Esta mañana, Elizabeth Woolridge Grant estrenó el sexto álbum de estudio de su personaje Lana del Rey, Norman Fucking Rockwell (2019), un material conformado por 14 canciones en las cuales la cantautora explora los diversos sentires que ha logrado experimentar en sus viajes por las playas estadounidenses.
Se trata de un álbum increíblemente descriptivo en su parte lírica, con influencias sonoras que provienen del rock clásico, la psicodelia y los electrónicos fríos del trip-hop, todo bajo la lente barroca que distingue al mundo de Lana del Rey.
Por el momento, el material ha recibido aclamación universal por parte de la crítica internacional, con medios como la NME y Now Magazine otorgándole cinco estrellas gracias a la “naturalidad del álbum en donde balancea y encarna a multitudes de forma cohesiva y coherente”.
Como ha ocurrido con la mayor parte de su cuerpo discográfico, este material contiene una buena colección de temas relacionados al desamor, tema a cual explora desde la decepción y la contradicción de los círculos sociales que la rodean. Tema central del tema que le da su título al álbum.
Por otro lado, el segundo track del álbum y primer sencillo del mismo ‘Mariners Apartment Complex’, es una canción respecto a una experiencia que tuvo con un chico con quien salía. “Estaba caminando con él y nos detuvimos frente al departamento de su amigo, él me tomó del hombro y me dijo que la razón por la cual creía que estábamos juntos es porque somos muy similares, como si estuviéramos muy jodidos. Fue lo más triste que he escuchado y le dije que yo no estaba triste, yo estaba bastante bien”, declaró la cantautora respecto a esta sombría balada a piano y guitarra acústica.
Otro tema del cual vale la pena hablar es ‘Doin’ Time’, el cuarto sencillo del álbum es un cover muy bien realizado al clásico de la agrupación de reggae-rock Sublime. Una pieza que Lana utiliza para describir su sentir respecto a California, el calor de la playa y la melancolía que le trae el pensar en sus paisajes. Su video musical, inspirado en la película Attack OF The 50 Foot Woman (1958) es una joya que subvierte expectativas, finalizando con un mensaje positivo respecto a la grandeza que puede llegar a obtener una chica si se lo propone.