El cielo azul recibió a los espectadores lleno de cometas (papalotes), lo que es característico en el mes de agosto en Bogotá, porque acá el viento sopla con más fuerza en este mes que en ningún otro.
El rock y el metal, tuvieron muchos espacios a lo largo del fin de semana, de esta manera los organizadores lograron acallar las críticas que demandaban más de lo que promete el nombre del festival, sin perder la diversidad que lo caracteriza. Si bien se escucharon muchos sonidos genéricos y a veces tuve la sensación de que las nuevas propuestas no están por el lado de lo que estrictamente llamamos “rock”, el cartel estuvo muy bien pensado, en especial teniendo en cuenta que es un festival atípico, que obedece y opera desde lógicas diferentes, ya que es realizado con fondos públicos y busca promover la escena local.
Este año la mayor polémica (común año tras año) fue por la presentación de la Etnnia, tal vez la más importante banda de hip hop nacional. Su presentación recordó por qué gozan de tal reputación y, aunque no acalló a los radicales, abrió el último día del festival como pocas agrupaciones lo han hecho.
En Bio, inició la cuasi-mítica, Catedral, la banda no pisaba los escenarios hacía por lo menos tres lustros (o más, quién sabe) lo que de entrada la convertía en una presentación emotiva y nostálgica. Luego vimos una serie de bandas que suscitaban el pogo en sus distintas formas. Yo personalmente nunca había visto tantos circle pits y walls of death, en un mismo escenario. Así, los mexicanos Ágora, Nepentes, El Sie7e, la superband De la Tierra (con integrantes de Maná, Fabulosos Cadillacs, Sepultura y A.N.I.M.A.L.) y el cierre con Zakk Wylde y su Black Label Society, hicieron temblar el piso del Simón. Además, la lluvia brilló por su ausencia. El duro verano que azota al país, permitió a los bogotanos tener uno de los pocos Rock al Parque secos que han habido, y muchos nos quedamos con las botas de caucho puestas para nada. Este fenómeno, secó el piso del escenario Bio (que en ocasiones se convierte en un barrial asqueroso), y lo convirtió en una arena de batalla digna de los rockeros bogotanos. Los pogos hacían elevar nubes de tierra que se extendían más arriba de las carpas de los escenarios y cubrían buena parte del lugar.
En Eco, la Colombian Blues Society (con integrantes de Black Cat Bone y Seis Peatones, bandas sobresalientes de la pequeña escena blues capitalina) celebró la historia de este género en el festival y la ciudad. Las baladas y el pop-rock tuvieron su espacio en este escenario con los mexicanos La Gusana Ciega y los locales Revolver Plateado. El cierre estuvo a Cargo de otra banda histórica local: La Derecha. El que hayan puesto en escena tantas bandas relevantes de la historia del género, fue sin duda una movida astuta y acertada por parte de la organización, sobre todo si se ve a la luz de que no tuvo un impacto negativo en la presencia de bandas nuevas, la principal motivación del festival.
En Plaza tocó desde temprano Cultura Profética, que este año hizo parte de los dos festivales más grandes de la ciudad. El público bogotano siempre los recibe con cariño, tal vez por su sonido solido y el carisma de su vocalista, Willy Rodríguez. Más tarde, volveríamos a ver varias veces a Rubén Albarrán, una con Dr. Krápula (que seguía con los mensajes políticos que se habían visto durante todo el día anterior), y otra con Aterciopelados. La noche fue nostálgica con dos bandas que le recordaron la infancia y la adolescencia a muchos: Molotov y Aterciopelados. Todo el parque coreó temas como ‘Amateur’, el himno ‘Gimme tha Power’, y ‘Puto’; seguidos de clásicos como Florecita Rockera y Bolero Falaz. Estas bandas marcaron a tantas generaciones en el país, que hasta los metaleros que estaban esperando la presentación de Anthrax se veían coreando los temas a todo pulmón. Al final de los “Atercio”, los gritos de la multitud se confundían, mientras unos pedían “otra”, los demás gritaban el nombre de la encargada de cerrar, Anthrax y otra, parecían crear una sola palabra. Al parecer el público quería “Onthrax”. La potencia de los estadounidenses (hasta Molotov se quedó a mirar a la legendaria banda de thrash) fue un cierre enérgico para los tres días de fiesta. Su mensaje de despedida: “remember to always worship music”.