// Por: Staff

lun 31 marzo, 2014

Lugar: Parque O’Higgins, Santiago de Chile

Fecha: 29 March 2014

Día 1

La versión 2013 de Lollapalooza Chile había dejado ya la vara bastante alta para esta, la cuarta que se organiza en el céntrico Parque O’Higgins de Santiago. Y pese a que este año se organizó una semana más cerca del verano, los primeros asistentes advertían desde temprano sobre el frío, un participante inédito hasta ahora.

Muchos de ellos tuvieron que hacer filas largas y tediosas para poder ingresar, por hacer caso omiso al consejo de la producción, que instaba a canjear el boleto por la pulsera en los días previos al festival, para hacer un ingreso más expedito que otros años.

Los que sí pudieron entrar de manera ágil se encontraron con un recinto que lucía algunos cambios en su distribución, como la salida del sector VIP de la gran explanada que une los dos escenarios principales y la arena electrónica, hacienda más fácil transitar.

El primer par de horas, la música estuvo gobernada por créditos locales como Joe Vasconcellos, Lucybell o Nano Stern, para luego dar paso a los mexicanos Café Tacvba, quienes tocaron ante una masa cariñosa de público.

La primera disputa la vivieron Cage The Elephant y Capital Cities. Ambos dieron enérgicos shows en sus respectivos estilos, demostrando que sus canciones ya se han arraigado en un puñado de gente al sur del mundo, pese a lo cortas de sus carreras.

Pero el primer karaoke masivo llegó de la mano de Imagine Dragons, quienes recrearon sus hits con gran precisión, ante miles de fanáticos que no pasaban el promedio de 23 años de edad. Mientras, en uno de los secundarios, Jake Bugg daba muestras de su creciente talento y buenas canciones, aunque un poco más de desplante escénico no le haría mal para este tipo de instancias.

Luego vino el turno de la inglesa Ellie Goulding, quien debutaba en Chile para el éxtasis de sus fanáticos, mientras el escenario Kidzapalooza quedaba chico para el show de 31 Minutos, un fenómeno local que mezcla títeres con música.

En la arena electrónica, o LG Stage, Baauer y Wolfgang Gartner armaban la fiesta en un escenario que destilaba euforia y entusiasmo, pero que nunca estuvo tan lleno como históricamente había ocurrido con nombres como Skrillex, Empire Of The Sun o Fatboy Slim en ediciones pasadas.

Hasta que llegó el turno de Phoenix, encargados del siempre apetecido show que tiene como postal el lindo atardecer en el parque. Un sol anaranjado y el regreso del frío fueron testigos de la consagración del nuevo estatus de los franceses en Chile. Potente sonido, carisma y muchas buenas canciones lo convirtieron en uno de los shows más cantados del día.

Con la llegada de la noche llegó la mejor presentación por lejos. Nine Inch Nails pisaban Chile por segunda vez y lo hicieron en forma de aplanadora, no sólo sonora, sino también con juegos de luces que atacaban directamente a los sentidos. Todo eso mientras Francisca Valenzuela estrenaba prometedoras canciones nuevas en un show repleto, en uno de los escenarios laterales.

Volviendo a NIN, la potencia de su propuesta y la vigencia de su música los convertían en mejores candidatos a cerrar el día que los californianos Red Hot Chili Peppers, quienes no editan nuevo material hace rato y cada vez parecen más cercanos a un trabajo de oficina que a tocar en una banda que fue muy entretenida en los peaks de su carrera.

Pese a arriesgar con un set más orientado a fanáticos, su puesta en escena, sonido y la voz de Anthony Kiedis no logran convencer. La categoría de headliner se la han ganado con la historia y tremendos éxitos, pero todo eso parece un recuerdo cada vez más lejano.

En resumen, una jornada de organización impecable, buen sonido y servicios expeditos, pese a recibir cerca de 70 mil espectadores.

Día 2

De las ocho jornadas que ha tenido Lollapalooza en Chile, la que cerraba la 2014 era quizás la  que contaba con un cartel más potente. Al menos en el papel. Eso se hizo notar desde temprano, con una cantidad de gente inusualmente alta para el mediodía. El entusiasmo con el que llegó el público benefició shows diversos en estilo, como el pop psicodélico de Portugal. The Man, el hip-hop de Ana Tijoux, el indie rock de We Are the Grand o el de Sanfuentes.

Pero el primer momento de comunión masiva llegó con Johnny Marr. El ex guitarrista de The Smiths –cuyo vocalista, Morrissey, goza de increíble popularidad en tierras chilenas- regaló canciones no sólo de su primer disco solista, sino lo que muchos querían ver: de su banda madre. Incluso se dio el lujo de recordar a Electronic.

Y si con él la reacción general fue de emoción, luego con Julian Casablancas los semblantes revelaban incomprensión. El líder de The Strokes sonó en todo minuto como si los parlantes fueran a reventar, y los integrantes de The Voidz, la banda que armó para presentarse como solista, no distaban mucho en ejecución de una banda escolar.

Por fortuna, quienes quisieron escapar para ver una buena dosis de guitarras lo pudieron hacer con Savages. Las inglesas dieron una clase magistral de rock, conquistando a los neutrales, y a todos aquéllos que asisten a un festival con las ganas de sorprenderse.

 

A esa hora, mucha gente trataba de conseguir un buen lugar para Vampire Weekend. Los neoyorquinos tocaban en Chile por primera vez, y el público les hizo sentir su pasión. Como respuesta, los liderados por Ezra Koening demostraron por qué son tan alabados en todos lados.

Cerca del atardecer, la vieja y nueva escuela se enfrentaron en un duelo de difícil pronóstico. Mientras Pixies sacaban adelante la tarea con éxito pese a la frialdad con la que fueron recibidas sus nuevas canciones, uno de los escenarios secundarios se quedí chico para toda la gente que fue a ver a Lorde. La neozelandesa mostró un gran desplante y un sonido muy potente, alzándose como uno de los puntos más altos del festival.

Lorde

A las 20:00 llegó uno de los momentos más esperados del año para el público chileno: después de una larga espera, los canadienses Arcade Fire aterrizaban en Santiago por primera vez. Gracias a un show que tuvo una ejecución perfecta, guiños a otras bandas del cartel y mucho sentido del humor (antes del bis, los “Reflektors” le dedicaron el cover en español a “There Is a Light That Never Goes Out” a Johnny Marr), no fueron pocos los que quedaron visiblemente emocionados y con la boca abierta.

La banda de Win Butler era quizás el cierre perfecto para un festival impecable, pero la fuerte conexión que tiene el público chileno con el legado grunge de los ’90 hizo que esa tarea fuese asignada a Soundgarden.

En sus dos horas de presentación, los liderados por Chris Cornell le hicieron justicia a todos sus clásicos, además de algunas de su álbum más reciente, lanzado el año pasado, mientras los clásicos del new wave y la electrónica eran repasados en gran forma por New Order en el escenario Playstation, con homenajes a Joy Division incluidos.

Lo que en la mañana parecía fuerte en el papel, al caer la noche quedó plenamente justificado. Es difícil encontrar mejores jornadas de música en vivo en Chile. Y, afortunadamente, la organización cumplió y el público también: 20 mil asistentes más que la versión 2013, pero muchas menos aglomeraciones y un acceso expedito a servicios básicos como baños o alimentos.

La versión chilena de Lollapalooza se ha convertido en cuatro años en una alternativa de nivel mundial para el público local y los visitantes, además de la excusa perfecta para conocer un país que cada vez cobra más importancia en el mundo de la música.