Damien Rice en El Plaza Condesa #WARPGigs

// Por: Staff

mar 27 noviembre, 2018

Por: Fernando Valencia/ Fotos: OCESA

Artista: Damien Rice

Lugar: El Plaza Condesa

Fecha: 26 November 2018

Por favor no se levanten de sus asientos durante las canciones. Si toman foto o video, sinflash”, anuncian los acomodadores del Plaza Condesa. En su faceta más adulta, el recinto se presenta con varias filas de sillas perfectamente acomodadas para recibir a Damien Rice, reduciendo significativamente su capacidad total. Luce totalmente irreconocible, incluso para quienes hemos pasado incontables horas en su interior.

Caminamos en la penumbra. Se percibe un misticismo melancólico, propio de aquellos bares oscuros donde personas solitarias buscan un poco de alegría en el fondo de sus vasos. Nos han asignado lugares en la última fila de la planta baja, con el rimbombante nombre de Preferente C. Las luces mueren a nuestro alrededor. Solo un par de focos iluminan el centro del escenario cuando Damien Rice se para en él. “Hola, bienvenidos”, dice en un cuestionable español, y comienza a tocar ‘Amie’ junto con una pequeña porción de ‘Sex Change’.

El poder vocal de Damien se pone a prueba durante una nota sostenida en los compases finales de “The Professor & La Fille Danse”. Con un seductor francés, el cantautor se gana la primera de muchas ovaciones que recibirá a lo largo de la noche.

Sentado en un piano al costado del escenario, Damien interpreta una versión visceral de su clásico ‘Rootless Tree’. Su figura proyecta una sombra en el fondo, el silencio encrespa la piel. De alguna manera, la soledad se manifiesta y se transmite a los escuchas de manera brillante. 

Alguna vez alguien me dijo que tengo muchas canciones de amor, pero al buscar en ellas encontré amargura y celos. Creo que se piensa que ese es el amor. Así, decidí escribir una canción que no juzgara a nadie, lo más cerca que he estado de una canción de amor real”, nos cuenta ya más suelto antes de cantar ‘I Don’t Want to Change You’, seguida por ‘The Greatest Bastard’, otro tema de su My Favourite Faded Fantasy (2014).

Las primeras notas de ‘I Remember’ arrancan aplausos de un segmento del público, mientras el resto de la gente intenta callarlos para poder escuchar. Damien Rice juguetea con las letras que cantara Lisa Hannigan en el lejano 2002, cambiándolas de primera a tercera persona. Unas luces rojas asaltan los sentidos, otorgando un paisaje desolador, casi apocalíptico.

Alguien en el público grita pidiendo ‘Sand’. “¿Quién conoce esa canción? ¿18 personas?” dice él ante risas. “¡Es mi cumpleaños!” responde la primera voz. “Oh, de acuerdo, intentémoslo. Feliz cumpleaños” contesta Damien, dando paso a esta rareza que claramente no planeaba tocar.

Ya en confianza, muchos comienzan a gritar sus peticiones. “Deberían pasar papeles con todo lo que quieran escuchar. No puedo escuchar a todos, pero alguien gritó ‘The Box’, así que aquí está”. Según sus propias palabras, el tema habla de confrontar a la persona que ha arruinado su vida cuando se mira todas las mañanas en el espejo.

 

Un par de temas nuevos deleitan los oídos. ‘The Truth Is Not Enough’, nos explica, trata sobre sentirse como vidrio roto alrededor de la gente que amas. ‘Your Astronaut’ incluye la juguetona pero devastadora línea “I can be your astronaut if you need some space”. Pese a no haber sido lanzada oficialmente, algunos de los presentes intentan cantarla entre susurros.

Después de subir a una fan de nombre Eliza a cantar ‘Cold Water’ con él, tarea que la chica realizó de manera sobresaliente, Damien hace un ejercicio de memoria: “La última vez que estuve aquí todos estaban parados y cantaban tan fuerte que no podía escucharme. Prefiero esta intimidad, pero hay un encanto en su pasión. Espero puedan cantar esta canción conmigo”. El tema elegido es ‘Trusty and True’. “Come let yourself be wrong, come it’s already begun” es el coro que se escucha claramente en todo El Plaza.

‘Volcano’ y su ya famosa dinámica de canto por secciones cierran el set principal. Ante las ovaciones, Damien tarda poco menos de dos minutos en volver al escenario. Sin embargo, contra todo pronóstico, se apaga hasta la última luz del recinto. Sin micrófono, con su guitarra desconectada, el cantante utiliza toda la fuerza de sus pulmones y brazos para regalar una muy especial versión de ‘Cannonball’, uno de sus mayores éxitos.

‘Elephant’ y ‘The Blower’s Daughter’ nos llevan a perder la etiqueta y sobriedad que habíamos manifestado como audiencia. Gente cantando, ya en voz alta, agrega un elemento distinto a la velada. Con esto, termina la noche para buena parte de la audiencia, quienes salen muy satisfechos.