Kate Nash en el D.F. #WARPGigs

// Por: Staff

sáb 25 mayo, 2013

Fotos: Luis Mendoza para WARP

Artista: Kate Nash

Lugar: El Plaza Condesa

Fecha: 24 May 2013

Por: Héctor Adolfo Ituarte

Las manecillas del reloj forman un ángulo agudo entre las marcas de las 9 y las 10, cuando comienza la última revisión al audio y la pista de El Plaza se va llenando de a poco. Comenzar el fin de semana con la música de Kate Nash en la capital del país, parece ser la opción predilecta de muchos este viernes. Con tres álbumes bajo el cinturón, esta cantante inglesa hoy vendrá seguramente armada de los sonidos presentes en su última producción de estudio: ‘Girl Talk’, lanzada en marzo pasado, sin dejar de lado el repaso por el material que la mantiene en la preferencia musical de muchos. A pesar de que su propia disquera le diera la espalda y hoy goce de una libertad forzada en ese aspecto, esto no le ha impedido apoyar su último álbum con una gira exhaustiva que hoy la trae de nuevo hasta nuestra tierra.

De entre la obscuridad ante la que sucumbe el inmueble a las 22:12 hrs., tres bellas mujeres, en episodios, escoltan a Kate hasta el escenario. Ella toma en sus manos un bajo eléctrico Fender inscrito con la palabra ‘FIDLAR’ (banda de punk californiana), así, en mayúsculas. Usa vestido asimétrico en esquema bicolor, mientras que su cabello en dos coletas es el eco visual perfecto con un teñido estilo pin-up. La girl-band que le acompaña, luce regia en vestidos de patrón polka-dot, también en tonos blanco y negro. ‘Sister’ estalla desde su garganta. Rola poderosa e inquieta como las melenas de las rubias Emma y Linda, que le flanquean en las guitarras. No es sorpresa que abra con un tema de su álbum en promoción, pero sí tal vez, que muchos lo coreen con certeza, como si se reencontraran con el nombre de un viejo amigo al que saludan con afecto. Así, plena de cariño nos saluda y sin mucho enfado nos habla de este disco, advirtiéndonos “que nos lo hemos perdido, si no lo hemos escuchado aún…”. Con el desparpajo que le caracteriza, no duda en saludar y preguntar a todos cómo están. Se le nota deleitada de estar en ese escenario, en el que prosigue con ‘Death Proof’, cumpliendo la amenaza de hacernos sentir su más reciente trabajo.

‘Mermaid Blue’, es un bonus track en la edición de lujo de este último disco. Tiene la particularidad de estar inspirado en una de las más queridas y cercanas amigas de Kate, quien falleció el año pasado a causa de una fibrosis quística. Recordó que tuvieron una fiesta temática con un pastel en forma de pulmones y un mariachi amenizó en su ‘pub’ favorito, para cerrar la historia reflexionando sobre lo corto que es nuestro tiempo en la tierra, “como para desperdiciarlo con “dickheads”, ¡no se junten con “dickheads!””, exclamó antes de continuar.

Su actitud y presencia escénica es de lo mejor, toma con gusto lo que le arrojan los fanáticos, como discos compactos personalizados. Se despoja de instrumentos y armada de sólo de un micrófono entona el grito de guerra: “are you ready to party?!”. ‘Do Wah Doo’ llena el aire y ella aprovecha un larguísimo cable que le permite bajar hasta la valla de protección y saltarla. Se envuelve en el abrazo de sus fans, los que temprano y oportunamente se ubicaron justo donde ella hoy suelta alaridos y se permite el lujo de ser apapachada. Hay muchos celulares (y hasta tablets) con las que todos los que pueden, se toman fotos con ella y la arropan durante gran parte de esta canción. No dan crédito de su actitud tan británica y punk. Pudiéramos estar en un concierto de mayores dimensiones por cómo se comporta, sin embargo, estamos al cobijo del céntrico Plaza Condesa. No cesan los gritos de amor, propuestas matrimoniales, peticiones de hijos y tantas cosas más. Durante los siguientes temas nos transporta al México que ella vivió al escribir una canción durante una vacación en nuestras playas. Mientras, danza con la misma libertad que una pequeña lo haría en su habitación: sin reparos, sin vergüenza, con pasión. Sonríe con la cara entera, genuina, como sólo la música puede provocar.

Durante su octavo tema arroja una púa al público, atinando entre las cejas del que se ubica delante de mí. Cae el premio a los pies de la audiencia y prendo el flash de mi celular para ayudar al suertudo a buscarle, cosa que Kate nota y acota diciendo “oh, ayudándole [a buscar] con la linterna, [sic] so cool!”. Con cara de idiota dirijo la luz hacia ella y sonrío, a pesar que no encontramos el regalito que nos arrojó después de su energética interpretación de ‘Fri-end?’. Su banda demuestra que no hay cosa más sexy en esta vida que mujeres rockeando, con plenitud de talento, entre riffs y muestras inequívocas de oficio.

Desde el público las peticiones son claras y audibles, ella pide que se enciendan las luces para vernos a todos. Demuestra estar pendiente de cada asistente y nos pide levantar las manos –señalando incluso a un pobre individuo de gafas que no cumple su ruego, aunque ella sí lo hace con los nuestros e incorpora ‘Dickhead’ al repertorio por aclamación popular. ‘Mariella’ y ‘Foundations’ hacen delicias quienes deseaban escucharle cantar de su ‘Made of Bricks’ (2007) y le corresponden ampliamente con coros, baile y saltos, que continúan hasta ‘3AM’. No cesan sus agradecimientos en inglés y español, reconociendo a todos los miembros de su grupo y staff. Nos da un tanto de su discurso en pro de que haya más mujeres en la escena musical y de auto-aceptación, animando a las presentes a que se incorporen a pesar de que no se “sientan las más bonitas”, porque sí lo son.

Eligen interpretar un cover de FIDLAR (‘Cocaine’), adaptado por ella misma a ‘Girl Gang’, tema con que nos incorpora a su pandilla de chicas (incluso a los hombres) y es el pie para que emerjan mujeres desde la pista, con quienes vibra el escenario ante sus propios rostros de incredulidad y el sentimiento que sin escalas se liga a ‘Under-Estimate The Girl’, para abandonar el escenario momentos después. Todos queremos más y lo pedimos efusivamente.

El encore llega simple, acompañado de Linda Buratto en seis cuerdas y once minutos más de música encabezados por ‘We Get On’ y ella, armada con guitarra electroacústica, regalándonos en ‘Birds’ el final perfecto y emotivo que un concierto tan memorable merecía, por supuesto bordado por alaridos, canto, entrega y sentimiento de un público que le amó por poco más de noventa minutos.

Sin sello discográfico, con gran amor por México y con una actuación idónea para despedir momentáneamente una gira vertiginosa y atareada, Kate Nash demuestra que dejarle ir, dejarle de oír y seguir, es un craso error a pagarse por nuestros oídos y nuestros corazones. Demuestra, que al menos el Distrito Federal su “charla femenina”, tiene eco y resonancia total.