//Por: José Iván Ruiz Trejo
//Fotos: César Vicuña
Viajemos de nuevo a 1989. La cultura de los conciertos en México era inexistente por una ‘prohibición silenciosa’ que evitaba que se hicieran eventos masivos, sobre todo en la capital de la república. Aunque casos como el de Queen o The Police eran una leyenda más, la realidad es que solo un espectáculo pudo retomar a nuestro país como una visita obligada para cualquier artista internacional: Rod Stewart. Aquellos conciertos del tour Out of Order nos regresaron al plano y de ahí no hemos salido, incluso con una nueva cultura respecto a la organización y comportamiento en las presentaciones en vivo.
Espero que gran parte de los que abarrotaron el Palacio de los Deportes para ver de nuevo al hombre de la cabellera rubia se acordaran un poco de este hecho. Por ello, cada vez que el británico pisa este recinto, debemos de tenerle bastante respeto y honor. Además de que, a pesar de ser un músico y vocalista legendario, su séquito de seguidores se expande a través de los tiempos y de las generaciones.
Como un buen reloj inglés, en punto de las 20:00 horas la canción ‘Zadok The Priest’ (utilizada para la presentación de los encuentros de la afamada competencia futbolera Champions League) daba la entrada a Stewart y el tema ‘Having a Party’ que partió en un grito a los asistentes. Una serie de pantallas destellantes con imágenes alusivas a las canciones iluminaban todo el escenario, digno de estar en las mejores ciudades.
Fue cuando, tal y como lo dice el nombre del tour, la lluvia de hits no paró en toda la noche. ‘Tonight’s The Night’ ,’Some Guys’ y el cover de Juice Newton ‘It’s a Heartache’ fueron coreadas a pulmón por esos fans (en su mayoría en una edad bastante madura) que siguen pensando que pueden ser jóvenes al escuchar a uno de los más grandes artistas que ha dado Londres. Por ello ‘Forever Young’ se sintió integra y pura al momento de sonar con esas imágenes móviles, que así podían tener escenas de comic ‘pop’, que momentos importantes de la vida de Rod, como cuando fue nombrado Caballero de la Orden del Imperio Británico o su amor por el Celtic Glasgow, su equipo de fútbol favorito.
Después de ‘Baby Jane’ y ‘Downtown Train’, nos dimos el momento romántico, pues las canciones que conmovieron los corazones como ‘You’re In My Heart’ y ‘I Don’t Want To Talk About It’, además de recordar una maravillosa época cuando era el vocalista de The Faces cantando ‘Oh La La’ y levantando de nuevo al público con ‘Maggie May’ y ‘Can’t Stop Me Now’, mientras que las coloridas pantallas asomaban la figura de su padre, quien siempre lo apoyó a pesar de no tener las mismas ideas rockeras.
Cuatro cambios de vestuario le daban tiempo a sus músicos de lucirse dentro del escenario. Como una excelente versión de ‘River Deep, Mountain High’ original de Tina Turner con sus coristas o excelentes solos de bajo y saxofón que hicieron aplaudir al ansioso público, que seguía cantando éxitos como ‘Sailing’ o recibiendo balones de fútbol en ‘Stay With Me’, otro tema de la banda que lo lanzó al estrellato a principios de la década de los 70.
El final tenía preparado ‘Do Ya Think I’m Sexy’ y una lluvia de globos llenó la parte baja del recinto, por lo que mientras se podía mover las caderas, se jugaba con los esféricos de colores. Aunque el público pedía mucho más, un pequeño encore dio por terminado el encuentro entre el veterano lobo de mar despeinado y su público. Igual de puntual que como empezó, así terminó la magia de escuchar lo mejor de su repertorio.