Nos dimos cita por tercer año consecutivo en la Perla Tapatía para celebrar una edición más del Roxy Fest, una celebración a la música y la gastronomía. A diferencia de las 2 ediciones anteriores, ésta presentó dificultades en un inicio para llevarse a cabo. Comenzando por los actos principales, la locación y algunos otros menesteres. Las bandas que conformaron el cartel dieron un aire de remembranzas y de un recorrido hacia el pasado, hacia los recuerdos.
Un par de bandas que nacieron en el auge del grunge, a mediados de la década de los 90, y quienes vieron “morir” dicho movimiento musical, pero que tras una pausa de 10 años en el caso de Bush apelan a la memoria y a los viejos recuerdos, reviviendo sus proyectos y, con ello, al público que les vio crecer. Los hermanos Dewaele, en su faceta de pinchadiscos, fueron quienes mantuvieron la fiesta hasta el final con cada loop y mix que hacían de éxitos súbitamente identificables por el público.
El aflorar de los recuerdos al ver en escena a Saúl Hernández y Sabo Romo con Caifanes, tocando éxitos que los consagraron como una de las bandas más representativas del Rock Mexicano. ‘Viento’, ‘Los Dioses Ocultos’, ‘La Célula Que Explota’, ‘No Dejes Que’ y ‘Mátenme Porque Me Muero’ fueron imprescindibles en su repertorio. Un Sol de oro abrasador brillaba sobre un fondo azul que estaba pincelado por unas nubes que ocasionalmente cubrían a la estrella. El clima fue cálido la mayoría del tiempo, hasta alrededor de las 20 hrs., cuando la misma falta de humedad hizo descender más rápido la temperatura en el festival.
La gente iba llegando de a poco en poco. Tras haber sido cacheados en la entrada y con su pulsera cashless, que evita que cargues dinero y hace cobros electrónicos de tu consumo, recibían por último un folleto con la distribución de las bandas en los escenarios. Se podía encontrar la zona VIP, la zona gastronómica, la zona para niños, los sanitarios y algunos puntos de referencia de algunos patrocinadores, que también contaban con zonas de altura para una mejor apreciación.
Un puñado de bandas por descubrir en el escenario Jack Daniel’s, como era el caso de Les Deuxluxes, quienes presentaron una propuesta de sonidos vintage que era ejecutada por un dúo quebequense que se las arreglaba para ejecutar guitarra, bajo, batería y voz al mismo tiempo. La gente se arrejuntaba principalmente entre los escenarios principales, que estaba uno contiguo al otro. Future Islands se presentaba en México de nueva cuenta, alcanzándose a escuchar algunos comentarios entre el público, como la ausencia o necesidad de una guitarra en su alineación, o la ejecución y drama de Samuel T. Herring. Algunas bandas pasaron por algunos momentos bochornosos, como verse en la necesidad de ser silenciados por extender su tiempo en el escenario. Por ello pasaron Nacha Pop y The Fab Four, por ejemplo.
Ya entrada la noche, el poder y pesadez de las guitarras sucias se hizo notar con una impecable ejecución de Bush, quienes al parecer fueron quienes mejor sonaron durante el festival. Gavin se presentó con una personalidad imponente, desgarrando su voz y soltando brutalmente su brazo, muñeca y mano sobre las cuerdas que hicieron sonar canciones de su amplia trayectoria. Aprovechó para notificar que en verano tendremos algo nuevo de ellos. La tercera edición concluyó con un aforo de alrededor de 20 mil personas, cifra que fue alcanzándose a medida que se iba acercando el final del festival.