El festival regiomontano cambia de sede por segunda ocasión a la Ciudad de México, entendido como un nuevo concepto dentro de lo que son los eventos masivos, el festival representa un nuevo nicho a explorar para la cultura que se gesta alrededor de la música independiente.
Bajo un sol potente, que desde temprano impuso sobre la ciudad un ambiente de picnic, daba inicio el festival Nrmal. Uno de los festivales más jóvenes del panorama nacional (la primera edición tuvo lugar en Monterrey en 2010 y apenas llegó a Ciudad de México en 2014) sigue demostrando por qué se ha convertido en referencia en México y Estados Unidos. Parece que la fórmula era sencilla: juntar en un mismo festival a bandas nuevas, bandas desconocidas en nuestro país y bandas de culto para crear un resultado que funciona incluso mejor que en la teoría.
Al dar las cuatro y media, el escenario Red Bull Music Academy empezó a vibrar: Simpson Ahuevo estaba en la casa. Acompañado de amigos entre los que se encontraba el DJ y productor Alec Sander, el MC de Hermosillo hizo exactamente lo que sabe hacer: escupir rimas en la cara de un público ávido de fiesta. Su primera producción, “El Morroeste” (Sicario, 2014), fue recibida en Nrmal por un mar de palmas alzadas al aire por exigencia del rapero, que constantemente recordaba a su público que su presentación no era más que una fiesta de amigos.
Kirin J Callinan desconcertó a un público que se volvía loco intentando seguirle el ritmo mientras pasaba del rock electrónico a extrañas baladas pop a capella. Mientras Callinan se meneaba de un lado a otro del escenario, sus dos acompañantes se mantenían inertes detrás de él, manipulando sus sintetizadores con controles aparentemente traídos del futuro. Callinan incluso se permitió el gusto de enfrentar a dos asistentes al festival en un juego de fuercitas sobre la espalda de uno de sus músicos. Tras ‘The Toddler’, que cerró la presentación de Callinan, un público atónito seguía intentando dilucidar qué demonios les había pasado por encima.
Sin dejar respirar siquiera, El Último Vecino atacó con su rock new wave, que desde el escenario azul saludaba tanto a The Smiths como a The Drums. Tras ‘Otra Vez Asustado’, Gerard Alegre Dòria le contó a los presentes que, por estar en Nrmal, valía la pena el miedo que pasaron en el avión. Debe haber sido un viaje largo en efecto, pues camisas abotonadas y jeans altos demostraban que los integrantes de El Último Vecino habían volado directamente desde los años ochenta. Gerard Alegre no desaprovechó ni una oportunidad de transmitir su entusiasmo por estar en México, ya sea afirmando que fue “un puto sueño cruzar el puto charco” o soltando un sonoro eructo.
Al caer la tarde, el festival Nrmal iba poco a poco dejando de parecer un día de campo y empezaba a parecerse más a una fiesta en toda regla. Los primeros responsables de esto fueron sin duda Peaking Lights y su efectiva mezcla de pop electrónico con dub y triphop. Cual plantas nocturnas que despiertan al ponerse el sol, los últimos rezagados que descansaban en el pasto se fueron levantando, atraídos por el sonido de Peaking Lights. Una vez cautivados, no podían sino mecerse con la metronómica precisión de la música de Indra Dunis y Aaron Coyes.
Ya era de noche. Impecablemente uniformados de gris satinado, como salidos de una película de serie B abandonada en el fondo de un cajón, Chain & The Gang se afirmaron como el secreto mejor guardado del festival Nrmal: a pesar de la larga trayectoria musical de su timburtonesco líder Ian Svenonius, el glam rock de Chain & The Gang apenas empieza a tomar el mundo por asalto, con un carismático cantante, dos portentosas guitarristas y un baterista entregado como armas. La autonombrada “única banda en el mundo que rechaza la libertad” aplicó su filosofía a la práctica cuando ordenó que quitaran el humo y que subieran el volumen de la voz principal: lo que se llama tener una ideología clara.
Quizás uno de los actos más queridos por los asistentes al festival fue precisamente de una banda mexicana: tras un rápido ascenso a la popularidad, un hiato de cuatro años que sirvió para afianzar su leyenda y la partida de su icónico cantante, Porter se subió a un escenario decorado con motivos desérticos para recuperar una vez por todas el cariño del público mexicano. Acompañados por áridos visuales, estos vaqueros galácticos balancearon temas clásicos y nuevos conducidos por David Velasco, cuya potente voz de tenor rinde debido honor a los más de 10 años de trayectoria de la banda.
Compartiendo temas clásicos del pasado como ‘Cuervos’, ‘Daphne’, ‘No te Encuentro’ ‘Host Of A Ghost’, pero resaltando con gran fuerza el nuevo material del “Montezuma”, el conjunto demostró que se encuentran definitivamente en una nueva etapa.
Directos desde Suecia, Fatima & The Eglo Band lograron juntar una de las audiencias más numerosas del festival. Con un sonido más propio de Nueva Orleans que de la fría Escandinavia, Fatima puso a su audiencia a bailar con su música, que fue virando del jazz a la electrónica tropical con la misma soltura con que la misma Fatima se desplazaba sobre el escenario. Casi sin esfuerzo, Fatima desplegó su poderoso rango vocal, mientras los músicos de The Eglo Band hacían parecer a la música un juego de niños.
Tras el anuncio de la cancelación de Machinedrum, muchos se desplazaron al escenario Red Bull Music Academy para entender de primera mano el por qué del éxito de Mauricio Rebolledo en el extranjero. Armado únicamente con su consola y unos elegantes visuales, el productor y DJ mexicano se enfrentó sólo a un público que, sí bien se mecía al ritmo de sus pistas, no dudó en correr de regreso al escenario azul antes de que terminara su set.
Machinedrum no logró cumplir con su presentación al quedarse atorados a causa de una tormenta que detuvo el despegue de su avión. A modo de improvisación, Kirin J Callinan sorprendió de nuevo el mismo escenario del que se había despedido horas antes, para compartir de nuevo su música, esta vez en un ambiente nocturno a una audiencia que no sabía que esperar pero que sin duda no salió decepcionada.
The Black Angels demostraron algo ya sabido: que la psicodelia nunca pasará de moda. Lisérgicos visuales apantallaban a un público numeroso que permanecía impávido mientras la banda lo aplastaba con su garage rock agresivo y oscuro. La banda texana incluso se anima a cantar a coro, lo que los hace sonar a algo así como una versión stoner de The Mamas And The Papas.
Al mismo tiempo y en contraste con la seriedad pesada de The Black Angels, Chancha Via Circuito entregaba en el escenario Red Bull ligeras pistas para bailar sin complicaciones. El argentino Pedro Canale relajó el ambiente con temas de cumbia y sonidero en un set que si bien no tenía grandes pretensiones, arrancó sinceros aplausos al final.
Uno de los actos más esperados de Nrmal sorprendió con un directo radical. El sonido de Phantogram, que en sus grabaciones recuerda al pop electrónico elegante de Little Dragon, se convierte en vivo en un pop mucho más movido y barroco, con excéntricos arreglos que brillan tanto como los pantalones disco de Sarah Barthel. La de Phantogram fue una presentación ruidosa que complació a los fans pero dejó un poco fríos a los observadores accidentales.
El primer día del festival Nrmal se cerró con una de las propuestas más complejas de esta edición. Mouse On Mars comenzaron a producir música electrónica cerebral con tintes de krautrock en los años noventa, pero suenan como si vinieran de una década futura. Tanto en su música como en sus visuales aprovechan mejor que cualquier otra banda la estética del error, incorporando elementos que parecen accidentales pero que están fríamente calculados. A juzgar por la imagen de numerosos asistentes arrebatados por el baile, podemos afirmar que el primer día del festival Nrmal no pudo tener un mejor final.
Hacia las tres de la tarde del segundo día del Festival Nrmal, el ambiente en el Deportivo Lomas Altas dejaba de ser el de una tarde dominical de resaca y empezaba a llenarse cada vez más con la vibra festiva del día anterior.
La fuerza latina se hizo presente con mucha autoridad en el segundo día del Festival Nrmal y la banda de Costa Rica, Monte, fue la encargada de izar la bandera del habla hispana. Garage sencillo, melancólico pero directo y potente, así va la música de Monte que se acompañó con visuales que iban desde una niña con su rostro pintada de tigre hasta la exploración de terrenos inhóspitos y que sirviera de fondo para ‘Cuevas’ la cual, en palabras de Franco Valenciano, baterista de la banda, ha sido la canción más triste que hayan escrito. Monte hace mucho con poco, y a veces eso es lo importante. Dos guitarras, una batería, una voz y se tiene como resultado garage-costarricense-fresco, muy fresco.
Diez minutos para las cuatro de la tarde y cinco chicos de Chicago, Illinois tomaban sus guitarras y los micrófonos del escenario Azul. Twin Peaks comenzaba su primera presentación en México. La emoción en los rostros de la banda liderada por Cadien Lake James eran inobjetables, al igual que la energía que imprimían en los asistentes que durante cuarenta y cinco minutos no se dejó intimidar por el calor y disfrutó del garage rock sesentero de la banda, demostrando que no se necesita haber vivido en aquella época para poder tocar ese rock enérgico y jovial.
Twin Peaks literalmente “rockeó” el escenario con guitarras seductoras, una batería imparable y una actitud digna de una banda que hace lo que quiere, como quiere y lo hace bien.
En el escenario Red Bull, un público curioso se impacientaba por ver a Mondsmachine. El multitudinario proyecto orquestado por el Goethe-Institut acababa de regresar de un retiro durante el cual instrumentistas de Latinoamérica y Alemania prepararon un set psicodélico que le quedó demasiado grande al escenario menor del festival. La banda que cuenta entre sus filas a los mexicanos Julián Bonequi y Clau Fernández, a la guatemalteca Mabe Fratti, al costarricense Ronald Bustamante y al panameño Ingmar Herrera prometía ser un acto inolvidable al estar conducido por el dúo Gebrüder Teichmann y el legendario Can Oral, así como apoyado por Hans Joachim Irmler, Gudrun Gut y el colectivo visual +Viral Inc. Sin embargo, el directo de la banda no explotó el potencial sonoro de su propuesta electrónica, a pesar de que la preparación de la banda se prolongó más de lo contemplado, retrasando el horario.
Al terminar Mondsmachine, gran parte del público se mantuvo fiel al escenario Red Bull a pesar de los varios minutos de espera. Finalmente, Gut & Imrler regresaron a las tablas para dejar claro que saben de lo que hablan cuando se trata de música electrónica: la autoridad que le confiere a Irmler el haber sido miembro fundador de Faust sumada a la experiencia de Gut en bandas de referencia de la música industrial como Einsturzende Neubaten y Malaria se traduce en directo en un espectáculo cargado de krautrock y electrónica hermética pero poderosa, que el público de Nrmal recibió con respetuosa devoción.
¡Mamá, me puse a bailar cumbia en el Nrmal! Desde Colombia llegó Meridian Brothers para poner de buenas al más enojón, para poner a bailar al de las dos piernas izquierdas pero sobre todo para sacar toda la buena vibra que los asistentes tenían escondida por ahí. Sin ningún problema podríamos poner a Meridian Brothers a musicalizar alguna película setentera de zombis donde dichas criaturas bailaran al ritmo de una cumbia sabrosa. Bien uniformados la banda colombiana combina el sabor que los instrumentos típicos de la música tropical, los sintetizadores y distorsiones en la voz de Eblis Álvarez, vocalista del grupo y protagonista de la escena experimental en Bogotá.
El escenario Azul se lleno de “guapachosidad” con la interpretaciones que fueron desde ‘Salvadora Robot’ hasta un cover de ‘Purple Haze’ de Jimi Hendrix, la cual titularon ‘Mierda morada’. Originalidad y letras consientes de la realidad colombiana pero con toda la alegría y son latino.
Poco antes del atardecer, los cuatro miembros de Tops se subieron al escenario rojo asumiendo un reto complicado: captar la atención de un público que acababa de ser sacudido por la cumbia demoniaca de Meridian Brothers y ahora se desplazaba sin rumbo buscando fiesta. Con una actitud desenvuelta que combinaba con sus veraniegas ropas, los quebequenses fueron soltando empalagosos temas indie-pop provenientes de su última producción, “Picture You Staring” (Arbutus, 2014). La estridente voz de Jane Penny no logró impedir que el sol se pusiera, pero puso de buen humor a un puñado de almas.
Ya de noche, Buscabulla tomó por asalto el escenario azul. Su líder, la puertorriqueña Raquel Berrios, lucía un look de domingo que daba testimonio de su entusiasmo por estar en México, sentimiento que la cantante reiteró a lo largo de su set con palabras y contoneos. Coloridos riffs de sintetizador recordaban algunas veces al synth-pop tropical de Astro y otras veces al pop minimalista de su productor y vecino Dev Hynes (Blood Orange). La banda de Brooklyn se permitió algunos covers como el del éxito ‘Será Que No Me Amas’, durante el cual la cantante instó a los presentes a corear la letra, quizás esperando en vano una respuesta más animada por parte de un público sin duda cansado y ansioso por ver a Future Islands.
Future Islands fue una de las presentaciones más esperadas de este domingo, sin duda, estos americanos hacen honor al gran reconocimiento que David Letterman les otorgó cuando presentaron ‘Seasons (Waiting On You)’ en el Late Show. La agrupación de Baltimore mostró una ejemplificación perfecta de lo que es diálogo frontman – grupo. Samuel Herring, su ecléctico lider muestra un estilo tan irreverente que es difícil de entender, el hombre puede ser una artista de voz armónica y de personalidad dulce para luego convertirse en una fuerza violenta y gutural, algo parecido a Dr. Jekyll y Mr. Hyde. La música de la banda no paró de sonar por una hora, la selección de la banda incluía varios de sus éxitos importantes como ‘Spirit’, ‘Song For Our Grandfathers’, ‘Tin Man’ y por supuesto ‘Seasons (Waiting On You)’ temas que se llevaron los aplausos y el cariño de su primer audiencia mexicana.
El escenario Red Bull, que el día anterior había sido ocupado por el rapero Simpson Ahuevo, dio un salto este domingo del noroeste mexicano al estado de Texas, de donde proviene el rapero Fat Tony. Tras colaboraciones con artistas de la talla de Das Racist y A$AP Rocky, es seguro afirmar que el MC de ascendencia nigeriana no es ningún novato en la escena del rap estadounidense, lo cual se notó este domingo en la soltura con que soltaba rimas juguetonas pero comprometidas y el carisma con que afirmó que “las mujeres de México tienen los traseros más grandes del planeta”, mientras su DJ disparaba bases influenciadas por el hip hop clásico de proyectos como A Tribe Called Quest.
El último acto en adherirse al line up del Festival Nrmal generó una expectativa tal que, al punto de las nueve, el escenario Red Bull lucía lleno por primera vez en todo el fin de semana. Pablo Díaz-Reixa, cara visible de ese monstruo de la música electrónica que es El Guincho, se apoderó del escenario ante la aclamación general de fans desesperados por tener cerca al músico canario, aún cuando éste sólo se presentaba en calidad de DJ. En plena producción del álbum sucesor de su aclamado “Pop Negro” (Young Turks, 2010), El Guincho visitó el Festival Nrmal para poner a bailar a sus seguidores con una cuidada selección de psicodelia, house y tropicalia en la que se coló un discreto sampleo de su hit ‘Bombay’. Esto, lejos de apaciguar la sed de los presentes, sólo avivó los deseos del público mexicano de tener pronto noticias de El Guincho.
Tras la partida de El Guincho, un público enardecido recibió con entusiasmo a la dupla de house estadounidense formada por Jerome LOL y Samo Sound Boy, quienes se presentan juntos bajo el nombre de DJ Dodger Stadium. Sus loops pegadizos, cargados de una sensibilidad inusual en la música de baile, mantuvieron la energía del público a lo largo de un set que se fue animando más a medida que el público de Swans se iba incorporando al escenario Red Bull.
El hecho de que el horario de este domingo fuera más corto que el del sábado no solo se debía al afterparty de la colonia Doctores, sino también a que Michael Gira, lider de Swans ya había amenazado a sus fanáticos con una presentación fuerte de más de dos horas y media, profecía que fue cumplida. Y esta no sería la primera vez que Gira fuera comparado con un profeta, Swans tuvo su éxito prácticamente en los 80, principalmente en la ciudad de Nueva York, su sonido podría describirse como un rock industrial progresivo, pero no el tipo de rock convencional que se manejaba en esta época. Es en este momento donde el sonido de Swans se carga de sentido, la audiencia moderna esta más adecuada a las composiciones sin una estructura pop regular.
Las composiciones de Gira son ejecutadas con gran maestría por los integrantes del grupo, y su lider muestra una gran fuerza y rigor al momento de orquestar su sonido, la gente no se movía , largas progresiones arrítmicas desconcertaban al publico y en el momento de adquirir sorpresivamente un ritmo regular, la sorpresa conjunta de los presentes se manifesto de forma automática. El espectáculo marca la intención del festival de la mejor manera posible, una leyenda como Swans es suficiente para darle la credibilidad a una tercera edición.
El acto de clausura de la edición 2015 se hizo esperar. Los asistentes se amontonaban hacia el frente del escenario Red Bull esperando cachar un vistazo de la kufiyya indicativa de que Omar Souleyman estaba en la casa. Al punto de las once de la noche, sobre un sinuoso ritmo producido por su DJ, la voz del cantante sirio se hizo escuchar desde el backstage, levantando una ovación. Poco después, aparecía en el escenario el maestro de ceremonias del bigote, ataviado con la kufiyya y los lentes oscuros de rigor. Música folclórica kurda, sonidos tradicionales árabes y el dabke de las bodas se mezcló sobre bases electrónicas para crear un sonido con toda seguridad indistinguible para los presentes, pero definitivamente cautivador. Mientras su público bailaba poseído, Omar Souleyman se desplazaba misterioso sobre el escenario, interpretando sobre todo temas de “Wenu Wenu” (Ribbon Music, 2013) – su disco producido por Four Tet – y siguiendo discretamente el ritmo de la música con sus palmas. Al final, la interacción más directa de Omar Souleyman con su público fue un escueto grito de “habibi” que emocionó a la audiencia a la vez que aumentó el enigma de uno de los actos más particulares de esta edición de Nrmal.
Con este desconcertante show final terminó la edición 2015 del Festival Nrmal, un evento musical arriesgado y quizás el secreto mejor guardado de América en cuanto a festivales se refiere por su convicción de ir siempre más allá de lo conocido: una anomalía, en resumen, dentro del panorama musical actual.