Por: Brenda Marquezhoyos
El preludio del regresó de Florence and the Machine a la Ciudad de México corrió a cargo de Beth Ditto, quien demostró que no hay acto pequeño y ser telonero no es para minimizarse. Ella irradia fuerza, confianza y amor por lo que hace y junto a su banda de apoyo, le dieron cuenta regresiva a la aparición del acto estelar. Sonaron canciones como ‘Fire, In and Out’ y ‘Heavy Cross’, que intercalaron su etapa solista y recordaron sus momentos con la banda Gossip.
No pasó mucho tiempo para montar el escenario de Florence and the Machine, pero antes de cualquier pausa para hablar, la noche se estableció en honor a la fecha y visita a tierras mexicanas, plasmada por la canción ‘June’, así continuó con ‘Hunger’. Enfundada en un vestido salmón, pelo frizado y pies descalzos, tal como ha construido ha su personaje los últimos años.
Entre saltos, bailes y carreras de extremo a extremo, ella tomó la calma para ponerse en el centro y comenzar a decir gracias e intentar otras palabras en español. Para este punto hay que entender que Florence es teatralidad en todas sus expresiones, va desde su vestimenta, los juegos con su voz y hasta su movimientos. Podría ser poco natural, pero desde sus inicios se ha plasmado como la extravagancia elegante porque puede estar descalza y no tener tanta producción visible en su aspecto, pero no por nada es embajadora Gucci.
Desde 2015 se ha liberado de los maquillajes cargados y ha adoptado su naturalidad en función del glamour. Escucharla es parte de apreciarla pero verla es casi un acto religioso para sus fans. En este transcurso interpretó ‘Only If for a Night’, ‘Queen of Peace’ y ‘Patricia’, la cual fue originalmente escrita para Patti Smith, en esta última hizo una pausa para manifestar su pasión y admiración por Frida Kahlo, tras su vista a la casa azul. Una mujer que le inspira y la que le inyectó la fascinación por la cultura mexicana. Si algo tienen en común Kahlo y Welch es que en sus creaciones les encanta ponerse en el centro, ser un autorretrato permanente con el que la gente se pueda identificar.
Continuamente cambiaba la variación de sus canciones, tanto que parecían ser recitadas más que cantadas aunque sus momentos fuertes siempre llegaban a imponer su privilegio vocal. Así se llegó ‘Dog Days Are Over’, su hito al festejo por la felicidad que llega y sabe mejor tras varios obstáculos. Aquí hubo una pausa importante y una observación aplaudible.
Desde que comenzó el espectáculo, las pantallas de celulares eran las menores aunque para este punto, la cantante pidió que se guardaran los celulares, que se viviera la experiencia de estar ahí y disfrutar el presente. Hizo una pantomima de sus modos ingleses hasta que salió algo que se interpretó como ¡Guarden sus jodidos celulares! Otra de las pausas fue para gradecer a los fans, en especial a los de la primera fila que le otorgaron varios regalos, entre ellos un libro colectivo de nombre ‘All this and Mexico too¿. Se reafirmó la conexión que estableció con el público. Todos los ojos iban a ella. Incluso dedicó Jenny of Oldstones para los fans de Game of Throns.
Cuando habla es un cambio abrupto, se encoje e incluso se encorva, su voz se hace más pequeña y sutil. Da la impresión de fragilidad, que encarnó con “100 Years”. Más tarde “Moderation”, uno de sus últimos lanzamientos. Le siguió “You Got the Love”, un cover del cual se ha apropiado tanto que parece una de sus creaciones. Algo en contraste –y todo lo contrario– con “The End of Love” que habla de la perdida del amor, y tal como es ella le vuelve a dar una oportunidad con “Cosmic Love”.
Florence + the Machine es solista con una banda de apoyo y todos los involucrados parecen estar de acuerdo. Florence es el centro de atención y muy difícilmente se voltea a ver a Isabella Summers o Robert Ackroyd porque la eternamente tenida de pelirroja será la protagonista. La perfección con la que se muestra, llena de amor y paz sólo es un personaje que ha creado para presentarse, una especie de caparazón. Puesto que al entrar a profundidad, sus canciones son una constante lucha contra la depresión, auto-sabotaje y el desamor.
Para la catarsis de la noche sonó ‘Delilah’ y ‘What Kind of Man’, las cuales la hicieron bajar del escenario para tocar junto a su público. Muchos pueden encontrar similitudes con pasajes bíblicos de Jesús. La gente que la veía y la tocaba parecía que iba obtener algún milagro de Florence, entre sudor y lagrimas intentaban poder tocar un pedazo de la artista. Encima, las luces siempre le hicieron un gran favor. Todo podía estar en completa oscuridad excepto ella. En algún momento las luces de los odiados celulares estuvieron a su disposición para iluminar la velada como miles de luciérnagas.
Después del encore, salió a interpretar ‘No Choir’ y la esperada ‘Big God’ con la que una vez más bailó y se hizo referencia a sí misma. No cabe duda que cumplió con las expectativas que se tenían, acabó con siete años de espera. Florence and the Machine terminó la presentación con “Shake It Out” en el Palacio de los Deportes, uno que lució abarrotado y entregado.