Tras el innombrable enfrentamiento entre México y Brasil durante la Copa del Mundo 2018, uno pensaría que los ánimos entre la tierra azteca y la cuna del Carnaval estarían tensos; sin embargo, los deportes y la música se cuecen aparte. Al ser testigo del jolgorio de colores, sabores y emociones que nos brindó la legendaria banda Os Mutantes la noche de ayer, cualquier noción de intranquilidad y desánimo se disipó por las puertas y corredores del Plaza Condesa para darnos una velada vertiginosa.
El recinto se estaba llenando poco a poco en punto de las 21:00, hora en la que tenía prometido salir el conjunto. Dicho y hecho, 15 minutos después salieron los seis integrantes comandados por un afable e imponente Sergio Dias, líder de la banda desde sus inicios. Con un caluroso, -“Mexico, ¡qué delicia!”-, empezó esta celebración de vida, folclor y mucha psicodelia. La afluencia fue más limitada que en otros recitales, aunque desde los primeros acordes de ‘Virginia’, hicieron del foro todo un mundo en donde estaba quien tenía que estar.
Compuesto en su mayoría de otros músicos, personalidades del medio y fans de hueso colorado, cada uno dio rienda suelta a sus mejores zapateados y movimientos de rumba, samba y mambo (sí, hice un chiste de Locomía en una reseña seria) al ritmo de clásicos como ‘Tecnicolor’, ‘Cantor de Mambo’, ‘Top Top’ y temas más recientes que hacen gala de su inglés, como ‘Time & Space’ y ‘Fool Metal Jack’, lanzados en 2013 con el disco que comparte el nombre de este último tema.
Dias aprovechó un par de ocasiones para introducir al resto del grupo con la sensual Esmeria Bulgari en las voces y percusiones; el mood funky de Vinicius Junqueira en el bajo; el virtuosismo de Cláudio Tchernev en la batería; los dulces acompañamientos de Henrique Peters en los teclados y coros y la versatilidad coqueta de Carly Bryant en las voces, sintetizadores y guitarras.
Con poco más de 50 años de carrera, lo más sorprendente de Os Mutantes es la sensación de amor filial que existe en la química musical de los integrantes, aún cuando la alineación ha cambiado muchas veces. Es esta noción de que Dias es un patriarca que se nutre de sus acompañantes y regala de vuelta lo que da vitalidad y buen humor a un concierto de Os Mutantes, mismo que salió a relucir cuando la guitarra de Dias sufrió una falla técnica que los demás aprovecharon para sonorizar con “música de elevador” mientras el líder se mofaba de su suerte.
Al tener su instrumento arreglado, Dias adivirtió que -“la venganza sería maligna”- y así fue, al desquitarse con electrizantes solos e interpretaciones vocales salvajes y melancólicas con algunas de las canciones más conocidas del conjunto, ‘El Justiciero’, ‘Bat Macumba’, ‘Ando Meio Desligado’ y la infaltable ‘A Minha Menina’.
Después de este sorprendente fregadazo de buenas vibras y música feroz, Os Mutantes hicieron un par de salidas falsas, para obsequiarnos una rendición majestuosa de ‘Panis et Circenses’ y la emblemática ‘Baby’, ambas creaciones de Caetano Veloso.
Éste fue uno de esos conciertos para ser vividos en el momento y no preocuparse por nada más, sin importar que la lluvia o el tráfico aquejara a auno al salir. Os Mutantes nos volvió a demostrar que la vida es un carnaval, y es más bello vivir cantando.