Este martes el Presidente de China, Xi Jinping, inauguró el puente más largo del mundo sobre el mar, una obra de 55 kilómetros que conecta a Hong Kong con la China continental. Una construcción que costó cerca de 20,000 millones de dólares y que generó gran polémica debido a sus retrasos y problemas políticos.
Para él se emplearon 400,000 toneladas de acero y está compuesto por un túnel de 6,7 kilómetros bajo el mar, conectado con el resto del trayecto a través de dos islas artificiales.
El objetivo principal del proyecto fue difuminar las fronteras entre la China continental y el territorio autónomo, otorgando libertades de cada vez más bajo acoso.
En 2008 el año antes de que empezaran las obras, un estudio preveía que lo atravesarían diariamente 171.800 pasajeros en 33.100 vehículos. Pero en 2016, según admitieron a comienzos de este año funcionarios de Hong Kong, las expectativas se rebajaron a 126.000 pasajeros y 29.100 vehículos.
Por otro lado, muchos otros sectores demandaron que la obra fue una medida innecesaria que desperdició mucho dinero de los contribuyentes y que creó un impacto desastroso dentro del ecosistema marino. “Por encima de todo, es un proyecto político que busca la integración de Hong Kong en la China continental y que, a la larga, debilitará nuestra singularidad y capacidad para desarrollarnos independientemente“, declaro hace unos meses el político Nathan Law respecto a la construcción.