//Por: Oscar Adame
//Fotos: Bógar Adame para WARP
Eran las siete y media de la noche dentro de un foro con una asistencia increíblemente baja. Kurt Vile, ex-guitarrista de The War On Drugs y aclamado compositor de 6 discos solista, se presentaría en tan sólo unos minutos. Una cerveza, plática con una chica, voltear otra vez hacía el público, todo sigue igual. Una checada a Instagram #KurtVile, -”hoy conocí a Jake Bugg pero en viejo, con problemas de drogadicción y con tristeza”, decía un chico respecto a la firma de autógrafos que había tenido hace tan sólo unas horas y, aunque Kurt no se parece en nada a Jake Bugg, ni física ni musicalmente, el resto del texto me parece acertado y también sirve para describir a la noche vivida el día de ayer de lo que fue la segunda presentación de Kurt en México.
El músico, de 37 años, empezó a generar más expectación mientras la hora se acercaba y aunque la gente empezó a llegar más tarde al concierto de lo que habría de empezar, la emoción y los bailes no se quedaron atrás. Kurt llegó junto a su banda, The Violators; Rob Laakso (guitarra, teclados, bajo), Kyle Spence (batería) y Jesse Trbovich (bajo, saxofón y guitarra); con aires melancólicos, una actitud un poco retraída y desentendida de su público, y un indie-folk pasional que mantiene en todo momento esa actitud lo-fi ‘do it yourself’ de la que tanto presume la nueva ola de artistas de Matador Records.
El setlist inició con el tercer track de su último disco, el aclamado “b’lieve i’m goin down”, ‘Dust Bunnies’, canción que generó bailes en el público y muchas parejas felices dentro del foro; seguida por el segundo track del mismo disco ‘I’m an Otlaw’, en el cual el banjo fue el instrumento principal de la canción.
‘Jesus Fever’ nos dio a entender de que esté sería un set lleno de las canciones más relajantes y los arpegios más bellos del compositor, cosa que se remarcó con la excelente canción ‘Thats Live, tho (almost hate to say), cuyo coro fue cantado por la mayor parte de los asistentes al Plaza Condesa. Mientras que ‘Goldtone’, de 10 minutos sirvió como un puente entre dos partes marcadas del set diferenciadas por su intensidad y actitud.
Las guitarras empezaron a ganar distorsión y la gente empezó a pegar de brincos cuando Kurt dijó, – “esta canción es sobre una chica a la cual conocí y quise mucho” y el clásico ‘Girl Called Alex’ empezó a sonar; entre risas varios se burlaron de la ironía de la lírica. ‘Walkin on a Pretty Day’ causó algunos gritos de emoción, lo mismo pasó con ‘Stand Inside’ y ‘He’s Alright’.
El momento más esperado de la noche surgió cuando Kurt se acercó a decir, – “esta canción que sigue trata sobre un día que desperté y no me reconocía, se llama Pretty Pimpin”. Los arpegios de este himno a los problemas existenciales se combinaron dentro de la acústica del Plaza Condesa con fuerza, sin duda seguirá siendo una de las mejores canciones de Kurt y una de las más excitantes de escuchar en vivo de su banda.
Tras ello siguió la más “rockerona” ‘Puppet to the man’, canción con guitarras fuertemente texturizadas y llenas de efectos, notar que Kurt pisó por error un wah wah, tras lo que fue alentado por sus compañeros y la parte del público que lo notó. ‘Kv Crimes’ y ‘Freak Train’ sirvieron para dar paso a la primer despedida de la banda. El público, ya a un tercio de la capacidad del foro esperó sin hacer mayor ruido.
El encore se vio integrado por ‘Wild Imagination’, un cover a Bruce Springsteen a ‘Downbound Train’ y por ‘Baby’s Arms’, largo corte que propició una conexión enorme con su público.
Kurt pareciera tener problemas de drogas, al igual que su público (nunca había olido tanta marihuana dentro de este foro), sobre el escenario y podrá cargar con una imagen de tristeza que bien puede o no puede ser real. Pero su música, la forma en cómo toca y las letras, tan divertidas y verdaderas, son tan reales y sinceras que es difícil no identificarse con él esté o no en el escenario y el día de ayer Kurt tuvo esa conexión con quienes lo vieron con interés.