La inspiración llega como la espontaneidad. Te sorprende de modos y te conduce por caminos por los que no habías pensado antes, descubriéndote con nuevas ideas con lo que tienes a la mano. Así podemos imaginar que también le sucedió a Jake Bugg, quien en la intimidad de su espacio y bajo las influencias emocionales, cogió una guitarra acústica y comenzó a materializar esas cosas intangibles, como los pensamientos y los sentimientos.
Apenas 75 minutos fueron suficientes para impregnar al público de El Plaza de una atmósfera melancólica, que por momentos se mostró enérgica ante los versos y los coros, uniendo sus voces que enfatizaban partes sensibles de canciones que en su mayoría fueron del álbum homónimo. Veintidós canciones compusieron un repertorio en el que sólo era necesario un pequeño cambio de guitarras; ese ahí en fuera, la voz era el otro instrumento.
En sus antiguas presentaciones, Jake nos tenía acostumbrados a cerrar con ‘Broken’, pero dicho tema fue relegado en esta ocasión por ‘Lightning Bolt’. Algunos detalles de la técnica de Bluegrass, que normalmente se ejecuta con un banjo, sobresalieron en canciones como ‘Country Song’. Era imprescindible que canciones como ‘Two Fingers’, ‘Waiting’ y ‘Scene’ se hicieran presente para complementar la tendencia y línea lírica que Jake maneja en sus composiciones, de un amor desinteresado y muy frágil, que se mantiene a la expectativa. Sellar el círculo con ‘Me And You’, ‘Bigger Lover’ y dolorosa ‘Love, Hope And Misery’.
Una noche que fue una oportunidad para mostrar la fragilidad de Jake, poniendo al descubierto sus canciones como fueron concebidas.