En este retorno a los eventos masivos, el Flow Fest pintaba para ser el festival más grande del 2021: no solo por la relevancia mediática que tiene el espectro de música urbana cantada en español, sino también porque la curaduría de su cartel pudo presumir de estar compuesto exclusivamente por artistas en su prime -o por lo menos- en ascenso meteórico en dirección a la mesa donde solo comen los más grandes; y por si no fuera suficiente, contar con la presencia de dos actos ya legendarios como lo son Farruko y Wisin y Yandel.
Lo que también merece una mención significativa es la intención de empezar a equilibrar la presencia de hombres y mujeres en el line up. Porque si bien, en los actos principales solo había nombres masculinos, en el resto de líneas podríamos hablar de incluso de un 50%.
Además, para completar la ecuación, no podemos omitir el hecho de que el boletaje logró el sold out, por lo que la curva cuatro del Autódromo Hermanos Rodríguez podía esperar escenarios a reventar, nutridos por una turba de bellakxs ávidos de un perreo de proporciones épicas.
En la realidad, la promesa de las aglomeraciones se cumplió: primero en el acceso, con filas de hasta una hora a causa de los protocolos de seguridad sanitaria; y después, en el ir y venir entre un show y otro, agudizadas por las extensas filas que había en las activaciones de marca y en los puntos de venta de cerveza.
Contrario a la dinámica de otros festivales en los que los desplazamientos colectivos son mesurados y fragmentados, en el Flow Fest la gran masa se movía con mucha frecuencia, de manera conjunta. En números podemos hablar de un éxito comercial irrefutable; sin embargo, también deja en evidencia el desencuentro entre las intenciones de los organizadores, de los artistas y del público para beneficio de lo que puede representar culturalmente un evento de esta magnitud.
La segmentación de los tres escenarios quedó muy clara: el Coca Cola para shows que atraviesan su mejor momento en términos de popularidad y cuya propuesta coquetea directamente con el Pop, mientras que el Sprite estaba dirigido a artistas cuya música resulta más cercana a la irreverencia natural del Reggaeton. Finalmente, el Hot Nuts fue el escaparate para sets donde otros géneros como el Trap, el R&B y el Hip Hop de hicieron presentes.
Esta delimitación planteada no conjugó del todo con el público base del Flow Fest: una audiencia exigente en comparación con otras y que sabe exactamente lo que busca: fiesta, hit tras hit, las canciones que moldean a toda una generación cuyo consumo de música cada vez se aleja más de las plataformas de streaming para intimar con la escucha a través de Tik Tok en un acto de comunidad. No es una audiencia tan interesada en ir a descubrir artistas nuevos. Saben a lo que van.
Actos que habían generado altas expectativas se quedaron a medias por no satisfacer por completo con esa exigencia; mientras que otros, con menos reflectores, demostraron que el vínculo con su fanbase es la gran fortaleza que tienen.
Los actos de proyección internacional comenzaron con Paloma Mami. La chileoyorkina soltó uno tras otro sus hits para poner a cantar a todos y calentar los motores para lo que se venía.
Es innegable que la movida de los corridos tumbados se adueñó del 2021. Por eso ver al sonorense generaba mucho interés en un contexto al que no pertenece del todo. El resultado fue un set inconsistente en el que no logró hacerse de la atención del público por completo a pesar de congregar a mucha gente. Y es que, si bien sus músicos de acompañamiento exhibieron sus virtudes de ejecución, la ejecución a estos se percibía monótona, lo ocasionó una desconexión constante que solo de recuperaba cuando volvía a recurrir a los éxitos que lo han hecho viral.
Al igual que Paloma Mami, el puertorriqueño no se guardó nada y optó por valerse de todos sus hits para mantener al público en su bolsa. Aunque su labor fue más de animador del evento que de intérprete, nadie salió decepcionado de su set.
Es hora de hablar de palabras mayores. La argentina es un monstruo sobre el escenario en toda la extensión del concepto. Derrocha energía, fuerza y gozo. Fueron evidentes las ganas que tenía de tocar en México y regaló algunos highlights del evento. Curiosamente, la audiencia no fue del todo recíproca, ya que los momentos Salsa y Tango de su repertorio alejaron a una parte considerable de las que la fueron a ver.
El boricua es un viejo lobo de mar y ante el escenario más grande del festival, presumió ser el colaborador estrella de todos los grandes nombres del género. Si set fue una apuesta segura.
¿”La Snow” es la rapera con el mayor potencial de la escena rap hispanohablante? Sí. Y en el escenario Hot Nuts válido esa condición con un espectáculo salvaje, desenfrenado y fiel a su virtuosismo con las palabras.
Por difícil que parezca, Rauw Alejandro fue una de las grandes decepciones de la noche. La oferta Reggaeton Pop que ofrece su álbum más reciente jamás conectó con un público que ya estaba urgido de perreo. Más allá de algunos momentos para replicar los bailes de Tik Tok, la mitad del público que se formó decidió dejarlo colgado para irse a ver a Farruko.
La leyenda boricua colgó uno de los sets más sólidos de la noche. No hay más.
De todo el festival, fue el único que logró transportar exitosamente el concepto de su disco más reciente al escenario. Alvarito fue osado y omitió varios de sus hits más bailables y llenos de flex para optar por sus temas coreables y reflexivos de lo representa el amor para él. Varias lágrimas cayeron y el se erigió como uno de los tres mejores actos de la noche.
Es raro decirlo pero Ozuna fue víctima de las circunstancias. Su presencia en la ante sala de Wisin y Yandel le restó peso a su set pese a la gran disposición que mostró desde los adornos de su espectáculo: drones, cambios de vestuario, bailarines…
El mejor set del festival: mucha interacción con el público, plagado de hits y perreo de la vieja escuela. Si ésta fue la última vez que los vemos en vivo como dúo, no nos quedaron a deber nada. Espectacular.
A pesar de tener mejores resultados que Ozuna, su show también fue, en cierta medida, víctima de las circunstancias. Una audiencia cansada y mal distribuida por el espacio le jugaron en contra para restarle potencia a su set. Eso sí: su fanbase quedó satisfecha porque equilibro muy bien entre los grandes éxitos y deep cuts.
El nombre fetiche de la industria en 2021 tenía el éxito asegurado: tocó todas sus grandes colaboraciones y empezó a dar el pase de salida para el fin del Flow Fest.