“La maldita circunstancia del agua por todas partes
me obliga a sentarme en la mesa del café.
Si no pensara que el agua me rodea como un cáncer”
Fragmento del poema La isla en peso de Virgilio Piñera, poeta cubano
Cuba es un semillero peculiar para artistas de casi cualquier disciplina. La música de Buenavista Social Club es sin lugar a dudas una de esas cosas que alcanza el valor de ‘mítico’. No estoy realmente seguro si se deba a la insularidad de que tiene Cuba, a el hecho de estar rodeados de agua, al ser una isla casi aislada de América Latina o debido a muchos factores sociales, pero la mezcla peculiar que crean los artistas cubanos es altamente reconocible e identificable.
Todo mundo conoce la historia: rescatados del olvido casi voluntario por el guitarrista Ry Cooder, retratados en un documental ahora ya de culto, y destinados a convertirse en una orquesta legendaria desde el principio, la orquesta Buenavista Social Club se ha mantenido siempre fiel y siempre coherente con su pueblo.
La mayoría de los integrantes originales ya murieron, en gran parte por enfermedades que aquejan a la vejez, pero músicos que ofrecieron el concierto de ayer (8 de noviembre) en la Plaza de Toros de la Ciudad de México no tiene nada que demostrar, y le ofrecieron al público mexicano todo el cariño que le tienen a éste país.
Liderados por el joven cantante Carlos Calunga, Buenavista Social Club arrancó con ‘El carretero’ a unos 20 minutos de la hora pactada, trayendo todo el calor del son cubano a una noche que pintaba para ser fría en la Plaza de Toros. Le siguió un estupendo ensamble de música tradicional cubana que se acercaba más a una improvisación jazzística dejando claro que lo que estaba arriba del escenario era de lo mejor de Cuba. Con canciones como ‘Rincón Caliente’ ,‘Del camino a la vereda’ una versión extraordinaria de ‘El mambo el ruletero’ original de Pérez Prado pusieron a bailar a las pocas personas que quedaban estáticas en la monumental plaza.
Pero llegó la hora de que Omara Portuondo, que a sus 81 años, y acompañada de una renovada orquesta nos susurrara al oído “como me gustas” con una hermosa versión de ‘Tres Palabras’. Presentada como el prototipo de mujer cubana, la más hermosa y la más sexie, Omara Portuondo nos presentó de lo mejor de su repertorio dejando claro que el escenario le queda chico y que en el fondo la música la mantiene joven y con energías. Doña Omara también cantó piezas claves de su carrera como ‘No me llores más’, ’20 años’ y un meedley de ‘Quizás, quizás quizás’ y ‘Bésame mucho’ mostrando su cariño a los mexicanos y a su música.
Ya entrada la noche, la orquesta mostró un respetuoso homenaje a los que ya no estaban como Compay Segundo con su versión de ‘Chan Chan’. La plaza ardió con ‘El cuarto de tula’, tema icónico de la Buenavista Social Club: “El cuarto de Tula/recogió candela/ se quedó dormida y no/ apagó la vela” siendo uno de los temas que mejor sonaron en toda la velada.
La audiencia pedía más y Omara no se bajaba del escenario cuando comenzó a sonar ‘Dos Gardenias’. Después de ‘Candela’ la canción que cerró casi 2 horas de concierto, los músicos cubanos no querían dejar de tocar, se mostraban tan alegres y tan desenvueltos que pudieron seguir toda la noche como si de pronto la Plaza de Toros se hubiera convertido en un club social de La Habana en los años 50. De pronto la insularidad de una nación como Cuba, fue comprendida y aceptada por los mexicanos, mostrando que, una vez más, son naciones hermanadas, no sólo por la música.