Por: Cris Winters
Nos reunimos en la clásica carpa de un antiguo circo para disfrutar de Bonobo. Un excéntrico carrusel rojo con blanco convertido en bar. Series de luces como de boda hipster. Algunos puestos de comida y una carpa más moderna, son lo primero que uno ve al llegar a la Carpa Astros. De fondo: un hotel de paso.
A eso de las 9 el lugar permanece relativamente vacío y el ambiente es relajado. La gente toma cerveza afuera de la carpa principal y la edad promedio es de unos 28. Hay varios extranjeros, muchos de ellos con acento de gran bretaña. Quizá esto se debe a que Simon Green, conocido mundialmente como Bonobo, es británico. Ya lo vimos en Trópico 2016 y en una tocada en MONO, pero es emocionante ver a Green con su primer live act en CDMX, como parte del Migration Tour.
Las puertas de Carpa Astros se abrieron a las 6 para dar pie al dj set de Cintas de Cárdenas. A las 8 Sotomayor hizo lo suyo. Tiene muchos fans pero quizá por ser tan temprano no prendió mucho y la gente permanecía afuera tomándose selfies con una estructura de luces y espejos.
Ahora sí Bonobo. Cuando comienza el show de luces, la gente grita de la emoción. Para este punto de la noche, la carpa está llena y en el General A no cabe un alfiler. Quizá debieron vender un par de boletos menos… los celulares en el aire para capturar stories, más gritos. Las percusiones en vivo hacen que esto sea especial. El sonido se escucha de maravilla y cada que aparece la voz femenina de una hermosa cantante afroamericana, la atmósfera adquiere una vibra entre cachonda y romántica. La espera valió la pena, suenan rolas viejas ‘First Fires’ y otras nuevas como ‘Koyo Ganda’ y ‘Migration’.
Hay dos despedidas en falso, pero Bonobo vuelve para complacer los gritos de sus fanáticos. Cuando el show termina, todos aprovechan para ir al baño y comprar chelas. Arranca el dj set de Sotomayor y mientras tanto algunos afortunados logran tomarse fotos con el muy simpático y accesible Green. Para cuando arranca el dj set de Bonobo, Carpa Astros es pura fiesta. La gente baila, las manos permanecen en el aire, las mandíbulas trabadas y los hits bailables no dejan de fluir. Una noche más a la lista de inolvidables.
Fuera del atasque y de la innecesaria división entre General A y General B, la organización fue muy buena. Habrá que ver ahora a quién trae Dorado, pues sus eventos se siguen perfilando como places to be. Mientras tanto a seguir disfrutando los flashbacks de luces y downtempo que Bonobo incrustó en nuestro cerebro.