El 20 de Noviembre fue el regreso de Rubén Blades al Auditorio Nacional de la CDMX. El retorno de panameño, no fue únicamente para dar un concierto, pues su espíritu curioso, historiador y como narrador lo llevaron días antes a visitar lugares como el barrio de Tepito, como invitado a nuestro país, no a un venue.
El compositor, cantante, actor, activista, ex-fania y escritor honorario se presentó frente a una audiencia mexicana diversa y entregada. Esto al recibir a un músico como Blades, que además de ser showman y eminencia musical, sigue siendo un artista minucioso frente a la forma en que se arma su ensamble, arreglos, la conversación con los atendientes y detalles de su personalidad que lo evidencian como un empático acostumbrado.
Blades recorre su gigante carrera de manera puntual y perspicaz, con monólogos puntuales que revelan su experiencia reciente y en retrospectiva. Entre clásicos, covers inesperados, sexteto, orquesta, big bang, boleros, jazz y deep cuts, el artista encuentra tiempo para hacer observaciones como las de aclamado músico que reconoce en la audiencia y el personal de seguridad al quién les da agua tras verlos sedientes.
De esta manera recorriendo historias y canción, la audiencia de auditorio fue una a celebrar, por su incesante interacción con el artista y sus músicos, con el baile improvisado como parejas bailando en el corredor central, jóvenes descubriendo y contemporáneos de Blades reviviendo.
Más aún, la presentación de Blades se centró también en aprovechar un setlist completo, de manera paciente “pidiendo favor” al auditorio, para poder interpretar por largo rato y de manera diligente.
El ensamble panameño de Roberto Delgado, aprovecha este punto de vista, para mutar e improvisar tanto musical como emocionalmente. Los arreglos de Delgado son homenajes, inventivos y usualmente fundamentados en el “estándar improvisado”. En espacios como el Auditorio Nacional que parecen exigir formalidad, no fueron suficientemente como para dejar a Blades o su ensamble estáticos.
Canciones como “Ojos de perro azul” ven a Blades rememorando su tiempo con Gabriel García Márquez, “Arallue” de Ray Barretto exponiendo el imaginario de una generación completa, “Maestra Vida” firmando a Blades como un escritor formado y “Juan Pacheco” aprovechando el dominio completo de sus músicos. Solo por mencionar algunos momentos.
Blades resalta constantemente su relación con nuestro país, la manera en que su experiencia y formación lo dejaron crear realidades alternas, la comunidad de Fania como un colectivo creativo, el homenaje a otros de los grandes referentes y algunos menos conocidos, además de cómo su música vive por medio de estas audiencias y no por su difusión. Blades celebra todos su éxitos como meras experiencias rodeadas de gente.
Un regreso contundente, perspicaz y siempre ilusionado.