¡Quiero piel!, retó Mala Rodríguez en una seductora invitación al escenario de El Plaza. Entonces, las manos se alzaron de entre el público para ser las elegidas que subirían a bailar y a “desnudarse” frente a todos en una noche marcada por las rimas de su hip hop y los beats fluyendo de pared a pared, de rincón a rincón.
Desnudarse sin quitarse la ropa es posiblemente lo que su estilo provoca, La Mala no habla de despojarse más que de todo lo que te sobra y sacudirte las emociones al ritmo de lo que decreta con la fuerza de su voz. Así lo constató una vez más durante su presentación en la Condesa que, aun agendada a mitad de semana, reunió a una nutrida y entregada audiencia.
Antes, la regia Niña Dioz calentó el ambiente con un repertorio breve pero potente, ‘Lola’, ‘Sueños’, ‘Stronger than a Hurricane’ y ‘2 cool 4 school’, fueron algunas de las canciones con las que se avisaba el inicio de una noche hecha para tener presente que eso del “sexo débil” es pura falacia, es un desafío.
Y así, en un ágil cambio de escenografía –que no fue más allá de colocar una manta de La Mala sobre las tornamesas–, fue que llegó la española a moldear las palabras y a escupir con su cadencia un amplio setlist que se extendió a más de 20 piezas.
El viaje incluyó canciones como ‘Caja de Madera’, ‘Cuando tú me apagas’, ‘Nanai’, ‘Toca Toca’ y ‘Hazme Eso’, intercalando de esa manera cortes de su nueva y quinta placa “Bruja”, con las canciones que la han consolidado como quien –como su tatuaje en el hombro anuncia–, lleva la corona del hip hop hispano y femenino.
‘La niña’, ‘Dorothy’, ‘Lluvia’ y ‘Galaxias cercanas’, no hicieron más que envolver la velada en un ambiente enérgico y paradójicamente, suave. Y es que así es La Mala, se adueña con fuerza de la escena y mientras se contrasta entre jeans de mezclilla con encajes, tops, gorra y zapatillas altas, se completa con el vaivén incansable de sus caderas y la modestia de su mirada, quizá tímida y ensimismada.
Así, Mala Rodríguez, la española, la rapera flamenca, la bruja, la hechicera, ofrece letras que cuestionan y critican lo que sus ojos ven, al interior y al exterior de su piel. Así, La Mala que ayer llegó con acidez y acento provocativo como suele ser, se fue de El Plaza con la sonrisa llena y la certeza de que quienes la corean no lo hacen de dientes para afuera.