URRS Bajo el Árbol y Gastón Espinoza, conocido por el nombre artístico de LNG/SHT, han pedido disculpas públicas, reconociendo las faltas de su pasado y asegurando que han hecho todo lo posible para superarse a sí mismos, buscando ayuda psicológica.
Otros tantos, como León Larregui de Zoé, han sido perseguidos incansablemente a través de las redes sociales en búsqueda de una declaratoria. Mientras que algunos más, han sido expulsados de sus respectivos proyectos musicales por las acusaciones, como el caso del guitarrista Efrén Barón de División Minúscula.
Sin embargo, el caso más extremo terminó con el suicidio de Vega Gil, bajista de la icónica agrupación de rock urbano, Botellita de Jerez, quien decidió hacer pública una carta previa a su fallecimiento en la cual indica que tras la acusación su imagen como figura pública ha sido dañada de forma irremediable. “No veo otra salida más que el suicidio“, escribió el músico ante una falta de reconocimiento de la cuenta del MeTooMúsicosMexicanos.
Tras el anuncio del fallecimiento, la cantautora Amanda Lalena Escalante, conocida artísticamente como Amandititita, escribió un tuit que ha sido muy bien valorado por los internautas interesados en el tema. “Cierran la cuenta de #MeTooMusicosMexicanos ¿Y el compromiso con las víctimas, y su supuesta red de ayuda? Esta cuenta era muy violenta y solo desacreditó a la causa, la demeritoria. Estoy enojada, furiosa, tristísima”, se lee dentro de su cuenta en la popular red social del pajarito.
El último tuit de la cuenta describe que “tras el chantaje mediático de Armando Vega, la evasión pública de Leon Larregui y el doble discurso de LngSHT, nos queda claro que no hay denuncias falsas, hay cobardes intentando huir de la verdad”, despertando el apoyo del público. Poco antes se enfrentaron al bajista, con el escrito “la supuesta carta de ‘suicidio’ de Armando Vega es un chantaje mediáticos para que las víctimas sigan calladas solo porque él construyó su carrera sobre mentiras”.
La cuenta quedará como un medio de fundamental importancia tanto para el resurgimiento de este movimiento, como al desarrollo artístico de docenas de personas. Los despidos y las cantidades de disculpas públicas dieron por entendido que las acusaciones son graves y que siempre hay pruebas para considerar a alguien culpable. Una gran cantidad de músicos actuaron con la responsabilidad pertinente a sus acciones, pero la página desde la cual se hicieron las denuncias no parece estar dispuesta a seguir el mismo camino. Esto evidenciado por una serie de faltas de sensibilidad y seriedad, en una misión que si bien busca por el bien de otros, no lo abordó de la mejor manera. Cuentas como estas existen en un espacio sin verdadera legitimación haciendo difícil delimitar la competencia de las personas que las manejan, sobre todo hablando de temas de carácter tan delicado.
El buscar justicia, apoyo y solidaridad para las víctimas de cualquier tipo de abuso siempre será una causa noble, pero todo lo pertinente a la vida privada de una persona tiene que manejarse con responsabilidad. Responsabilidad de quien escribe debajo del anonimato una acusación que podría terminar con la vida de una persona. Responsabilidad de quien da los medios para que aquel escrito llegue a millones de internautas. Y por último, la responsabilidad del señalado, que tendrá que hacer frente a sus acciones.
Un caso paralelo se dio en marzo del año pasado en Suecia donde, Benny Fredriksson, el director artístico, actor y director de teatro cometió suicidio después de verse al centro de una serie de acusaciones de acoso sexual. Después se indicaó que no había evidencia suficiente sobre estas alegaciones y el reporte inicial en medios fue engañoso. Esto tuvo como consecuencia una fuerte reacción negativa en contra del movimiento #MeToo.