Por Natalia Montes (@natwow)
Durante el segundo trimestre de 2017 surgió una reunión retrospectiva entre Daniel Ash y Kevin Haskins, un par de entes que desde su adolescencia han mantenido una amistad casi fraternal, así como una constancia y cercanía en el ámbito musical.
Tras algunos años de no presentarse en vivo, Poptone brota de la nostalgia y la necesidad de revivir ciertos temas enterrados en la carrera de ambos, específicamente aquellos grabados entre 1982 y 1984.
Poco antes de la disolución de Bauhaus -la agrupación surgida de una escuela de arte, creadora del glam oscuro y la abanderada en la escolta del rock gótico, pese a las declaraciones del mismo Ash en contra de esa etiqueta- nació un trío de culto entre la escena oscura; Tones On Tail. Un proyecto sin consideraciones comerciales y con absoluta libertad para crear sonidos de otro mundo.
Bajo la batuta de Ash, al lado de Glenn Campling (roadie de Bauhaus y compañero de piso de Daniel) en el bajo, Tones on Tail comenzó en 1982 como un medio de distracción donde plasmar su creatividad de forma alternativa. Pronto se les unió Kevin Haskins, también de Bauhaus, y aunque el proyecto tan solo duró hasta 1984, dejó un manjar de excelentes canciones con la lúgubre tendencia aún a flote, pero con un twist redireccionado hacia el pop. Todo esto se compila en “Night Music”.
Estos temas, en su momento, casi no se ejecutaron en vivo. Solamente hicieron una gira por Estados Unidos y el Reino Unido y cuando tocaban, se vestían de blanco para contrastar con la idea oscura de su trasfondo y ponían a bailar a sus espectadores.
Pasaron más de treinta años para que volvieran a tocar estas piezas de manera formal, aunque sin Campling, pero con una sustituta interesante; Diva Dompé, la hija de Kevin Haskins. Así, el proyecto se vuelve una especie de ritual familiar que pasa por canciones de las tres bandas que compartieron este par de inseparables cómplices, más algunos covers.
Cabe mencionar que habían realizado ya reuniones tanto con Bauhaus como con Love And Rockets, pero TOT era el único proyecto que no habían revivido; es por eso que el 70% del repertorio radica en esa época, en canciones que muchos fans pensamos que jamás escucharíamos en vivo.
Puede que algunas personas los condenen por “querer sacar dinero del pasado”, pero en una época en la que los shows en vivo son lo único que realmente mantiene a flote a los músicos, no hay por qué culparlos, mucho menos si consideramos el trasfondo ya mencionado. A veces hay que revisitar el pasado para moverse hacia delante.
Quienes asistieron el pasado 3 de febrero al show de Poptone en el Auditorio Blackberry en la Ciudad de México, presenciaron en vivo temas que quizás no se repitan, pues según algunas entrevistas, Poptone no durará mucho tiempo. Fue una oportunidad para varios de ver en vivo por primera vez a estas leyendas andantes, quienes tienen una influencia tremenda en más bandas de las que siquiera imaginamos, además de optar por un acercamiento a nuevas generaciones.
Cada uno de los proyectos con Ash y Haskins (además del trabajo en solitario de Ash) es particularmente distinto, están llenos de metáforas musicales, y cuentan con una fascinante evolución entre cada uno, pero manteniendo la esencia y sonido tan característico.
Y pese a su relación con el lado oscuro o la psicodelia, también hubieron momentos para el humor. The Bubblemen fue prueba de ello. Antes del éxito arrasante del contagioso y sensual tema ‘So Alive’ de Love and Rockets, Ash, Haskins y David J crearon un alter ego en el que se vestían de abeja y explicaban la intervención de estos personajes en ciertos misterios de la humanidad. Una faceta curiosa.
Pues bien, ahora hago hincapié en la influencia y la importancia de Daniel Ash en el desarrollo de la escena oscura. Detrás de su particular estética con piel traslúcida, clavícula a la vista, pelo que desafía a la gravedad, lipstick, grandes arracadas, ropa finamente extravagante, lentes oscuros en lugares cerrados, y motocicletas como principal medio de transporte, se halla una figura llena de méritos, parte esencial de bandas fundamentales de los años 80.
Para empezar, es de esos pocos músicos que ha logrado que su instrumento sea fácilmente reconocible, hazaña nada fácil de lograr. Crea distorsiones muy particulares o incluso en ocasiones intenta hacer que la guitarra no suene como tal, sino como un elemento atmosférico, etéreo.
Dentro de su repertorio hay una mezcla peculiar entre punk crudo, piezas bailables, melodías contagiosas, esplendores rotos y estados de conciencia elevados. Además toca el saxofón, instrumentos electrónicos y tiene un tesitura vocal muy particular.
En 1991, cuando lanzó el sencillo ‘Walk This Way’ denotó un gran ejemplo de su versatilidad como músico, incluyendo sampleos latinos de Tito Puente, haciendo una canción de rock caribeño. O ya entrado el nuevo mileno, lanzó ‘Soldiers of Everyday’ con Attasalina, un experimento que crea un trance electrónico. Estos son tan solo dos ejemplos entre una gran lista.
No me cabe duda de que es uno de los guitarristas más originales, aunque infravalorado. Quizás por el hecho de que nunca se ha identificado con el malabarismo y extravagancia guitarrística en cuanto a la integración de solos para destacar entre los demás miembros de la banda. Sin embargo, su ejecución siempre está llena de dinamismo.
Pone antes el proceso de confección y producción de una canción que su ego como músico, una postura que grita acerca de cómo no hace falta tocar de manera virtuosa para generar una influencia tremenda tanto en contemporáneos como en modernos.
Ash es un músico diletante, pero los aspectos experimentales de su ejecución abstracta, llevados por el hilo conductor de la sensibilidad y el intento de tocar algo novedoso cada vez, lo hacen brillante y uno de los mejores de su generación.