Por Priscila Núñez
Hay dos clases de personas en este mundo: están, por ejemplo, los que se levantan a penas suena el despertador, y los que necesitamos cientos de alertas para abrir los ojos y cientos más para levantarnos; los que compran los álbumes, y los que prefieren escuchar la música en streaming; los que son fans clavados de Ryan Adams que querían escuchar su música en su forma más pura anoche en El Plaza, y los que fueron a escenear pensando que podrían echar desmadre y emborracharse.
Es un hecho que el concierto se vivió de forma distinta entre estos dos tipos de personas, seguramente para los segundos haya sido una decepción y por eso se dedicaron a todo menos a escuchar; al resto de nosotros nos tuvo desde que dijo “I can’t talk, my mind is so blank”, la primer línea de ‘Gimme Something Good’, canción con la que abrió su presentación.
Cuatro guitarras, un piano de cola y un par de armónicas fueron los instrumentos que acompañaron a un Ryan Adams que caminó directo al escenario, tomó una guitarra y empezó a interpretar canciones lentas, a veces una canción un poco más rápido y, luego más canciones lentas.
El concierto estuvo marcado con letras poéticas y confesionales que podían romper fácilmente el corazón de los asistentes, especialmente la versión íntima de ‘Oh My Sweet Carolina’ que combinaba los arreglos delicados con las armonías susurradas que la hicieron aún más emotiva.
Las bromas sirven como un respiro entre las letras intensas y tristes, Adams se muestra como una persona capaz de reírse de sí misma, y a la que le gusta expresarse con ironía; en un punto incluso sugiere que el público debe estar en los antidepresivos, ya que están, después de todo, en su show; pero el highlight de la noche fue la canción que improvisó ante un fan que se desgarraba en elogios ante él, bromeando sobre su bigote hipster y arremetió contra los escandalosos.
Es cierto que Adams siempre ha tenido una relación volátil con sus fans y cierta informalidad, pero lo que muchos podrían confundir con arrogancia, es en realidad una plena concentración e interés por su arte.
La calidad de la voz de Ryan estuvo presente en canciones como ‘Sylvia Plath’ –que interpretó en el piano–, ‘Let Go’, ‘Please Do Not Let Me Go’, ‘Come Pick Me Up’ y ‘My Wreking Ball’. El cover de ‘Woderwall’, de Oasis, fue la canción encargada de cerrar su maravillosos setlist, haciendo que las mil 500 personas que estaban presentes contuvieran la respiración para escuchar cada acorde.