Desde el anuncio de los horarios, y dejando un poco de lado la disputa posteriormente resuelta por el empalme con C. Tangana, consideré bastante que Arca ya no era del -ahora escenario- Traición, más que nada porque el espacio de platea en este escenario era bastante reducido, y no me podía imaginar cómo se pondría a la medianoche con la venezolana tocando.
Y sí, los presagios eran ciertos; minutos antes el escenario estaba a reventar. Si tan solo la gente pudiese verla desde el laguito lo hubieran hecho sin pensarlo. Las vestimentas opacaban a cualquiera de los que fuimos monocromáticos; highlithers, delineadores, cadenas, botas que llegaban hasta las rodillas, peinados en formas inimaginables y de colores rarísimos. Esto es el Traición en su máxima expresión, y no es queja.
He escuchado a muchas personas diciendo que prefieren mil veces el ambiente que se crea en este pequeño apartado que en los escenarios principales; quizá se deba a una cuestión de nicho al concentrar una gran parte de comunidad LGBT+ y mostrarse también demasiado eclécticos, puesto que esta edición lo hizo más, mezclando el EDM, electrónica, R&B, trap, dembow y reggaetón.
Pasada la medianoche, y con un poco de retraso, Arca salió al escenario, el público eufórico y ya bañados en sudor esperaban el comienzo de uno de los sets más inquietantes y poco comunes del festival. La productora y visionaria artista consagró su poderío en un escenario que evidentemente le quedó chico desde antes del show, presentando sus cuatro discos lanzados el año pasado, uno más sorprendente que el otro pero que siguen una misma línea sonora, conceptual y visual.
En síntesis, el show de Arca fue un DJ set, tanto de sus propias canciones como de otros artistas. Fácilmente podría darse un set de horas y horas sin parar, la devoción, amor y cariño que le tiene a las tornamesas y mezclas de sonidos se notan desde su primera bocanada de aire con la mirada fija hacia las pastillas y teclas.
El baile evidentemente no faltó, las luces y momentos que rayaban en lo experimental, lisérgico y hasta psicodélico son parte de un concierto de Arca, ya sea como set de festival, como DJ en algún bar o antro o sea cual sea el formato. La entrega fue increíble, una carisma impresionante que hizo sentir a los asistentes como si Arca supiera quién era cada uno y les diera una palmadita en la espalda para invitarlos a perrear posteriormente.
La dios mutante del avant-garde electrónico regresó a Ceremonia en horario estelar y casi cerrando escenario luego de cuatro años desde su última presentación, pero ahora más experimentada, con una carrera más cimentada y concentrada en lo que de verdad siempre quiso ser.